Suplantacion: Comienzo Oscuro

Capítulo 7. DIA DE ESPERA

Mateo permanecía en silencio, con la mirada clavada en Gaby, mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar. Una mezcla de emociones y revelaciones impactantes lo envolvía, resultándole difícil asimilar toda la magnitud de la historia de Gaby. Este relato le abría los ojos a los sufrimientos y desafíos que enfrentan otras personas, haciendo que la vida de Gaby se percibiera como una montaña rusa de dificultades.

Las palabras de Gaby resonaban en la mente de Mateo. Empezaba a comprender el valor de no juzgar a las personas por su apariencia o por las experiencias que han vivido. Mientras reflexionaba más sobre esta historia, tomó conciencia de su propia condición y de la importancia de agradecer por lo que tenía en su vida.

Observando la expresión confundida de Mateo, tras compartir su historia, Gaby decidió compartir con él algunas reflexiones que había aprendido a lo largo de los años.

Le recordó a Mateo que, a pesar de los desafíos que había enfrentado, ella misma era un ejemplo de cómo se pueden superar las adversidades y encontrar la fuerza para seguir adelante. Destacó la importancia de asumir la responsabilidad de quererse a uno mismo, evolucionar y no quedarse estancado en los problemas. La vida, le señaló, abarca tanto aspectos positivos como negativos, y lo valioso es aprender de las experiencias adversas para potenciar lo positivo. Subrayó la importancia de tener la voluntad de avanzar y no permitir que las dificultades dominen, enfatizando que la vida debe ser un proceso continuo de aprendizaje y disfrute, una renovación constante.

Mateo sonrió con ternura ante las palabras de Gaby. Aunque no las comprendía completamente, pensó que su llegada no era casualidad y quedó convencido que su mamita, desde el cielo, la había enviado para ayudarle.

  • Estoy aquí para ayudarte en lo que pueda -dijo Gaby, como si hubiera leído sus pensamientos-, y compartir mi historia contigo es parte de eso. No soy adivina, así que me dices cuando necesites algo.
  • ¿Puedo hacerte una pregunta? -preguntó Mateo tímidamente.
  • Claro, dime qué deseas saber.
  • ¿En serio nadie podía distinguirlas y decir que eras Isabella?
  • En realidad, nuestros amigos del colegio sí; en el salón nos distinguían fácilmente. Mi gemela tenía dos hábitos, uno era morderse el labio inferior y el otro jugar con su cabello, esto lo hacía cuando estaba pensando en alguna travesura o quería convencer a alguien de hacer algo.

Gaby continuó su relato, explicando su vida como Isabella, antes de la divsión de su familia.

  • Yo era la estudiosa y generalmente terminaba haciendo las tareas de ambas. Aprendí a imitar su letra para que los profesores no se dieran cuenta. Ella antes de clase revisaba las tareas, y como tenía buena memoria, entonces participaba mucho en clase, y los profesores pensaban que en verdad estudiaba; y le creían cuando les decía que en las evaluaciones escritas se ponía muy nerviosa y se le olvidaba todo. Era hábil con la palabra, para conseguir lo que quería; yo, en cambio, era callada, tímida y obediente.
  • ¿Pero si eran tan diferentes, por qué nadie se dio cuenta? -Mateo preguntó intrigado.

Gaby suspiró y respondió:

  • A veces, las personas tienden a creer más en las mentiras si son expuestas de una manera más elocuente o dramática. Además, al estar sola, creyeron lo que veían a simple vista.
  • ¿Nunca volviste a ver a tu mamá? -Mateo seguía curioso.

Gaby guardó silencio unos segundos y compartió:

  • Solo una vez. Abigail salió en una revista y la reconocí. Me atreví a ir a esperarla afuera de la empresa, que decía era el negocio de su esposo y donde tenía un alto cargo. Fui a pedirle ayuda, pero terminó arrojándome uno de sus anillos para que lo vendiera y me exigió que no volviera.

Mateo observaba a Gaby con preocupación, temiendo haberla entristecido al hacerle estas preguntas tan personales. Gaby, sintiendo la incomodidad en su mirada, le aseguró:

  • Sé que es difícil imaginar todo lo que he vivido, pero eso me ha hecho más fuerte. Mateo, también tú puedes encontrar la felicidad. Luego verás cómo llegué a ver las cosas de manera más positiva.

Ambos sintieron que su vínculo se fortalecía después de compartir esas experiencias, y Mateo comenzaba a ver a Gaby como un apoyo en su vida. Se sentía aliviado por tener a alguien dispuesto a escuchar y entender sus sentimientos.

  • Prometo que te contaré todo, pero en otro momento. Por ahora, descansemos y continuaremos otro día.

Con una pequeña sonrisa, Mateo asintió, agradecido por tener a Gaby a su lado. Ambos esperaban que su próximo encuentro les brindara más oportunidades para compartir y sanar.

  • Me alegra que seas feliz ahora -dijo Mateo viéndola sonreír.
  • Eso es porque justo hace un año, mi vida volvió a dar un giro. Me siento por fin parte de una familia, se lo que es amar y sentirse amada. Aún tengo grandes problemas, por eso quiero tanto este trabajo, pero ya los enfrento de manera diferente y no me asustan porque ya no estoy ni me siento sola

Mateo observó a Gaby con admiración, deseando un día poder decir que también se sente feliz. Se despidieron con una sonrisa, ambos emocionados por volver a encontrarse al día siguiente.




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