Memorias de un pensamiento efímero
Fue como si, por primera vez, volviera a sentir. Durante años mi cuerpo apagado y sometido a todo tipo de pensamientos que se cruzaran por mi cabeza. Pero ninguna era útil.
Entonces desperdicié horas intentando quitar aquello que jamás antes había sentido. Deseé poder continuar en la frialdad que, según yo, me caracterizaba.
Tonterías
Porque dentro mío bullían tantas emociones que podría ahogarme en mi mismo. Frío como el témpano de hielo, pero tan caluroso como el fuego mismo.
Y el hambre, los deseos de engullir todo lo que el mundo era capaz de brindarme, crecía tan veloz que mi vida luce cada vez más efímera de lo que ya es.
He envejecido y es supuesto que recién debería empezar a conocer la vida. Y es que llevo conmigo un alma tan cargada de decepciones, enseñanzas y experiencias que ni siquiera son mías, que siento dentro mío un dragón que podría despertar.
Quizá pueda estar lleno de pensamientos e ideas abstractas, lo suficientemente intangibles como para intentar desarrollar pura racionalidad, pero me conozco lo suficiente para saber que, como cualquier humano, podría explotar en cualquier momento. Un vaso lleno de agua del que no dejan de gotear.
Una bomba tintineando segundo a segundo aún cuando parece inofensiva.
Porque quizá, solo quizá, la otra parte de mi mismo, esa que intento de esconder con todo mi ser, está también arraigada al desbordamiento de emociones. Pasiones de las que muchas veces me avergüenzo pero que no puedo evitar.
Y tú, que nunca quieres llorar y mucho menos sentir las pasiones fluir dentro tuyo, eres simplemente eso, un vasallo de los sentimientos ridículos e inservibles.
Tan inundado de inutilidades que tu estómago no deja de retorcerse en señal de aturdimiento.
Toda una vida completa y aún no termino de conocerme.
¿Soy todo lo que quiero ser? ¿O soy simplemente aquello que las leyes y normas ordenan?
Porque quizá quiero ser exactamente todo lo que no soy y hacer todo lo que jamás hice.
O quizá no.
TRomaldo