Te estaba esperando

Capítulo 26

Ya en casa, Eva conversaba con sus padres en la cocina.

— Conseguí unos muebles hermosos, son de madera estilo antiguo, se supone que los entregan hoy mismo.

— ¿Y la pintura, al final de qué color fue? — Preguntó Mayra.

— Azul claro, y los muebles son blancos, pero pienso pintar puertas y los cajones de azul para que contrasten.

— Nos espera mucho trabajo. — Dijo Alberto sonriendo.

— No tanto. — Respondió la joven. — Marisol y Adán quedaron de venir más tarde para ayudarme a pintar las paredes.

Celia entró justo en ese momento

— Mayra ¿Me puedes…? — Se detuvo abruptamente al ver a Eva con sus padres… luego de un momento de dudas la saludó un poco fríamente. — Hola Eva.

— Hola Celia ¿Cómo estás?— Eva sonrió tratando de apaciguar las cosas.

— No sabía que estabas aquí.

— Evita llegó anoche. — Dijo Mayra sonriendo —Estamos planeando lo de su local.

— Ah qué bien. — Luego de un momento añadió dándose la vuelta. —No los interrumpo entonces.

Dijo mientras salía.

Eva se levantó y la siguió.

— ¡Celia! — Dijo alcanzándola. — ¿Podemos hablar?

La mamá de Fernando se detuvo y se giró lentamente sin decir nada.

Eva suspiró

— Supongo que me odias.

— No. — Dijo Celia negando con la cabeza. — No te odio, siempre te he visto como una hija y sabes que te he querido mucho.

— ¿Entonces?

La mujer dudó un momento

— Me dolió muchísimo ver a mi hijo con el corazón roto. No tienes idea de lo que sufrió cuando te fuiste. Estaba destrozado y le costó mucho recuperarse… Creo que nunca lo hizo del todo.

— Me culpas…

— Él te adoraba, Evita. — Dijo Celia bajando la mirada

Eva tomó aire.

— ¿Hubieras preferido que me quedara a su lado sin saber lo que yo sentía? — Se acercó un paso más. — ¿Qué hubiera pasado después? ¿De verdad crees que Fernando podría ser feliz con una unión sin amor?

Puso una mano en el hombro de la mujer.

— ¿Y yo, hubiera sido feliz?

Celia se quebró… Abrazó a la joven y empezó a llorar. Eva le devolvió el abrazo.

— Perdóname hija. — Le dijo luego de un momento. — Sé que tú también sufriste, pero… ¡Me ganó el sentimiento de madre!

— Lo entiendo. — Dijo Eva limpiándose las lágrimas pues también había llorado. — Pero no me gusta que ustedes y mis papás se hayan separado por nosotros; y mucho menos que me guardes tanto rencor.

— No… — Dijo acariciando su mejilla. — No te odio, créeme. ¿Qué va a pasar con ustedes ahora?

— No lo sabemos. — Dio Eva sonriendo tímidamente. —Decidimos iniciar desde cero, conocernos nuevamente sin forzar las cosas… Ya veremos a dónde nos lleva esto.

— Serías mi nuera ideal. — Dijo Celia con una sonrisa. — Pero tienes razón, no hay que forzar las cosas.

— Y tú mi suegra perfecta. — Eva la abrazó. — Pero si las cosas no llegasen a funcionar… Por favor no terminen tú y Javier la amistad con mis padres. — Se separó un paso. —No dejes que lo que haya entre Fer y yo arruine el cariño de tantos años entre ustedes.

— Te lo prometo. — Dijo Celia sonriendo. Se volvieron a abrazar y luego la vecina se fue.

Eva regresó con sus padres.

— ¿Todo bien? — Preguntó su papá con preocupación.

—Todo perfecto. — Se sentó de nuevo ante la mesa. —Creo que ya aclaramos las cosas.

— Me alegra mucho. — Dijo Mayra tomando su mano




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