Te atreves a amarme Completa (disponible en Papel en Amazon)

Capítulo 26 (FINAL)

CAPÍTULO 26

—¿Cuánto lleva así? —esa voz él la conocía.

—Casi 72 horas —otra voz sollozó —Los doctores nos han dicho que está muy grave —estaban hablando de él, ciertamente no podría asegurarlo. Escuchó que una puerta se cerró. Alguien le tocaba la mano, podía sentir y escuchar lo que decían, pero era incapaz de abrir los párpados, de realizar cualquier movimiento. Respirar dolía, pero ella, pensar en hijo lo mantenían anclado a la tierra.

—Maciel, amor, abre los ojos —sollozo—. ¡Dios! Abre los ojos, haz todo lo que quieras hacer, peléame, dime mi bella, hermosa, hechicera, mariposa, como tú quieras, pero tienes que vivir, no puedes abandonarme —un sollozo más—. No entiendo por qué demonios nos pasa esto. ¿Por qué tú?

Maciel quería seguir escuchándola, pero el dolor vuelve a invadir todo su cuerpo y dejo abandonarse otra vez de la realidad. Abrió los párpados y lo primero que vio fue a Leah dormida en un sillón que estaba junto a la cama en la que estaba acostado. Le dolía todo, se sentía débil, de la patada, le costaba respirar y muchos cables estaban conectados a su pecho, tenía una mascarilla de oxígeno, lo ayudaban a respirar. Reunió la poca fuerza que poseía su cuerpo para poder agarrar la mano de Leah que descansaba sobre su pierna. Era horrible todo lo que estaban viviendo, sentía que solo había despertado para hablar con ella, su respiración cada vez era más pausada. La mascarilla se empaña cada vez que exhala, quería quitársela, pero sabía que no debía hacerlo, implicaría un esfuerzo que él no podría realizar.

Leah cambio de posición y él solo se sentía extasiado, una enorme felicidad lo recorría al verla. Su melena estaba despeinada, su hermoso rostro con ojeras, se veía cansada. Lo que daría por ver esos ojos verdes brillando de la felicidad al verlo. Permaneció un buen rato apreciándola, observando cada movimiento que hacía mientras dormía.

Recordó entonces lo que le dijo Brank y la tristeza aumentó. Por primera vez se sentía ido de alguna forma, aunque quisiera seguir luchando. Ella se removió y frunció su ceño, poco a poco sus párpados aletearon. Sus ojos esmeraldas son tan hermosos, la mejor imagen que podía apreciar en ese momento. Sus párpados se abrieron por completo al verlo despierto.

—Maciel —susurró y se puso de pie — Voy por el doctor —ella tuvo la intención de salir, pero negó con la cabeza y retuvo aplicando la poca fuerza que tenía. No quería que se fuera, quería que se quedara a su lado. — Pero tengo que hacerlo, yo...

—Por favor —dijo en un susurro muy débil. Ella dudó, pero finalmente cedió y volvió a acomodarse donde estaba.

—He estado muy preocupada —sus ojos se empañaron de lágrimas. Le partía el alma verla así, no quería que sufriera por él.

—Leah — hablo a pesar de todo el esfuerzo que implicaba — yo te quiero de— empezó a toser y eso realmente lo aniquilaba.

—No hables, voy por el doctor — se levantó pero la retuvo con su mano.

—No —tragó saliva con dificultad — Quiero que nunca olvides— inhalo y exhalo—, que siempre serás el amor de mi vida—Lloraba, así como también ella lo hacía.

—Lo sé —limpie las lágrimas de sus mejillas — Pero ahora tienes que recuperarte para que podamos vivir felices —sollozo — Tenemos que estar juntos. No me puedes dejar sola.

— Leah —susurró.

—Va a ser posible Mac —exclamó segura y Maciel solo temía. ¿Cómo explicarle que no se sentía con fuerzas? —Pon tu parte, yo me encargaré de la mía.

—No digas nada —deposito un beso en su frente y la dejó ir en búsqueda del doctor, sabía que su pulso cardiaco cada vez se hacía más débil—. Mi hijo —soltó en un susurro cerrando los ojos mientras más lagrimas corrían por su mejilla—, cuida de él.

—Maciel, no, no puedes hacernos esto. Te atreves a amarme, y solo por eso no puedes dejarme sola —empezó a llamar a un doctor desesperada. Regresó a su lado y tomó de su mano.

—Te amo — sonrío.

—Te amo mariposa, donde quieras que vayas vuela —dijo dejándose ir, sin soportar más dolor, sabiendo que en su vientre iba la esperanza de ambos, de construir un futuro, una familia. Ahora sabía que no existían días oscuros, que los humanos interpretamos mal, ahora él sabía que ella fue la luz y él un prisma y juntos pintaron un arcoíris.




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