Suspiros.

Capítulo 24

Adler se encontraba en su casa trabajando en su laptop, Jaden llegó interrumpiéndole y dando una palmada en su espalda para molestarlo. Empezaron a bromearse y a charlar

- ¿Entonces ya decidieron fecha?  - preguntó Jaden cambiando de tema

- Si, será en seis meses, estoy tan feliz

- Se nota- se burló

- La verdad es que yo le propuse en un año, pero se burló de mi diciendo que era mucho tiempo, así que decidimos para ese tiempo, pero bueno supongo que es mejor- suspiró- ya le comenté a Raymond y está feliz- volvió a sonreír

- Pues me alegra

Jaden siguió escuchando a su amigo emocionado sobre algunos preparativos para la boda.

- Adler…-lo interrumpió

- ¿qué pasa? ¿no te gusta el salón? - preguntó

- No, no es eso, está perfecto, pero bueno… no sé cómo decírtelo…no es sobre la boda, pero sí de Elizabeth

- ¿le ha pasado algo? - se preocupó

- ¡No! No es eso, no te preocupes, ella está bien

- ¿entonces?, habla ya hombre que solo me preocupas

- Está bien- respiró profundo- ¿acaso no te has preguntado por qué cuando Elizabeth se enteró de que eres el hijo de Raymond vino a ti nuevamente?

- Porque me ama obviamente

- No, a lo que me refiero es que estuviste mucho tiempo rogándole cuando ella te rechazó, no la dejabas en paz y siempre te ignoró, pero de repente se entera que eres Adler Herman y a los dos días viene a ti como si nada hubiera pasado proponiéndote matrimonio

- Jaden ¿qué estás insinuando? - se empezó a enojar

- Solo digo que se me hace raro que haya actuado así, tan solo imagínate, ¿qué hubiera pasado si ella no se enteraba de la verdad?

- Hubiera hecho lo mismo

- Pero…

- Jaden, date cuenta de lo que estás hablando, ¿dices que mi novia regresó conmigo solo porque se enteró de esa verdad?¡eso es absurdo! - le gritó- ¿por qué haría tal cosa?

- Porque sabe que eres el hijo de su jefe, y si aceptaras la herencia de tu padre, serias el nuevo director de la empresa convirtiéndote en un hombre más adinerado

- ¿ahora dices que ella es una mujer interesada? Para empezar, ella fue la que me dijo que perdonara a mi padre, aun sin saber la verdad, y es una mujer muy trabajadora, jamás se fijaría en cosas como el dinero

- ¿entonces por qué más volvería tan rápido a ti?

- ¡porque me ama!, ¡entiéndelo!, no todas las mujeres se fijan en el dinero que un hombre posee

- Pero...

- ¡Basta Jaden! ¡no quiero seguir escuchándote! ¡Dices solo estupideces! No puedo creer que mi amigo piense estas cosas de mi prometida, sabes que ella me ha cambiado completamente

- Porque soy tu amigo me atrevo a decírtelo, y porque precisamente sé que te ha transformado y harías cualquier cosa que te pidiera, mil veces te dije que perdonaras a tu padre, pero nunca me hiciste caso, llega ella y a la primera te convence, estoy agradecida con ella por hacerte feliz, pero puede ser que tal vez ella…

- ¡basta ya! No quiero seguir escuchándote- alzó más su voz levantándose del asiento y caminado hacia la salida

- Tan solo piensa… - se levantó también del asiento y habló más alto para que lo pudiera seguir escuchando mientras se alejaba- ¿si ella te pidiera que aceptaras la herencia de tu padre le harías caso?

Permaneció observando como su amigo desaparecía de la sala, agarrándose los cabellos y sintiéndose arrepentido por lo que había dicho. No sabía si lo que había comentado había sido lo mejor, pero ahora ya era tarde para recuperar el tiempo y no haberle dicho lo que pensaba.

Precisamente porque se consideraba su mejor amigo es que le había dicho, lo había visto sufrir todos estos años y no quería que sufriera, lo mejor que quería para su amigo era verlo feliz, Elizabeth había demostrado hacerlo feliz y ser una mujer íntegra, pero no sabía ni porqué, pero estaba sospechando de ella, de la actitud que tuvo con Adler, tal vez se estaba equivocando y todo lo que había pensado y dicho había sido un gran error.

 

Recordó la primera vez que lo vio en la universidad de Bélgica. Había llegado un chico nuevo a su salón después de dos semanas que ya habían comenzado las clases. Al verlo muchas chicas se emocionaron provocando celos de algunos compañeros. Y desde que llegó su rostro serio no paraba de intrigar a las chicas y de fastidiar a los chicos. No hablaba, no se reía, no participaba y solo se limitaba a escuchar las clases.




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