Desde mi niñez me sentí inspirada por historias que me enseñaron que todo es posible. Recuerdo cuando conocí la vida de Helen Keller, una niña que quedó sorda y ciega, y aun así logró aprender a hablar, escribir y convertirse en una voz de esperanza para otros. Esa historia me marcó. Me hizo pensar: “Si ella pudo, ¿por qué yo no?” Y aunque muchas veces sentí miedo, entendí que el miedo no es el final del camino, sino un aviso de que estás por salir de tu zona de confort.