Suspiros.

Capítulo 37

Se encontraba recostada en la cama. Apenas había despertado y sintió el dolor en su brazo izquierdo. Miró el cuarto, todo completamente blanco y pulcro. Sus signos vitales decían que estaba bien.

Se preguntó qué es lo que había pasado para que estuviera ahí.  Pronto lo recordó. Adler se había enterado de toda la verdad.

Las lágrimas comenzaron a caer. Se sentía de lo más repugnante. Nunca se atrevió a decirle y se enteró de la peor forma.

Quería verlo y explicarle bien. Quería decirle que en verdad a él amaba. Ya no le importaba Loan, él era su presente y quería que fuera su futuro.

Pasó algunos minutos más atormentándose sobre lo ocurrido e idealizó cientos de opciones para poder pedirle perdón.

La puerta sonó una vez y sin dar tiempo a contestar abrieron la puerta. Era Jenell.

Se alegró de verla, le sonrió y después su semblante decayó. Ya sabía la verdad.  

Jenell la observó e inmediatamente desvió su mirada. Se recostó sobre la puerta y cerró sus ojos.

- Hola - Elizabeth la saludó.

No hubo respuesta. Permanecieron varios minutos en silencio.

- ¡Perdóname! - volvió a hablar- Jen, por favor mírame. Por favor jen.

- ¿Por qué? -  Le preguntó tajante aún con sus ojos cerrados.

- Yo… no lo sé…yo… amaba ciegamente a Loan. Sabes… él fue mi primer amor, pensé que estábamos hechos el uno para el otro, pero… no era así. Cuando nos separamos sentí que mi vida no valía nada y Loan volvió a darme un propósito. El propósito que… fui cumpliendo hasta que… hasta que me enamoré de Adler. - las lágrimas comenzaron a salir - no quería hacerle daño a nadie, sólo que…

- ¡Pues le hiciste daño a todos! - le gritó con lágrimas volteándola a ver.

- Lo sé, pero… Es que…Loan apareció

- Loan, Loan, Loan - se rio- ¿él apareció y tu plan por fin será ejecutado?

- ¡No! Ya no lo quiero, te juro que amo a Adler, en verdad me enamoré de él.

- ¡Mentirosa!

- Te lo juro jen. Tu más que nadie sabe cómo era antes de conocerlo. Tú misma me dijiste que cambié gracias a él. Antes de conocerlo seguía pensando en Loan, seguía con mi sueño absurdo de reunirme con él, pero después lo conocí y simplemente Adler arruinó todo, y sólo porque me enamoré, y porque sabía que ya no podía esperar a algo que nunca sucedería. Adler… se convirtió en mi todo.

- ¡Mentirosa! ¡Todo lo que sale de tu boca son mentiras!

- No, yo…

- ¡Ya cállate! ¿Dices que amas a Adler, pero te acostaste con Loan?  Vas a negar tu traición tan asquerosa? Eres tan… -se burló- no tienes idea de cuánto me decepcionas, no tienes idea de cuánto te desprecio ahora.

- Jen…- se entristeció más. También sabia de sus demás actos horribles.

- ¡Te admiraba Elizabeth! Eras alguien tan perfecta, mi… mejor amiga. Siempre te presentaba como la mejor, como la mujer más noble, trabajadora, simpática, leal y confiable. Una chica que no decía mentiras y que sabía qué hacer y lo que quería. – sonrió tristemente. – ¡Todo era una farsa! Una completa farsa tuya. Eres una genial actriz. Engañaste a todos- se burló- me mentiste- inclinó su mirada- mentiste todo a cerca de nosotras, creaste una maldita amistad falsa 

- No, yo te quiero, tú en verdad eres mi…

- ¿Amiga? -la interrumpió burlándose- que triste es saber que tú no eres la mejor amiga de tu mejor amiga ¿no lo crees? Confiaba ciegamente en ti y tú sólo me diste una careta. Me hiciste sentir mal cuando dejé a Alois por Jaden. Llegué a pensar que era lo peor gracias a tus palabras. Me sentí estúpida en ese momento porque sabía que tenías razón, sin en cambio… fui sincera con mis sentimientos. Hice lo que mandaba mi corazón, terminé bien con Alois

- Pero tú… mi mejor amiga hizo lo más despreciable.

- Pasaste a hacer de la mujer perfecta, de mi mejor amiga, de la mejor trabajadora y de la mejor mujer a… ¡la más abominable de las mujeres de este mundo! No sabes cuánto me arrepiento de haberte recibido en mi casa y de aceptarte como mi amiga. – se limpió las lágrimas

- Jen… – le hablaba ahogándose en llanto.

- Solo vine a verte para decirte esto, para despedirme de ti por última vez. Ya no quiero verte nunca más. Pero tal vez de eso no me tengo que preocupar por que tu amado te llevará. De todas maneras, nunca más regreses. Lárgate como lo tenías planeado. – se volteó para abrir la puerta




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