Danilo, al no haber recibido el currículum, decidió dirigirse directamente a la agencia de empleos en busca de respuestas. No obstante, se encontró con una desagradable sorpresa: Gaby, la persona enviada como reemplazo de la psicóloga, que había cancelado a último momento, carecía de experiencia y no poseía título universitario.
Su disgusto se profundizó, calificando su actuación como negligente e inaceptable. Los asesores se disculparon, explicando que, según algunos colegas, Danilo Montalbán era conocido por su rigidez y exigencia, lo que los llevó a enviar a Gaby como una solución temporal, mientras buscaban un reemplazo adecuado.
Danilo quedó insatisfecho con esa explicación. Su principal queja residía en que la agencia había decidido enviar a su casa a alguien sin experiencia, sin referencias y a quien ni siquiera conocían, cuando él confiaba en su profesionalismo. Su disgusto era tan profundo que llegó incluso a amenazar con demandarlos para evitar que continuaran actuando de manera tan negligente con sus clientes.
Se dirigió directamente a casa, con la firme intención de descargar su furia en Gaby, y se encontró con que ella, ya se había ido. Su juicio estaba nublado por su enojo, y no pudo apreciar el informe positivo del segundo día, brindado por Clemencia.
Ni siquiera tenía su número de teléfono, aunque despedir a alguien por ese medio, no parecía apropiado. Podría pedirle a su chofer, Álvaro, que lo llevara a su casa, pero algo en su interior le impidió tomar esa decisión. Confiaba en sus instintos y, en esta ocasión, decidió que sería mejor hablar al día siguiente. No podía ignorar el hecho de que Mateo la había aceptado.
Al día siguiente, Danilo aguardaba con impaciencia a Gaby, ansioso por confrontarla sobre lo que había descubierto, deseando dejar en claro que no permitiría que nadie se burlara de él. Había reorganizado su jornada en la oficina para disponer de más tiempo en casa y poder hablar con ella. Mientras la esperaba, repasó mentalmente todas las razones que le llevaban a confrontarla.
Clemencia tenía instrucciones de llevar a Gaby a su estudio cuando llegara. Lo que pareció una larga espera, finalmente llegó a su fin cuando, de pie en el centro de la oficina, la vio entrar. Con una expresión de disgusto, sin saludarla, Danilo comenzó a decir:
Gaby, sorprendida pero serena, respondió:
Danilo, sin dejar de mostrar su disgusto, contraatacó:
Gaby no respondió y lo miró avergonzada, reconociendo que era cierto.
Danilo continuó:
Gaby lo admitió con sinceridad:
Danilo, mostrando sarcasmo, preguntó:
Gaby respondió de manera humilde:
Danilo, queriendo obtener respuestas, cuestionó:
Gaby explicó con confianza:
Danilo reflexionó sobre estas palabras, sin poder refutar la verdad en ellas. Gaby continuó:
Danilo, queriendo obtener más información, cambió su tono:
Gaby, consciente de la importancia de sus palabras, respondió con cautela:
A pesar de su falta de educación formal, Gaby demostraba un fuerte carácter, manteniendo una mirada firme y directa. Danilo, al observarla más detenidamente, se preguntaba en silencio cómo esta joven había conseguido ganarse la aceptación y la confianza de su hijo en tan poco tiempo. Definitivamente, no le recordaba en absoluto a su madre; habría entendido si físicamente fueran similares y, por esa razón, su hijo habría sentido cierta empatía.
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Editado: 29.12.2023