Se encontraba en la cocina ayudando a preparar la comida. Dejó los utensilios y caminó hacia la sala. Miró a la pequeña, se encontraba en el sillón observando un programa de espectáculos. La niña escuchó los ruidos de los pasos y entonces volteó hacia atrás sonriéndole.
- ¡Mamá! ¡Mamá! - gritó entusiasmada corriendo hacia ella. – mira - señaló la televisión- están hablando del ganador de los premios
- ¿Cuáles premios? - preguntó sonriendo ante los jaloneos de la niña para acercarse a la pantalla.
- ¡El premio al mejor arquitecto más joven y guapo del mundo!, mira es él -señaló entusiasmada
En ese momento sintió que su corazón se detenía. Quería sonreír, pero no podía, quería alegrarse por su sueño logrado, pero sabía que si lo hacía rompería en llantos recordando absolutamente todo. Observaba como él caminaba con una sonrisa. Llevaba puesto unos jeans azules, botas negras, playera negra y un saco negro que recompensaba lo casual que iba vestido para hacerlo ver más elegante. Se encontraba con distinto peinado, chinos más largos a la que estaba acostumbrada a ver y ahora tenía barba que lo hacía ver más mayor, maduro y atractivo. Verlo le dolía aún más. Se había acostumbrado a un sufrimiento, pero volverlo a ver le recordaba la felicidad que no tenía a su lado, le revivía lo real y doloroso que en verdad era haber perdido todo.
- ¡Es muy guapo tanto como papá! ¿Verdad?
- ¿Quién es tan guapo como yo? - preguntó Loan entrando
- ¡Papá! ¡Papá! - corrió hacia él
Él la abrazó y la cargó besándola en la mejilla. La bajó y alborotó su cabello largo y negro. Después se acercó a su esposa y depositó un beso en su mejilla saludándola.
- ¡Mira ese arquitecto! - apuntó con su dedo- ha ganado un premio por ser el mejor arquitecto del mundo- realzó la último palabra- ¡Y es muy guapo y tiene sus ojos azules como los míos!- sonrió apuntando sus dedos a sus pupilas.
- Es un increíble hombre, pero no es el mejor arquitecto del mundo – miró a la pequeña
- ¿enserio?- preguntó entristecida
- por ahora no, solo ha ganado el Prix Versailles. Se lo están dando porque al parecer ha diseñado un hotel muy bonito en Australia, pero la prensa le pone más atención a él porque también ya ganó el premio Driehaus. Y por ahora sí es el arquitecto más joven que está ganando premios y la gente considera que llegará a ganar el premio Pritzker muy pronto convirtiéndose en el hombre más joven con ese premio.
- ¿Hay tantos premios? -se sorprendió
- sí, él es el arquitecto del momento. – observaron la pantalla como Adler abrazaba al jurado.
- ¡Que genial! - exclamó fascinada
- ¿está en París? – preguntó Elizabeth
- Si- le respondió mirándola- está en la sede de la organización de las Naciones Unidas Para la educación, la ciencia y la cultura.
- ¿enserio? - ¡vamos! – exclamó la pequeña
- La verdad es que me han invitado- lo miraron ambas asombrándose- pero he preferido estar con mi familia- conectó la mirada con su esposa.
- Quiero conocerlo papá, vamos- le rogó
- Hoy no Aurora, no podrás conocerlo, con la presentación estará muy ocupado.
- ¡Qué lástima! - se sentó en el sillón abucheado y demostrando su tristeza y enojo
- Pero sabes… te diré una cosa que de seguro te alegrará- le comentó sentándose a su lado
- ¿Qué? - volvió a interesarse
- ¡Ese arquitecto fue quien hizo nuestra casa! Él diseñó absolutamente todo de aquí
- ¿enserio? – se sorprendieron ambas.
La pequeña con emoción reflejando la felicidad en su rostro. Elizabeth con un hilo en su garganta que la ahogaba cada vez más.
Seguía parada observando lo que estaba en frente. Por una parte, miraba a su hija sonriéndole a su padre y queriendo saber más del hombre de la televisión que parecía ser ahora el nuevo ídolo de su hija. Loan, contándole, pero a la vez negando su verdadera relación familiar.
Permaneció en silencio escuchando las voces, pero prestó más atención cuando Adler comenzó a hablar tras el micrófono agradeciendo. Su voz seguía igual a pesar de hablar en francés.Y el rostro con lo que decía aquellas palabras notaba su alegría. Se preguntó si era ella la única que no lo había olvidado. Si era la única que no había olvidado todo el amor que alguna vez existió entre ellos.