Eran las nueve de la noche. La oscuridad abundaba, el viento soplaba con fuerza. Las nubes viajaban a gran velocidad y a pesar de la cantidad aun podía verse la luna llena.
Se sentó en la cama al escuchar el sonido de la puerta al tocar. Dio permiso para que entraran y entró una mujer uniformada de blanco con una charola en su mano. Colocó los platos de comida y el té en una mesa pequeña que se encontraba al lado de la cama.
- Un muchacho vino a visitar al señor. Creo que también lo conoce usted- le dijo acomodando las cosas.
- ¿Cómo se llama? - preguntó rápidamente.
- No lo sé. Le dejo su cena, con permiso.
- Espera… - la detuvo- ¿sabes por qué ha venido?
- No, no tengo idea. Se encerraron en el despacho. Pero creo que ya se iba a ir.
- No, yo tengo que…- comenzó a buscar sus zapatos con desesperación
- ¡No lo haga! - le comentó acercándose a ella. – ya debió haberse ido. Además, al joven no le gustará que salga de su habitación. Aun no se encuentra bien. Recuerde que tiene que cuidarse el brazo, aun no se ha recuperado y más que nada debe de cuidar a su bebé. – le dijo con preocupación recordando el golpe que había sufrido al tratar de escapar de la casa anteriormente. – el joven no debe de tardar en subir para darle de cenar- miró su brazo izquierdo enyesado.
No dijeron nada más y la mujer salió del cuarto. Con cuidado se levantó de la cama y caminó hacia los ventanales que miraban hacia la entrada principal de la casa. Abrió las cortinas permitiéndole ver el paisaje. Todo se veía absolutamente igual. Ya se había acostumbrado a esa vista. Ver el camino de piedras que conducía la entrada de la casa. Las lámparas de color amarillo tenue que se encontraban a los lados del camino formando un pasillo precioso gracias a su iluminación. Las cientas de figuras que estaban hechas en los árboles. Las miles de flores de todo tipo que adornaban cada rincón de la casa. El automóvil de Loan que se encontraba estacionada y solo por esta vez, extrañamente estaba una moto deportiva de color negra.
Se acercó más al vidrio y se inclinó sobre éste deseando que en verdad fuera él. Sin en cambio, bajó su mirada. Sabía que a él no le gustaban las motos. Volvió a levantar su rostro y entonces lo miró. Ahí se encontraba saliendo de la puerta principal, vestido todo de negro con chaqueta de cuero.
Podía observarlo bien gracias a que la habitación se encontraba en el segundo piso y en un extremo de la casa pudiendo permitirle la mejor vista.
Él no mostraba alguna expresión de enojo o tristeza. Estaba completamente serio sin dar a demostrar algún sentimiento. Agarró el casco que se encontraba encima del asiento. Lo giró un par de veces y entonces levantó su rostro.
Sus miradas conectaron. Elizabeth posó la palma de su mano derecha sobre el vidrio. Quería correr hacia él. Su corazón estaba agitado. Sus manos comenzaron a temblar y la primera lágrima comenzó a descender. Cerró sus ojos por un instante. Y bajo ese instante pronunció un te amo desde lo profundo de su corazón.
Volvió a abrir sus ojos. Él seguía igual. Parado, observándola sin ninguna expresión. Montó la moto poniéndose el casco. La encendió y se acercó de tal modo que la pudiera ver mejor. Volvió a quitarse el casco y levantó su mirada. Esta vez demostró tristeza en sus ojos. Bajó y volvió a levantar su rostro. Por un instante le sonrió dulcemente pero pronto volvió a decaer su semblante al observar Loan detrás de ella. Él puso una de sus manos en el vientre de ella recordándole el bebé que estaba esperando y la besó sobre su mejilla sonriéndole. Ella aun con lágrimas en los ojos permaneció sin hacer nada más que solo observarlo con tristeza. Loan limpió las lágrimas de sus mejillas y entonces ella bajó su mano del vidrio dejando ser tocada por él sin nada más que hacer que solo cerrar sus ojos.
Él se puso el casco y comenzó a provocar ruido por la aceleración. Dio algunas vueltas bajo el mismo lugar del patio y entonces por última vez volvió a mirar hacia arriba para encontrarse con Loan tocando su vientre con sus dos manos y ella con la misma expresión de lástima y desconsuelo, pero incapaz de hacer algo.
Otra vez estaba lleno de furia, deseo, celos, y posesividad que sentía que su cuerpo estaba a punto de destrozarse.
Con toda la velocidad que podía conseguir salió de aquella casa.
Su decisión estaba tomada.