Danilo quedó aturdido y sorprendido por la revelación de Roxana. La idea de que su esposa, Lilian Hoyos, a quien recordaba como amorosa y honesta, le hubiera sido infiel durante un año entero le resultaba inconcebible. Se aferró a la esperanza de que Roxana simplemente estuviera mintiendo, que fuera un acto de despecho para sembrar dudas en su mente.
No podía permitirse creer en la posibilidad de que estuviera engañado durante tanto tiempo, sin darse cuenta. Aunque una parte de él quería confrontar a Roxana y exigirle que se retractara, sabía que no podía caer en su juego.
Incapaz de concentrarse en nada más, salió de su empresa, encontrándose con Álvaro afuera, a quien le indicó que no lo necesitaba esa noche y que se fuera a casa. Caminó sin rumbo fijo hasta llegar a un bar, donde buscó consuelo en el alcohol, necesitando ahogar el torbellino de pensamientos y emociones que lo invadían. A medida que tomaba una copa tras otra, trataba de pensar en cómo y con quién lo podría haber engañado. La incertidumbre lo agobiaba, y cada trago parecía insuficiente para calmar la tormenta interna que lo asediaba.
A altas horas de la noche, ya borracho, salió del bar y tomó un taxi. Decidió no ir a casa, optando por quedarse en un hotel. La incertidumbre que sentía lo mantenía aferrado a un hilo de cordura, y aunque estaba física y emocionalmente agotado, su mente seguía buscando pistas, dudas e indicios que confirmaran o desmintieran las palabras de Roxana.
Infructuosamente trató de blanquear su mente, pero seguía luchando con sus pensamientos, sumido en una mezcla de sorpresa, incredulidad y dolor, hasta que se durmió. Al despertar en la mañana, encontró su celular lleno de llamadas, principalmente de la oficina, pero su mente seguía atormentada por la duda y la incertidumbre y no tenía cabeza para nada más.
No solo era la infidelidad de su esposa, sino que además esa relación era algo serio y consciente, ya que planeaba el divorcio. Significaba que no se trataba de un simple desliz, sino que estaba enamorada. La revelación de que Lilian había planeado terminar su matrimonio añadió otra capa de angustia a la tormenta emocional que Danilo enfrentaba.
Se preguntaba una y otra vez cómo fue posible, qué había ocurrido para llegar a esa situación. Siempre pensó que tenía un matrimonio feliz; él era feliz. No podía ignorar esta situación, ya estaba sembrada la duda y no podría seguir viviendo tranquilo. A pesar del dolor y la confusión, llegó a la conclusión de que debía averiguar la verdad, por más dolorosa que fuese. Tenía que descubrir si lo que dijo Roxana era cierto o no.
Danilo llegó a casa antes del mediodía, se dio una rápida ducha y salió tan rápido como ingresó. Se encaminó hacia la oficina, intentando en vano concentrarse en el trabajo. La necesidad de confirmar por sí mismo lo ocurrido, si era verdad o no, pesaba en su mente. Evitó a toda costa encontrarse con Roxana, era la última persona que deseaba ver. Le dio orden a su secretaria de no permitirle entrar a su oficina si intentaba hablar con él.
Los recuerdos de cuando Roxana varias veces se le insinuó antes de la muerte de su esposa venían a su mente. Ahora, todo cobraba sentido, se percató de que ella lo sedujo a sabiendas del engaño de su esposa, por eso le debió resultar más fácil, pese a ser el esposo de su amiga. Entendía que al principio no le comentara, pero consideraba que con el tiempo y la confianza que habían desarrollado, debería haberlo hecho.
Esta situación la percibía como una traición, no podía evitar sentirse decepcionado. Desde hace poco más de un año, comenzaron a tener sus encuentros, por lo tanto, es demasiado el tiempo que tuvo oportunidad para contarle la verdad. Esa noche, tampoco deseaba llegar a dormir a su casa, así que llamó a su mejor amigo James y lo invitó a tomar unos tragos, necesitaba pensar en otras cosas, hacer algo diferente. Con su amigo, solo pudo charlar un par de horas, ya que él tenía un compromiso previo. Sin ánimos de continuar deambulando, optó por regresar a su casa.
Sobre las siete de la noche llegó a casa con un semblante que preocupó a Clemencia.
Se encerró en su estudio, tomó una botella de whisky y comenzó a beber. Clemencia insistía, no podía dejarlo así.
Gaby justo iba a la cocina y se dio cuenta de lo sucedido. Desde que comenzó a trabajar, nunca había visto a su jefe responder de esa manera. Aunque en horario nocturno, solo llevaba tres noches y no conocía su comportamiento, sabía que algo no estaba bien.
Hizo una pausa recordando esos dolorosos momentos.
Gaby, aunque consciente de que no era su responsabilidad, se sintió inquieta y se preguntó qué le estaría sucediendo. Pensó que su preocupación era producto de la empatía que se puede sentir por otra persona. Sirvió el vaso de leche, por eso bajó a la cocina. Regresó con Mateo hasta su hora de dormir.
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Editado: 29.12.2023