Me desperté con el aroma de café en el aire y una sonrisa apareció en mis labios, pues estaba extrañando el líquido negro. Me coloqué en una posición sentada y estiré mis brazos sobre mi cabeza para quitarme la pereza, bostecé de manera ruidosa antes de erguirme de la cama. Anoche me quedé hasta tarde ordenando los nuevos materiales que había comprado hace unos días atrás, eran principalmente lienzos nuevos y botellas de pinturas que necesitaba para las siguientes obras. Debía tener tres cuadros listos para la próxima semana, pero seguía estancada en el lienzo del corazón roto. No sabía cómo continuarlo y si sería capaz de hacerlo.
Salí de la habitación y tarareé «Love Love Love» de Of Monsters and Men, un grupo islandés que había encontrado hace poco, su música provocaba que una gran ola de inspiración me golpeara cuando los escuchaba. Bajé las escaleras mientras arrastraba mi mano por el pasamanos. Dormí con unas de las camisas de Gareth y mis bragas de encaje negro, las cuales me hacían sentir sex. Llegué a la planta baja y me dirigí a la cocina, me restregué los ojos para quitarme el sueño de ellos, pues apenas había dormido algo. Dejé caer mis manos y me detuve de golpe al encontrar a mi novio, mi ex por lo visto, en la cocina haciendo el desayuno para mí. Era un lindo gesto y no me pude detener de sonreír, aunque esta se borró rápidamente cuando recordé que me había abandonado. «Sabes porque lo hizo», refunfuñó mi mente.
―Buenos días ―saludé.
―Buenos días, Cristyn ―murmuró y se giró para encarame―. He visto que has hecho la compra.
―Por supuesto ―resoplé―. Si esperaba que tú lo hicieras, hubiera muerto de hambre ―desdeñé.
―Cristyn…
―¿Tu hermana te dijo que quería hablar contigo? ―lo interrumpí, pues quería decirle la verdad lo más rápido posible.
―Sí, por eso estoy aquí.
―Gracias por venir, Gareth. ―Murmuré y lo rodeé, pues quería agarrar una taza para preparar mi té.
―Te hice café ―refunfuñó.
―No puedo tomar café ―suspiré.
―¿Por qué? ―cuestionó y podía apostar que tenía el ceño fruncido.
Tomé una fuerte respiración y continué con mi labor mientras pensaba en como responderle, pues este era el momento perfecto para decirle que seríamos padres. Gareth siempre había insinuado que deseaba tener una familia grande, así que esperaba que la noticia fuera de su agrado, aunque no quisiera tener nada conmigo. Terminé de preparar mi té y giré para verlo, él había cruzado sus brazos sobre su pecho y sus músculos me hicieron babear.
―Porque estoy embarazada, Gareth ―confesé―. Seremos papás.
Se quedó en silencio por unos largos minutos y exhalé esperando obtener alguna respuesta de su parte. Abrió y cerró la boca un par de veces como un pez fuera de agua. Me miró de pies a cabeza y sus ojos se quedaron enganchados a mi vientre, el cual seguía siendo plano y ansiaba tenerlo abultado para poder sentir a mi bebé.
―No es mío ―gruñó y apretó sus manos en puños arrastrando su mirada hacia mis ojos―. Hace un mes que no te toco, Cristyn. Las posibilidades de que sea su padre son mínimas.
―¿Seguro, Gareth? ―pregunté, dolida.
―Cristyn…
Sacudí mi cabeza y miré el suelo, mi corazón dolía, pero entendía su desconfianza e incredulidad de la existencia de nuestro bebé, pues no estábamos en el mejor momento como pareja. Suspiré y caminé hacia la sala, donde se encontraba mi bolso, ya que buscaría la ecografía para que la viera. Nunca le fui infiel y este bebé era suyo, era un regalo de la vida. Encontré lo que necesitaba y giré para volver a donde se encontraba, él seguía en el mismo lugar y con la mirada fija en cada cosa que yo hacía, podía notar la ilusión de ser padre, pero seguía con las defensas altas de que no fuera verdad. Resoplé y planté mi mano, con la foto en ella, sobre su pecho. Gareth no se movió ni un milímetro, pues era una muralla de músculos, pero si agarró la imagen antes de que cayera al suelo después de que me alejé de él.
―Es tuyo ―declaré y anduve a donde estaba mi té, el cual agarré para soplar el líquido antes de beberlo―. En la parte superior está el tiempo de gestación; ocho semanas. Dos meses. Lo que significa que es tuyo, Gareth.
―¡Dios! ―exclamó.
―Si quieres estar en la vida de tu hijo, eres bienvenido a estarlo. ―Hice una pausa―, Pero si no deseas, no hay problema ya que puedo encargarme de mi hijo por mi cuenta.
―Cristyn…
―Tómate el tiempo que quieras para procesar la información ―lo interrumpí, pues no estaba preparada para escuchar su negativa a ser padre―. Si quieres estar conmigo, que sea por mí y no por el bebé que viene en camino. No necesitamos fingir que somos una familia feliz solo por su bienestar. Podemos ser sus padres sin tener una relación amorosa entre nosotros.
―Cristyn…
―Tienes mucho que pensar y yo tengo cosas que hacer ―sonreí y coloqué la taza sobre el mesón―. Por favor, cierra cuando salgas. Gracias.
Rodeé su cuerpo para huir como la cobarde que era, ya que no quería escucharlo. Él gritó mi nombre varias veces hasta que se cansó y escuché la puerta principal ser cerrada. Llegué a mi habitación y me dejé caer en la cama, las lágrimas salieron y sollocé en voz baja esperando que Gareth tomara la mejor decisión para nuestro bebé. Sabía que mi exnovio se estaría comunicando conmigo cuando estuviera listo para asumir su responsabilidad como padre y solo rogaba que no le tomara tanto tiempo como a mí, pues todavía seguía sin superar el dolor en mi vida.