Tarde En El Verano

—Capítulo 5—

(PASADO).

REBECCA.

Recibí un seguido del único hijo de Sir Henry L. Cromwell, uno de Los hombres más prestigiosos de aquí, mueve los medios televisivos como algo de sus tantas acciones menores, Compañías de Internet y sin contar más de sus otras empresas donde está asociado. Su nombre resuena más de una vez en cualquier sitio, considerado uno de los hombres más arrogantes y groseros que se te puede presentar, se divorció de su mujer hace siete años, Otra gran empresaria del mundo artístico la cual se niega a soltar el apellido que él infiel esposo le daba, Zinaida Cromwell, o mejor dicho Zinaida Black.

Ahora sé de donde saco su hijo el gustito por andar de “romantico”.

Como bien lo dijo Cox, Alfred se mueve en ambientes distintos, sus cuentas son privadas y abreviadas. Nadie de los medios pudiera darse cuenta de todo lo que publica en ellas. Bueno, si lo hiciera apuesto que eso no se publicaría jamás.

Veo los videos que ha subido, fiestas, alcohol, juegos de azar, conciertos y autos clásicos son lo que lo definirían por ahora. Lo típico que se espera ver de alguien a quien le importa una aguja en un pajar.

No hay una sola foto donde se muestre completa su cara y eso me genera intriga.

Sigo observando sus fotos y veo que tiene estilo al vestir, tiene presencia, aunque ahora que lo pienso solo lo he visto con el uniforme escolar.

Sigo bajando y tal como dijo Ari, siempre sale rodeado de mujeres, tal vez le gustan todas las que se le pasean por enfrente, «puedes ser una de ellas» me dice la conciencia.

—Mierdaaa…

Y me niego rotundamente a serlo, no lo soportaría jamás. Sí, me estoy haciendo cuentos sin fundamentos.

Sigo viendo sus videos, el cuanto bebe para ser exactos, videos en clubes nocturnos, probando Shots, fotos en Yates, jet privado y en los mejores restaurantes.

Al igual que el padre es un pretensioso.

Okey, estoy juzgando a alguien que tiene una vida parecida a la mía, y ahora que lo pienso creo que soy muy dura en el aspecto de que juzgo mucho, pero ya dije no soy la típica chica que vemos en libros, novelas o películas que tiene un buen corazón. No, soy humana y valoro el poder expresarme como mejor se me acomode aunque después me llegue la luz divina y cambie la opinión. Por ahora soy esto.

Llegó a una foto con Ariadne Cox, seguramente es el dichoso internado en el cual estuvieron juntos. Parecen llevarse o al menos tolerarse al ser sus padres socios.

Embobada miro sus publicaciones y me asusto cuando me llega una notificación.

Es un mensaje del hombre que ahora reviso.

Un simple:

Hola.

Adorna en la pestaña de su chat.

Suspiro, no me quiero meter en problemas, no quiero. Pero Cox se veía entusiasmada con el chico que estaba con él. Así que muy probablemente como pretexto hacia mi amiga le respondo. Un auténtico “Hola”.

A. Cromwell:

¿Qué tal?

Un mensaje demasiado insulso, para mí.

No creo que ligue de esta manera, pero me aburre al instante.

Bee Bélanger:

No esperaba recibir mensajes suyos. A decir verdad, no se cómo debo responderle.

Soy directa y sincera, algo exagerada pero es la verdad no me interesa para nada hablar con él. Nuestras rutinas son demasiado diferentes.

A. Cromwell:

¿Por qué no? ¿A caso esto no es para interactuar? Solo te mensajeaba para saber si estabas bien. Ya sabes, lo de la pelota casi tocando tu rostro.

Alguien más en mi lugar diría que atento joven, está preocupado por lo que pudo haber ocasionado su irresponsabilidad. Y diría de la manera más amable que pudiera que no ocurre nada. Eso sería alguien más no yo.

Bee Bélanger:

Cierto.

Para su preocupación estoy bien señor, para la próxima debe tener más cuidado. Esta vez no paso a mayores, pero podría pasar. Si quiere impresionar con sus dotes deportivos para eso están las áreas designadas al deporte.

Me regañó por leerme ridicula.

A Cromwell:

Me disculpo nuevamente, tienes razón. El comedor no es lugar para juegos, sin embargo me pareció gracioso, aunque ahora que lo planteas si pude excederme en dañar algo o alguien. Discúlpame.

En verdad lo lamento.

Me enoja tanta disculpas, una está bien, pero las demás se me hacen fastidiosas. Nunca me ha gustado la gente que pide disculpas hasta por respirar.

Bee Bélanger:

Disculpado, con una sola vez que lo mencionaras estaba bien.

A Cromwell:

Lo siento, estoy nervioso.

Y ahí va de nuevo.

No puedo evitar molestarme, me incomoda. No sé si es porque es quien es o porque soy yo siendo yo.

Pero me molesta y mucho, ni siquiera sé porque algo así debería molestarme.

A. Cromwell:

Disculpa mi atrevimiento, debo hacer esta pregunta, ¿podríamos vernos después de clases?

Sé que vas junto con Cox. Y tenemos el mismo horario.

Vaya, mil Disculpas después y comienza el coqueteo. Tal vez funcione eso de mostrarse arrepentido.

Bee Bélanger:

Una más,

Creo que no, acabo de conocerle, sabrá soy una persona demasiado desconfiada.

Por cierto ¿me podría ayudar con algo?

A. Cromwell:

Tienes razón, bueno no tendrías porque tener desconfianza, si investigas un poco mis padres saldrán en cualquier búsqueda por internet. Como de mí no hay mucho, me presentó de manera rápida.




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