La felicidad que sentía Adler era inefable. Al fin había vuelto a enamorarse, encontrar el amor en una persona que la creía su Ángel. No paraba de pensar en ella, en decirle que la amaba y de verla, se había vuelto su amuleto de la suerte. Ahora era su todo. Era un deleite estar con ella. Se sentía tan afortunado.
Ya habían pasado algunas horas, y ya les habían notificado a sus mejores amigos de que se casarían. Cuando se enteraron Jenell no paraba de gritar y abrazarlos, se sentía tan feliz por ellos. Pensó que había sido su cupido y exigió un gran regalo para ella. Jaden sonrió abrazándolos, pero con una cierta extrañeza que solo notó Jenell.
Al día siguiente Adler quiso llevarla con su padre y con Sofía. Al principio Elizabeth rechazó la propuesta. Se sentiría cohibida ante ellos, ante personas que no sabían de su relación y que prácticamente eran sus jefes.
- Tranquila, todo estará bien- le dijo mientras le acariciaba su espalda- ya les había dicho que amaba a alguien. Ahora es el tiempo de que te conozcan y sepan de cuánto te amo
- Está bien- contestó nerviosa
Adler llamó a su padre y a Sofía diciéndoles que les tenía una gran noticia y quería verlos en la noche. A su padre solo le comentó que era una gran noticia que le haría feliz y que por solo esa noche reservara su tiempo para su hijo. A Sofía le platicó que le presentaría a su novia dejándola emocionada y más intrigada que nunca.
En la noche Adler y Elizabeth llegaron a la mansión, les abrieron la puerta y pasaron hasta la entrada principal. Con gran nerviosismo caminaba Elizabeth, decía que tenía miedo y quiso arrepentirse de cenar esa noche.
-tranquila- evitó que se subiera al automóvil nuevamente- todo estará bien, tú los conoces, ellos te quieren, ya verás que todo saldrá bien
-pero qué tal si ellos piensan que no soy lo suficiente para ti, me rechazarán y dirán que no…- se percibía triste
-tu eres lo más maravilloso- la interrumpió- eres preciosa, tranquila todo estará bien, yo te amo- la agarró sus mejillas para que lo viera a los ojos- si aún ellos no te quisieran no me importaría, porque sé que yo me quedaría a tu lado.
- pero eso no…- la calló y sostuvo su mano para que caminaran.
Al entrar observó grandes maravillas, sabía que era hermosa la mansión, pero por dentro era aún más alucinante. Decoraciones ostentosas, muebles, y unas escaleras impresionantes de mármol que se asemejaban a los cuentos de princesas.
No había nadie a su espera, Adler la condujo al comedor y cuando entraron los observó. Ahí estaban esperándolos de pie. La mesa se encontraba decorada con velas, bandejas de comida, y vinos, gran elegancia que no sabía si disfrutaría.
Al verlos, los sonrió y dio un gran saludo. Sofía fue la primera en preguntar.
- ¿Elizabeth? - dijo Sofía impresionada al verla agarrada de la mano de Adler
- ¿Qué pasa Adler? - preguntó feliz pero intrigado Raymond
- Padre, Sofía, quería presentarles formalmente a Elizabeth y decirles que ella es la mujer de la que estoy locamente enamorado – la abrazó- ella me ha cambiado mi vida completamente y solo les quiero decir que la amo. – le dio un beso en su mejilla
- ¿enserio? - sonrió Raymond y caminó hacia ellos- ¡qué gran sorpresa! Pero estoy muy feliz por ustedes, ¡felicidades!
Con una gran sonrisa y lleno de emoción los abrazó.
- Señorita Elizabeth estoy muy feliz de que sea usted la que esté con mi hijo
- Bueno, padre hay algo más que quiero decirles
- ¿qué pasa?
- ¡nos vamos a casar! - le dijo con gran emoción.
Raymond se emocionó y lo volvió a abrazar, a Elizabeth también la abrazó y le dio gran recibimiento.
- Esto es de lo más agradable, me siento tan feliz por ti hijo. Ya veo porqué has cambiado tanto. Ella es la que te hacía sonreir.
- Gracias papá
- Señorita Elizabeth, es gracioso, pero ahora ya no será solo de mi empresa sino parte de esta familia, bienvenida y espero que en verdad sean muy felices
- Gracias señor- le sonrió
- Pero ya no me diga señor que ahora seremos familia
Con la aceptación de don Raymond Elizabeth se tranquilizó, se sintió feliz y querida.
- ¿tía? - volteó hacia Sofía que aún se encontraba en el mismo lugar- ¿no te da gusto?
- Claro- le dijo no muy convencida y con el rostro serio- es que esto ha sido una gran sorpresa- fingió sonreír
- ¿y te quedarás ahí parada? - le preguntó Raymond