Te Necesito

1. De Nuevo

ROSE
 


20 de Junio, 2017.

Miro a aquella personita que duerme como un angelito sin poder creer que este aquí, conmigo.

—Cariño, es hora de despertar. —Lo muevo un poco.

—Mami, no quiero —refunfuña apenas abriendo sus ojitos.

Nunca me cansaré de ver ese color gris.

—Debes ir al jardín. —Comienzo a besarle el rostro y él se remueve riendo— Además, hoy iremos donde los abuelos.

—¿Es hoy? —pregunta emocionado.

Si hay algo que Asher adora, es visitar a sus abuelos. Sonrío enternecida al ver sus cachetitos marcados por la almohada, literalmente mi hijo duerme con su rostro enterrado en ella.

—Sí, mi amor, pero primero debes ir al jardín.

—¡Sí! —grita y comienza a saltar en la cama.

Suspiro. Dios, este niño nunca entenderá.

—Asher, ¿qué he dicho sobre saltar en la cama?

Deja de hacerlo al escucharme, se acerca cabizbajo. Hemos tenido esta conversación miles de veces.

—Que no lo debo hacer, porque podría caer y golpearme muy fuerte. —Mueve sus pestañas muy rápido.

—Tienes toda la razón, mami no quiere que te golpees y por eso te cuido mucho. —Sonrío. Él asiente— Ahora ve a lavarte los dientes para que bajes a desayunar. —Intento hacerle cosquillas, pero corre hacía el baño riendo, escapando de mí.

Bajo a la cocina para poder servirle el desayuno, preparo todo y se lo dejo con algunas uvas en un platillo bien lejos de mi alcance. Soy alérgica a ellas, pero mi hijo las ama.

Irónico ¿no? Definitivamente no salió a mí, sino al que me ayudo con la esperma. Y no lo digo solo por las uvas, Asher es su viva imagen, su pelo tan negro como la noche y esos ojos tan grises que amo ver cada día.

Suspiro, y dejo esos pensamientos bien lejos cuando escucho unos pequeños pasos acercándose al comedor. Asher va vestido con una camiseta blanca, jeans negros y unas zapatillas blancas, hermoso como siempre.

Siempre le ha gustado usar ropa a la "moda". Nunca le he podido poner un conjunto porque según mi hijo: esos buzos no van con su personalidad, estoy segura que no sabe a lo que se refiere y yo menos, pero no le gustan.

Recuerdo que hace unos meses me convenció de que le comprara trajes, ya que quería vestirse como su abuelo y hacer muchos negocios. Quise convencerme que era por ello, aunque sé que solo me miento, porque en el fondo tengo más que claro que esos gustos no solo vienen por mi padre.

Trago saliva dándome cuenta que mis pensamientos nuevamente se están desviando, estos son unos de esos días en que todo me lo recuerda.

—¿Me veo lindo, mami? —Da una vuelta en su propio eje y retengo las ganas de reír por lo tierno que es.

Me mira expectante esperando mi respuesta, porque de ella depende si volvemos a su habitación a cambiarse. Asher siempre me quiere complacer en todo.

—Te ves estupendo, cariño. —Lo abrazo y le doy unos cuantos besos— Todavía no entiendo como puedo tener un hijo tan guapo.

—Porque tú eres hermosa, mami —susurra y en el proceso besa mi mejilla—, y soy hermoso por tí.

¡Ah se ve olvidaba! Asher es un poquito arrogante, y eso tampoco lo saco a mí. Aunque mi hijo siempre me está subiendo la autoestima, por eso no me quejo mucho.

—Basta de halagos y ven a comer tu desayuno o llegarás tarde al jardín. —Lo subo a la silla.

Nuestros próximos quince minutos son solo risas y anécdotas de mi hijo.

***

Mis tacones suenan tras el piso del pasillo que me lleva a la oficina de la presidencia.

—Buenos días, Amelia, ¿está ocupado? —le pregunto a la secretaria.

—Buenos días, señorita Rose. Sabe que para usted nunca está ocupado. —Me da una sonrisa dulce.

Esta niña siempre me da ternura, me recuerda demasiado a mí, tan solo tiene diecinueve.

—Entonces entraré.

Toco la puerta de la enorme oficina y sin esperar respuesta entro. Se encuentra hablando por teléfono, pero me hace señas de que lo espere.

—¿A qué debo el honor de que una de las mujeres más importantes de mi vida esté en mi oficina? —dice cuando termina la llamada.

Ruedo los ojos, porque ya se me todo este cuento.

—Papá, ya deberías saber que con eso no me compras —retengo mi risa.

—Pero si hace tan solo dos años funcionaba —finge estar indignado.

Suelto un bufido aunque por dentro solo quiero volver a ser esa niña de diez años que se subía a sus piernas mientras él me leía sus contratos.

Desde muy pequeña siempre amé esta empresa y todo lo que conlleva.

—Bueno tienes el honor de que tu hija venga a hablarte de un muy buen contrato. —Tomo asiento en la silla frente a su escritorio.

—Soy todo oído. —Junta sus manos sobre el escritorio.

Comienzo a relatarle que el mayor magnate de Italia. Massimo Ricci nos había solicitado cinco embarcaciones y que si todo iba bien, haría una asociación permanente con nuestra empresa.

—Cariño eso es excelente, debemos llamar a Connor  y que comience de inmediato con la preparación de medida y que pida el material necesario.

—Lo haré, padre. —Tomo las carpetas y me alisto para ir a mí oficina.

—Rose —papá me llama antes de que salga—. ¿Irán a casa por la tarde?

—Si papá, Asher estaba muy emocionado. —Sonrío.

—Las ganas que tengo de ver a mi nieto.

Mis ojos siempre se humedecen cuando mis padres me demuestran cuanto lo aman.

***

Miro como mi padre tiene en sus brazos a mi hijo y le muestra uno de sus tantos barcos de adquisición que tiene en casa.

Aunque Asher los conoce todos, siempre le pide que se los muestre una y otra vez.

—Hija... —Miro a mamá mientras le ayudo a poner los cubiertos en la mesa—, tu padre me dijo sobre el nuevo contrato. No sabes lo orgullosos que estamos de tí, no lo olvides, nunca nos has decepcionado. —Acaricia una de mis mejillas.

—Lo sé, mamá, ustedes siempre me lo recuerdan. —Sonrío y retengo mis ganas de llorar.




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