Suspiros.

Capítulo 20

https://www.youtube.com/watch?v=KOKSKRxIB8I&start_radio=1&list=RDKOKSKRxIB8I

Canción: Pausa de Izal

                                                                                  ..................

- ¿Y qué piensas? - preguntó Elizabeth a Adler

- No lo sé, el debió habérselo ganado- le respondió mientras le acariciaba el cabello y dejaba que ella reposara sobra su pecho en el parque.

- No lo sé, él estaba muy triste, te juro que nunca creí verlo tan débil, debe estar sufriendo mucho, ojalá pudiera arreglar las cosas, no me gusta verlo así, no se lo merece

- Pues tal vez sí se lo merece

- No, no digas eso, estoy segura que… - él la interrumpió con un beso

- Tranquila, no te preocupes por él, no te incumbas en eso, mejor dejemos de hablar de eso y disfrutemos- volvió a sonreírle y a besarle.

La tarde romántica que tenían que pasar disfrutando del parque se convirtió en una conversación sobre lo que había experimentado Elizabeth con Raymond. En el rato que llevaban acostados sobre el pasto Elizabeth le había platicado sobre el dolor de su jefe.

- Oye- detuvo el beso- tú tampoco quieres a tu padre ¿verdad? -se preocupó- por favor trata de hablar con él, conversen, no sé exactamente tu odio hacia él, pero recuerda que son familia, ahora que vi a Raymond sufrir no me gustó verlo tan decaído, él es un padre que en verdad sufre por su hijo, por favor, trata de mejorar tu relación

- No- movió su cabeza en señal de un no- no es tan fácil, no quiero

Ella se levantó y sentándose quedó a la misma altura que él. Le agarró sus manos y le miró fijamente

- Escucha, hubo un tiempo en que yo también discutí muy fuerte con mis padres, no los quería ver, no quería hablarles y no me interesaban en absoluto, creí que en verdad los odiaba, pero después de un tiempo me di cuenta de que no podía seguir así, yo era su única hija y sabia el esfuerzo que siempre habían hecho por mí, no era justo que yo les evitara y que les lastimara con mi indiferencia. No se lo merecían, además yo también me lastimaba y no quería seguir sufriendo cuando sabía que era la culpable de haberme buscado ese dolor. No sé qué es lo que ha pasado contigo y no me interesa saber el culpable, solo sé que debes de perdonarlo, debes de superar todo lo que te lastima para poder ser… feliz

- Escucha ell…

- ¡Por favor Adler prométeme que hablaras con tu padre!, no me gustó ver a don Raymond llorar, me recordó a mis padres cuando yo los lastimé, aunque él te haya hecho mucho daño trata de hablar una última vez con él y exprésale lo que sientes, y si él no quiere cambiar contigo o hablar o arreglar las cosas contigo por lo menos tú sí perdónalo, no seas como él entonces. Pero tú también debes darte la oportunidad de poder saber perdonar y olvidar el pasado, ya no puedes vivir con tanto odio y recordando el pasado todo el tiempo, por favor prométeme que hablaras con tu padre

- Pero no… -Ella le apretó las manos

- ¡por favor Adler! ¡Por favor hazlo! Tampoco quiero volver a verte tan triste a ti, me ha dolido verte sufrir, y no quiero volver a verte que te hagas daño.

Aquellos ojos lo terminaron convenciendo, no podía negarse a cumplir con algo que su novia le pedía. Además, sabía que tenía que hacerlo, tenía que cerrar por última vez el ciclo de odio que llevaba cargando por años. No podía permitirse seguir pensando en el pasado, no ahora que otra vez había vuelto a enamorarse.  Ahora Elizabeth era su amor, era su futuro, era su nueva vida. Gracias a ella había vuelto a sonreír, a relajarse y hacer el mismo joven extrovertido.

Esperó una semana para poder ir la casa que lo había visto crecer. Eran las nueve de la noche y sabía que ya habría llegado su padre del trabajo. Estacionó su coche fuera de la casa, tocó el timbre y pidió entrar, le era extraño pedir permiso para ingresar a su casa. No tardó mucho para que una sirvienta le abriera. Al ver al joven Adler se sorprendió bastante. 

Con paso lento caminaba hacia los adentros de la casa, pero cada vez que daba un paso podía sentir un estremecimiento en su cuerpo, podía sentir sus piernas temblar, nudos en la garganta, su respiración acelerarse y su corazón latir aceleradamente. Con cada paso escenas de su pasado le llegaban a la mente, miraba el jardín y observó que aún se encontraba el gran árbol que acostumbraba a subirse, los grandes rosales donde le pidió a Dagmar ser su novia, el gran salón donde incontables veces celebraron con Vilhelm y los Vial, cada paso un recuerdo. Le era difícil seguir, pero sabía que lo tenía que hacer, cuando finalmente entró pudo normalizar su respiración.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.