Gareth
Un año después
Miré a Cristyn sentada sobre sus talones conversando con Ashton y con el bebé que ambos habían procreado años atrás, la forma en que sonreía y se desenvolvía dejaban ver la sanación que había realizado en el último año. Nuestro hijo Dean, de seis meses de edad, sonrió viendo a su mamá mientras yo lo sostenía contra mi pecho. Todo había cambiado después de la gran declaración que hizo Cristyn, ya que siempre esperé escuchar sus verdaderos sentimientos hacia mí y, aunque ella pensó que me había rendido, nunca lo hice, solo había cambiado de táctica y esperado que ella se diera cuenta de lo que realmente sentía por mí.
―Mamá está hablando con Ashton ―manifesté.
Dean se acurrucó en mi pecho antes de cerrar los ojos y llevarse el dedo pulgar a su boca. Escuché pasos y giré mi cabeza hacia donde provenían, me encontré con Allen, Agnes y Alisha caminando hacia a donde me encontraba esperando a mi pareja. Los había conocido después de que Cristyn y yo retomamos nuestra relación, ella me los presentó como lo que eran, los padres de Ashton y me sentí aliviado al saber que mi chica tenía más personas apoyándola en su recuperación.
Agnes me dio un abrazo rápido antes de caminar hacia Cristyn, ellas se habían unido después de que los señores Humprey le pidieron perdón y formaron una relación de madre-hija. Amaban a Dean como si fuera su propio nieto y lo consentía casi igual como mis padres lo hacían.
―Gracias por venir ―dijo Allen, parándose a mi lado y metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.
―De nada ―murmuré, arrullando a Dean―. Es bueno para Cristyn hablar con Ashton y su bebé.
―¿Está mejor?
―Mejorando. ―Miré a mi esposa, quien seguía hablando con su exnovio―. Muy pronto estará completa y habrá sanado.
Cristyn y yo nos casamos tres meses después de esa noche de lluvia, en una ceremonia íntima en la casa de mis padres y donde los señores Humprey habían sido los testigos de nuestra unión. La terapia seguía ayudándola y estaba aprendiendo cada día más de cómo no permitir que el dolor la tumbara o la gobernara.
Su obra maestra, nuestras manos sosteniendo un corazón que antes había estado hecho pedazos, había sido un éxito en su exposición y tuvo muchas propuestas de compra, pero mi mujer no aceptó ninguna de ellas. En cambio, la colgó en nuestra sala de estar, ya que esa pintura representaba todo lo que habíamos tenido que pasar para ser felices, para ser la familia que éramos en ese momento.
Cristyn se levantó de suelo y limpió la tierra de sus pantalones antes de acercarse a Agnes para darle un abrazo, hizo lo mismo con Alisha, con quien me tomó un poco de tiempo formar una relación de cuñados, ya que ella tenía miedo de que dejara a Cristyn de nuevo. Allen palmeó mi espalda antes de ir donde su esposa e hija, abrazó a Cristyn cuando se la encontró en el camino y le murmuró algo al oído, mi esposa asintió sonriendo y corrió hacia mí.
―¿Cómo te fue? ―pregunté cuando llegó a mi lado.
―Bien ―declaró y giramos hacia la salida del mausoleo.
―Me alegro, nena. ―Me quedé en silencio por unos largos segundos―. ¿Es muy pronto para tener otro? ―indagué, mirando a nuestro hijo dormir.
―Pregúntamelo en seis meses y te contestaré, amor ―rio con felicidad.
Sonreí sabiendo que cuando Dean fuera un poco mayor tendríamos más hijos, ya que nos estaba gustando esto de la paternidad. El embarazo como el parto fueron normales y todo salió bien, algo que alivió mucho a mi esposa pues tenía terror de que su accidente la perjudicara en algo. Cristyn se emocionaba con cada nuevo kilo que subía o con las pataditas que el bebé daba en la noche. Ella había nacido para ser madre, aunque su primer bebé fue arrancado de sus entrañas, eso no le quitó el amor que tenía para nuestro hijo.
Llegamos a mi vehículo y abrí la puerta del asiento trasero para colocar a Dean en su silla de seguridad, él se removió antes de seguir durmiendo. Cristyn colocó una manta encima de él después de que le abrochara el cinturón. Cerré lentamente la puerta para no molestar su sueño, rodeé el vehículo y me subí en mi lado, Cristyn ya se encontraba en su asiento mirando a nuestro hijo dormir.
―Hicimos un gran trabajo ―murmuró.
―Lo hicimos. ―Agarré su mano y la apreté.
―¿Te amo? ―Me miró a los ojos y solté una pequeña carcajada. Era nuestra broma privada.
―Me amas. ―Me incliné a ella y besé sus labios.
―Te amo, Gareth.
―Te amo, Cristyn.
―Llévanos a casa ―sonrió.
Asentí y nos llevé lejos del cementerio. Miré de reojo a mi esposa y por el espejo retrovisor a mi bello hijo, quien seguía durmiendo con tranquilidad. Nadie había sabido que yo fui quien rescató a Ashton en el accidente. Mi estación fue llamada para ayudar en el accidente donde Cristyn estuvo involucrada. No la conocí, pero había escuchado de ella. Ashton murmuraba su nombre mientras lo sacábamos del vehículo y estuve presente cuando lo llevaban al hospital. Había agarrado mi mano y me miró directamente a los ojos, me asusté por el temor que se encontraba en ellos y mi corazón se detuvo por un milisegundo.