Gaby se encuentra en una encrucijada emocional, incapaz de imaginarse como la pareja de alguien como Danilo Montalbán. Se percibe a sí misma como una mujer humilde, con solo un bachillerato y sin la experiencia que considera necesaria, para encajar en el mundo al que él pertenece. Su único atributo, según ella, es ser tremendamente trabajadora.
Aunque comprende la atracción mutua y que disfrutan la conexión especial que comparten, teme que su realidad y su origen actúen como una barrera insuperable. La idea de enfrentarse al juicio de los demás, de decepcionar a Danilo y convertirse, o convertirlo, en objeto de críticas o burlas, la llena de ansiedad.
Como si intuyera la angustia que la embarga, Danilo, con una expresión tierna, busca aliviar sus preocupaciones:
Con voz suave, Danilo prosigue expresándole sus sentimientos:
El jardín queda envuelto en una atmósfera de expectación y emociones intensas, mientras ambos se enfrentan a la posibilidad de dar un paso más allá de la relación laboral. Con voz temblorosa, Gaby le dice:
Sin esperar más, sale corriendo hacia su habitación, dejando a Danilo; quien, a pesar de todo, se siente contento por haber expresado sus sentimientos. Aunque le preocupa haber asustado a Gaby, se queda allí, reflexionando sobre la situación y esperando que esta confesión no afecte la relación ni la armonía que han construido en la casa.
Esa noche, el cansancio venció a los pensamientos, y ambos durmieron profundamente. La mañana siguiente, Danilo madrugó y no se cruzó con Gaby. Ella se sintió un poco triste por no verlo, pero no creyó que él estuviera huyendo debido a su rechazo.
Prácticamente fue el primero en llegar ese sábado a la empresa. El día anterior, solicitó a su secretaria que convocara la presencia de empleados claves, para una reunión especial y les hizo ciertos encargos.
La sala de reuniones estaba iluminada y lista para recibir a los participantes. Las sillas dispuestas en orden, documentos esparcidos por la mesa y una expectativa vibrante en el aire. Los empleados, algunos con expresión de curiosidad y otros con intriga, se encontraban reunidos, esperando las noticias que Danilo tenía para compartir.
La sorpresa se apoderó de la sala cuando Fabio Duarte, el mismo diseñador que había sido acusado de robar sus propios diseños hace unos años, hizo su entrada. Murmullos y gestos de incredulidad se propagaron entre los presentes. ¿Cómo era posible que él, señalado como ladrón, ahora se presentara en la empresa?
Danilo, sin embargo, estaba contento. Su rostro reflejaba confianza y alegría mientras se dirigía hacia Fabio. Con un apretón de manos firme y una sonrisa sincera, lo recibió como si fuera algo natural.
Las miradas de incredulidad cedieron ante la actitud positiva de Danilo. Fabio, agradecido por la oportunidad de reintegrarse, asintió con serenidad. Danilo se dirigió al personal que esperaba ansioso. La atmósfera estaba cargada de incertidumbre, pero Danilo se dispuso a disipar cualquier duda.
El asombro se reflejó en los rostros de los presentes, mientras Danilo continuaba explicando la situación. Una ola de murmullos y comentarios se extendió por la sala. Sin embargo, Danilo continuó:
En ese instante, un empleado expresó su preocupación:
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Editado: 29.12.2023