Te estaba esperando

Capítulo 8

Cuando salió del baño e iba de regreso a clases, Adán se le emparejó

— ¡Hola Eva! — La saludó. — ¿Cómo están nuestros hijos?

— ¿Nuestros hijos? — Preguntó ella frunciendo las cejas.

— Caincito y Abelito. — Le aclaró él con una sonrisa pícara. — ¿Se siguen peleando con esa quijada de burro?

Eva soltó una carcajada para después responder

— ¡Sí! No paran, ya les dije que unos de estos días se van a acabar matando.

Ambos se rieron.

— ¿Qué tal te fue en matemáticas? — Preguntó Adán.

— Bastante bien. — Dijo Eva con una sonrisa. — ¿Y a ti?

— ¡Bien! — Luego de caminar un momento en silencio, añadió —¿Puedo hacerte una pregunta?

— Dime.

— ¿Por qué está enojada Marisol conmigo? No sé si te contó que fuimos al cine, pero luego de eso no me habla, y por más que la busco no hace más que ignorarme.

— ¿Discutieron?

— No que yo sepa, por eso me tiene intrigado el por qué no me habla.

Eva dudó un momento antes de responder, y al final decidió ir con la verdad

—Te vio con Tania.

— ¿Con Tania? ¡Pero si yo no tengo nada que ver con ella!

— Hasta donde sé, los vio abrazados. — Dijo encogiéndose de hombros.

— Oye Eva, en serio yo no tengo nada que ver con Tania. Jamás me he metido con ella.

— No es a mí a quien tienes que convencer ¿Sabes?

— ¿Y cómo la convenzo si cada que me le acerco se da la vuelta y me deja con la palabra en la boca?

— No lo sé.

Llegaron al salón de clases y Adán se sentó junto a ella. Marisol cuando los vio buscó un asiento más alejado.

— Buena la hiciste. — Dijo Eva. — Ahora se va a enojar conmigo.

— Entonces no es tu amiga verdadera. — Dijo Adán encogiéndose de hombros. — Si se enoja contigo simplemente porque me senté aquí, le falta ir a un psicoanalista.

Eva se rio discretamente.

Cuando terminó la clase Eva se levantó de su asiento y alcanzó a Marisol, quien ya iba de salida.

— ¿Nos vamos juntas? — preguntó.

— ¿No tienes compañía? — Preguntó su amiga algo molesta.

— No empieces, anda vámonos. — Dijo Eva tomándola del brazo.

— Nos vemos Eva, luego te paso lo de la pensión de los niños. — Dijo Adán al pasar junto a ellas y alejarse.

Eva se rio y Marisol levantó una ceja.  

— ¿La pensión?

— Sí, la de nuestros hijitos Caín y Abel. — Aclaró a las risas. — Lo demandé cuando nos divorciamos.

— Par de idiotas. — Dijo Marisol disimulando una sonrisa.

— Seremos lo que quieras, pero Adán me buscó sólo para hablar de ti.

— Bueno, nada más por eso te perdono. Cuéntame qué te dijo.




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