Te estaba esperando

Capítulo 6

Y así pasaron los meses, hasta que llegó el día del cumpleaños de Evita, y no era un cumpleaños cualquiera, eran su aniversario número quince. El sueño de toda jovencita.

Ese día, al regresar de la escuela, se encontró un enorme ramo de rosas rojas. Pensando que era un regalo de sus padres se acercó a ver la tarjeta.

Ninguna flor será tan preciosa como tú.

Felices XV años

Fernando

 

Sintió que se sonrojaba, y no comentó nada.

Su mamá la observaba con una sonrisa en los labios

— ¿Verdad que son hermosas? ¡Qué lindo detalle de Fer!

— Si mami, están muy bonitas. — Dijo forzando una sonrisa y luego subió a su habitación a dejar su mochila. 

¿Por qué Fer habría hecho algo así? Desde aquél incidente en que habían discutido y luego la había besado prácticamente no se dirigían la palabra. Tenía que admitir que las rosas en verdad eran hermosas y que, en el fondo, se sentía muy emocionada porque él hubiera tenido ese detalle.

La voz de su madre interrumpió sus cavilaciones.

— ¡Evita baja por favor!

Al bajar las escaleras, encontró a Fernando parado a media sala, vestido con su uniforme de médico interno, la miraba con una sonrisa en los labios. 

— Te busca Fer. — Dijo su mamá, quien discretamente se fue a la cocina para dejarlos solos un momento.

— Hola Fer. Gracias por las flores. — Dijo Eva algo ruborizada al llegar al último escalón, donde se detuvo. —Están muy bonitas.

— Me alegro que te gusten. — Contestó Fernando acercándose a ella. —Muy feliz cumpleaños Evi.

Dijo dándole un beso que rozó la comisura de su boca provocando más sonrojo en ella. Luego tomó su mano izquierda, e introdujo en su dedo anular un anillo, ella lo miró sorprendida, era un sencillo aro de oro con una pequeña piedra blanca en una montura muy sencilla.

Eva no pudo evitar pensar por un momento que parecía un pequeño anillo de compromiso.

— Gracias. — Dijo en voz baja.

— Me hubiese gustado llevarte a celebrar a algún lado, pero voy a estar en el hospital 2 días seguidos. — Se disculpó él.

— No importa. — Respondió Evita encogiéndose de hombros. —La intención es lo que cuenta.

— Me tengo que ir ya. — Dijo Fer besándola de nuevo en la mejilla. — Que te lo pases muy contenta.

Y luego salió de la casa sin esperar respuesta.

Eva se dirigió a la cocina con su mamá.

— ¿Qué quería Fer? — Le preguntó ella con una sonrisa cómplice.

— Felicitarme. — Dijo Evita mostrándola la mano. — Y darme un regalo.

 

 Después de su cumpleaños, Fernando volvió a alejarse. Pero Eva no era ciega, se daba cuenta perfectamente que, a pesar del supuesto alejamiento que había entre ellos, en realidad él la tenía bien vigilada, y sospechaba que era gracias a la amistad de sus mamás. Aun cuando se había propuesto no volver a mencionar a sus amigas el asunto de Fernando, e intentara llevar una vida normal como cualquiera otra de sus compañeras de escuela, la verdad es que no lo estaba logrando.

Cuando algún compañero la acompañaba a casa, si Fernando estaba en la suya se dejaba venir con cualquier pretexto y se estaba ahí hasta que el otro joven se retiraba. Y si eso sucedía cuando él no se encontraba presente, al día siguiente se aparecía “casualmente” por la escuela, para llevarla a casa en el auto. Y aunque durante esos encuentros no hablaban de ningún asunto personal. Ella sentía como si él aún la considerara de su propiedad impidiendo que ningún otro joven se le acercara y, sin embargo, nunca habían estado más separados; lo cual no dejaba de provocarle mucho desconcierto. Tenía que hacer algo pero ¿Qué?

 




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