Danilo se despertó con la luz tenue del amanecer. Al abrir los ojos, notó que Gaby descansaba plácidamente sobre su hombro, con su brazo alrededor de ella. Se sentía feliz y tranquilo.
No quería despertarla, no solo porque temía que ella se sintiera avergonzada por amanecer entre sus brazos, sino también porque disfrutaba el momento. Permaneció inmóvil, contemplándola con suavidad, sin atreverse a perturbar la quietud del instante. Gaby se movía ligeramente, como si estuviera soñando. Danilo la miró con ternura; se sentía tan cerca de ella, tan conectado a ella.
Minutos después, Gaby abrió los ojos de repente. Se volteó mirando a Danilo con expresión de sorpresa. Danilo hizo un esfuerzo por simular que también recién se despertaba.
Gaby recogió apresuradamente las tazas y la manta. Se dio la vuelta y corrió hacia la casa. Danilo la miró alejarse, con una sensación de tristeza. Sabía que no había algo entre ellos, pero también sabía que Gaby no estaba preparada para una relación. Se quedó allí, parado en el jardín, durante un largo rato, pensando en lo que acababa de pasar y cómo se sentía.
Danilo, a pesar del caos que vive en estos momentos, en su vida y en la empresa, toma la decisión de postergar sus numerosas ocupaciones y dedicar un tiempo extra para compartir el desayuno con su hijo, a quien prácticamente no vio el día anterior.
Después de ducharse, se dirige a la oficina y comienza a avanzar en sus tareas mientras espera que Mateo despierte.
Mientras tanto, Gaby se encuentra atormentada por no poder apartar a Danilo de sus pensamientos. Repasa la noche anterior, reprochándose por no haberse levantado ni cuando él le besó su mejilla ni después cuando sentía que el sueño la vencía. No pudo evitar sentir vergüenza al recordar que no solo durmió profundamente, sino que también amaneció entre sus brazos. Aunque, en su interior, reconocía que aquel momento al despertar y abrir los ojos a su lado fue tierno.
Gaby intentando despejar su mente y liberarse de esos pensamientos, toma una ducha con agua helada. Piensa que tal vez así logre deshacerse de las sensaciones que la inquietan y han dejado una huella imborrable en su cuerpo y pensamientos.
Luego atiende a Mateo, lo ayuda a prepararse y juntos bajan para el desayuno. Clemencia ya ha dispuesto la mesa. Gaby le pide a Mateo que vaya al estudio a buscar a su padre y lo invite a desayunar. Decidida a actuar con normalidad, Gaby intenta dejar atrás los acontecimientos de la noche anterior. Fue un desayuno compartido en el que conversaron sobre trivialidades.
Danilo se disculpa con su hijo y le explica que tiene muchas responsabilidades en la empresa, por lo que debe ir a trabajar. Asegura que tratará de llegar temprano para la cena y pasar tiempo con ellos. Se despide deseándoles un grandioso día y se retira, dejando a Mateo contento y a Gaby tratando de mantener la compostura.
Gaby se dirige al jardín con Mateo y le expresa que hay algo que desea hablar con él.
Mateo baja la cabeza, moviendo nerviosamente las manos. Gaby le asegura:
Lo abraza por un momento y luego lo separa, diciéndole:
Gaby le propone que los tres se reúnan y ella le explica a Danilo. Sin embargo, Mateo, visiblemente inquieto, pide que no lo hagan los tres juntos. Gaby, tratando de calmarlo, acepta su decisión y le asegura que lo hará directamente. Le agradece y asegura que su padre no lo reprochar, pero necesita conocer la verdad.
Gaby se sentía reconfortada al saber que hablaría con Danilo. Estaba segura de que él necesitaba conocer la verdad y confiaba en que tomaría las decisiones adecuadas para tratar profesionalmente a Mateo.
Dirigiéndose a Mateo, le preguntó:
Danilo en la empresa, asumiendo su papel de líder, convoca a una reunión con su equipo para abordar la situación crítica que están atravesando tras los problemas causados por Roxana. Su tono es serio pero decidido, reflejando la gravedad de la situación.
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Editado: 29.12.2023