Antes de que lean el capítulo, les quiero aclarar que yo no soy doctora y prácticamente todo lo que verán respecto a medicina es a base de investigación. Por lo que tampoco puedo decir que así suceden las cosas, ya que no soy profesional.
______________________________________________
Narra Rose
Ver a Amos en el hospital fue toda una sorpresa. Ayer cuando salí de su empresa juro que sentí que mi mundo se derrumbaba, él no me había dejado explicar y nada me confirmaba si iba a leer el contenido de la carpeta.
Lloré gran parte de la noche mientras acariciaba el pequeño rostro de mi hijo y le pedía perdón una y otra vez por haberle fallado. En mi vida nunca había sentido tanto miedo. Así que cuando lo ví de pie a un lado de la camilla de Asher, pareció que mi corazón se hubiese detenido por unos segundos. Él estaba allí hablando con nuestro hijo como si se conocieran de toda la vida.
Ya decirle la verdad a Asher fue otro proceso, quizás fuí cortante y demasiado directa para que un niño de casi cinco años pudiera entender. Pero Asher es diferente, habíamos tenido bastantes conversaciones respecto al tema y el siempre decía que no importaba, que era feliz conmigo. Sabía que solo la mitad era cierta, mi hijo anhelaba tener un padre y yo era una egoísta.
Lo acepto, hasta ayer era una madre egoísta por no pensar en los deseos de mi hijo y solo vagar en mis miedos.
Con Amos terminamos sentados en una de las mesas alejadas de la cafetería del hospital. Ambos ordenamos un café, por lo que me encuentro con el vaso en mis manos y solo quiero escapar de su mirada gris.
Relamo mis labios antes de comenzar a hablar.
—Viniste —susurro. Creo que aún estoy en una nube.
—Es mi hijo. Claro que vendría —dice serio. Mi corazón se acelera al escucharlo.
Hoy a venido con un traje gris que le queda a la medida —como todos los otros—, éste hombre debe tener una tienda de trajes.
—Solo pensé... —Niego tirando esos pensamientos lejos— Solo tuve miedo por tu reacción, no estaba segura si ibas a leer la carpeta.
Sus hombros se tensan y presiona sus labios en una línea.
Que labios.
Me golpeo mentalmente por estar pensando esas cosas.
—Me has privado de mi hijo por cinco años, creo que mi reacción fue más que aceptable —espeta—. No todos los días llegan a mi oficina diciendo que soy padre.
Bien, puedo sentir su resentimiento en cada palabra y la acepto totalmente. Yo soy la culpable.
Muerdo mi labio con fuerza y esquivo su intensa mirada.
—Tienes razón —susurro.
Amos deja salir un suspiro, como si quisiera calmarse.
—Quiero que me digas todo, desde que saliste de esa habitación hasta llegar a esta situación —demanda.
Y como pidió, comienzo a relatar desde que salí de esa habitación. Cómo había hecho Colin para que el no pudiera tener ninguna noticia de mí y como al pasar de las semanas me enteré que estaba embarazada.
Digo un poco de como fue todo el proceso del embarazo; también todos los méritos que tuve que hacer para seguir mis estudios y poder tener mi carrera profesional.
—Ahora entiendo tantas cosas —suspira—. Estuve cerca de tres meses con muchas náuseas, además de que de repente me venían unas ganas de comer alimentos que nunca en mi vida hubiese imaginado ingerir.
Paren todo. ¿Tuvo los síntomas?
—Esto es... —intento hablar, pero estoy bastante impresionada—. Puede que tú hayas tenido los síntomas —sonrío.
Amos sonríe y toma un poco de su café.
—Al parecer, fue espantoso. —Hace un gesto como de escalofríos— Fuí unas cuatro veces al hospital y siempre me decían que no había nada malo en mi organismo. Ya me estaba preocupando demasiado.
Retengo mis ganas de soltar una carcajada, porque Amos está con una expresión bastante asustadiza.
—Es entendible, a mi me sorprendió no tener nada de síntomas, pensé que estaba algo mal conmigo —digo—. Pero ahora veo que tú eras el que tenía todo —suelto una pequeña risa y Amos me mira con los ojos entrecerrados.
—Ahora quiero que hables sobre su enfermedad, en esto no quiero que te pierdas detalles —pide.
Asiento despacio y dejo el café en la mesa.
—Está bien. Solo dame unos segundos, no es fácil volver revivir todo —mi voz sale temblorosa—. En realidad no sé en qué momento comenzó todo, si Asher había sentido dolor antes y nadie había tomado tanto en cuenta aquello. Solo sé, que una noche mi hijo despertó llorando todo vomitado y sangraba de narices mientras se tomaba su estómago con fuerza —cada recuerdo pasa por mi mente—. Al llevarlo al hospital le hicieron muchos exámenes hasta que llegaron al resultado de todo, Asher tenía Leucemia. Comenzaron enseguida con tratamiento, al no estar tan avanzado lo hizo todo más rápido, no digo que más fácil porque estaría mintiendo. Ver a un hijo en ese estado es horrible y es aún más duro darle una sonrisa y decir cada día que todo estaría bien, cuando ni yo lo sabía. Al año su cuerpo se encontraba totalmente limpio de la enfermedad y juro que pensé que no volvería a esto.
Mis manos tiemblan y Amos las toma dándome un pequeño apretón.
»Hace tres días estaba todo bien, pero de un momento a otro solo sucedió. Asher ha recaído y está vez no hay tratamiento que lo ayude a salir. Voy a ser sincera, siempre fuiste mi última opción...
Me interrumpe.
—¿No tenías pensado alguna vez decirme sobre Asher? —pregunta. Me quedo muda ante su cuestionamiento.
—No voy a mentir —suspiro—. No estaba en mis planes decírtelo, tenía tanto miedo al rechazo de tí hacia Asher, que hizo nublar cualquier razonamiento sobre buscarte. Siempre te ví catalogado como el gran hombre de negocios, que solo se desvivía por su empresa y no veías más allá.
Suelta mis manos poco a poco y vuelve a darle un sorbo a su café.
—No deberías de haber creído todo lo que dicen, en realidad nadie me conoce, nadie sabe cómo es realmente Amos Maxwell. Tú más que nadie tiene conciencia de como es la prensa, escuche muchas cosas de tí cuando se supo sobre tu embarazo y nunca te juzgue, porque sé que la prensa todo lo dramatizan. —Sus hombros se tensan.