Suplantacion: Comienzo Oscuro

Capítulo 17. DESAFIOS

Danilo, Gaby y Mateo estaban hambrientos, querían ya disfrutar de una agradable comida a la orilla del lago, donde habían pasado el día pescando. Decidieron saborear el picnic que habían traído consigo, acomodando todo con cuidado en una manta extendida sobre el prado.

Después de la actividad, se tomaron un merecido descanso para refrescarse y recargar energías. Se recostaron un rato bajo un árbol buscando algo de sombra,

Gaby y Mateo miraban al cielo, adaptando figuras con las nubes.

  • Cuando estaba pequeña me gustaba mucho ver las nubes moverse, me causaba curiosidad la inmensidad del cielo y lo que hay más allá de lo que vemos -le comentaba Gaby a Mateo.
  • Yo no lo había pensado -le contesta Mateo con extrañeza-. Pero me gusta adivinar las figuras.
  • Hace años que no me acostaba así, sin hacer nada, solo disfrutando el momento.

Danilo estaba aparte, pero no lo suficientemente lejos. Los podía escuchar, esa era la idea, por ello, pretendía estar ocupado con las cañas de pescar y la carnada.

  • Contigo siento que he recuperado mi niñez, gracias Mateo. Disfruto tanto estar contigo que no siento que esté trabajando, sino que eres mi amigo.
  • Yo estoy feliz también de conocerte, nunca imaginé que tener una niñera fuera tan divertido -hizo una pausa para mirar a su padre-. Y creo que mi papá también está muy contento.

Gaby volteó a mirar a Danilo, pero éste simulaba no haber oído; se siente satisfecho de verlos tan felices juntos. Permanecen en silencio, disfrutando del sonido de la naturaleza y de la brisa en sus rostros.

  • Estoy pensando en regalarte algo, ¿Cuándo cumples años?" -le pregunta Mateo de repente.
  • Gracias, no es necesario, además todavía se demora varios meses.
  • Yo cumplo 11 en julio y esta vez sí quiero celebrar -dice Mateo con añoranza-.  ¿Cuántos años tienes?
  • Tengo 24 años -Gaby, con una sonrisa, responde con naturalidad, pero quien se sorprende es otro.

La respuesta, aparentemente inocente, provocó una reacción inesperada en Danilo, quien casi se atraganta con el jugo que estaba tomando.

  • ¿Cuántos dijiste?, ¿24 años?, ¿en serio? -preguntaba Danilo, aún sorprendido-. Pensé que tendrías 19 o a lo sumo 20" -continua sin poder evitar su emoción.

Sorprendidos, Mateo y Gaby lo miran atónitos. Como los había escuchado y se afana a preguntar.

  • 24 -confirmó Gaby, sin percatarse de la reacción de Danilo-. ¿Hay algún problema? -pregunta preocupada Gaby.
  • No, no, por supuesto que no -dice Danilo con una gran sonrisa-. Es solo curiosidad. Sin querer, hace tiempo te escuché decirle a Clemencia que terminaste el colegio, en noviembre del año pasado, por eso asumí que tendrías 19 a lo sumo 20 años.
  • Pero nunca te he mentido -Gaby quiere dejarlo en claro-; cuando te proporcioné mi información para el contrato, escribí correctamente todos mis datos personales.
  • Sí, perdón, yo no leí, se lo pasé tal cual a mi secretaria; solo asumí que eras mayor de edad porque no puso ningún reparo. Fue un malentendido de mi parte, ya sabes lo que dicen, es malo suponer.

Danilo, incapaz de contener su alivio, se esforzaba por no dejar que su felicidad se reflejara en su rostro. La revelación de la verdadera edad de Gaby se convirtió en un bálsamo para sus inquietudes. La lucha interna, que mantenía al sentirse atraído por alguien que pensaba era demasiado joven, se disipó. Ahora, al conocer la realidad, se daba cuenta de que la diferencia de edad no era tan significativa, apenas ocho años.

Se reprochaba haberse preocupado tanto y por haber tratado de evitar a Gaby cuando, en realidad, no era una niña. La carga emocional se disipó, y un ánimo repentino le invadió. Este cambio de perspectiva le permitió disfrutar plenamente del momento, y hasta el cansancio que antes le afectaba, se desvaneció. El resto de la tarde transcurrió en un ambiente más relajado y alegre, liberándolo de las tensiones que lo habían acosado.

Gaby no le dio mayor transcendencia y estaba ajena a los pensamientos de Danilo. Quien dentro de sus emociones.

  • A mí me parece que te ves muy joven -dice Mateo con una sonrisa-. ¿Verdad papá? -Danilo tan solo asintió, mirando a Gaby con otros ojos.

Mateo y Gaby continuaron charlando sobre otros temas, mientras Danilo, con una sonrisa en el rostro, reflexionaba sobre sus malentendidos y prejuicios acerca de la edad de Gaby. Lejos de ser una niña, Gaby era una joven mujer, independiente y madura, y Danilo comenzaba a aceptar que sus sentimientos iban más allá de la camaradería.

Pronto anochecería, recogieron y guardaron todo. Fue un día largo, pero bonito y revelador. Danilo tomó en sus brazos a Mateo con cariño.

  • Gracias, hijo, por darnos una oportunidad -expresó Danilo con sentimiento.

Mateo, sintiéndose libre de sus cargas, respondió:

  • Gracias a ti, papá, por siempre estar pendiente de mí y no olvidarme -le dijo volviendo la mirada a Gaby, el artífice de todo.




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