Cuando salió del baño e iba de regreso a clases, Adán se le emparejó
— ¡Hola Eva! — La saludó. — ¿Cómo están nuestros hijos?
— ¿Nuestros hijos? — Preguntó ella frunciendo las cejas.
— Caincito y Abelito. — Le aclaró él con una sonrisa pícara. — ¿Se siguen peleando con esa quijada de burro?
Eva soltó una carcajada para después responder
— ¡Sí! No paran, ya les dije que unos de estos días se van a acabar matando.
Ambos se rieron.
— ¿Qué tal te fue en matemáticas? — Preguntó Adán.
— Bastante bien. — Dijo Eva con una sonrisa. — ¿Y a ti?
— ¡Bien! — Luego de caminar un momento en silencio, añadió —¿Puedo hacerte una pregunta?
— Dime.
— ¿Por qué está enojada Marisol conmigo? No sé si te contó que fuimos al cine, pero luego de eso no me habla, y por más que la busco no hace más que ignorarme.
— ¿Discutieron?
— No que yo sepa, por eso me tiene intrigado el por qué no me habla.
Eva dudó un momento antes de responder, y al final decidió ir con la verdad
—Te vio con Tania.
— ¿Con Tania? ¡Pero si yo no tengo nada que ver con ella!
— Hasta donde sé, los vio abrazados. — Dijo encogiéndose de hombros.
— Oye Eva, en serio yo no tengo nada que ver con Tania. Jamás me he metido con ella.
— No es a mí a quien tienes que convencer ¿Sabes?
— ¿Y cómo la convenzo si cada que me le acerco se da la vuelta y me deja con la palabra en la boca?
— No lo sé.
Llegaron al salón de clases y Adán se sentó junto a ella. Marisol cuando los vio buscó un asiento más alejado.
— Buena la hiciste. — Dijo Eva. — Ahora se va a enojar conmigo.
— Entonces no es tu amiga verdadera. — Dijo Adán encogiéndose de hombros. — Si se enoja contigo simplemente porque me senté aquí, le falta ir a un psicoanalista.
Eva se rio discretamente.
Cuando terminó la clase Eva se levantó de su asiento y alcanzó a Marisol, quien ya iba de salida.
— ¿Nos vamos juntas? — preguntó.
— ¿No tienes compañía? — Preguntó su amiga algo molesta.
— No empieces, anda vámonos. — Dijo Eva tomándola del brazo.
— Nos vemos Eva, luego te paso lo de la pensión de los niños. — Dijo Adán al pasar junto a ellas y alejarse.
Eva se rio y Marisol levantó una ceja.
— ¿La pensión?
— Sí, la de nuestros hijitos Caín y Abel. — Aclaró a las risas. — Lo demandé cuando nos divorciamos.
— Par de idiotas. — Dijo Marisol disimulando una sonrisa.
— Seremos lo que quieras, pero Adán me buscó sólo para hablar de ti.
— Bueno, nada más por eso te perdono. Cuéntame qué te dijo.
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Editado: 20.08.2020