Capitulo 4

—No, solo... —no pude terminar porque caí encima de él y...

¡Mierda!

Tyler

¿Qué está pasando?

No, nada... solo estás hablando con los labios, nada del otro mundo.

—Uy, qué chistoso...

Después de discutir con mi estúpida conciencia...

—¡Oye, te oí!

Bueno, como decía, quise llevar a la borracha a su casa.

Vuelvo a la realidad y reacciono: tengo a alguien cerca mío, medio dormida, que metió sus llaves en el sostén... y no puedo llevarla a su casa sin esas malditas llaves.

Me quedo quieto, procesando la situación. ¿Cómo se supone que debo pedirle eso sin parecer un pervertido?

—¿Y tus llaves? —le pregunté, intentando sonar casual.

—No sé... creo que las guardé bien —dice, medio sonriendo, mientras empieza a buscar en su bolso.

Nada.

—Aquí están —dice al fin, sacándolas de su sostén como si fuera lo más normal del mundo.

Me quedo en silencio. No sé si reír, llorar o pedirle que me firme un permiso para no parecer sospechoso.

—Dámelas, te voy a dejar en tu casa.

—Nop —responde, con una sonrisa traviesa, y vuelve a guardarlas donde estaban.

—¿En serio?, Lo guardaste en tu...

—Sostén eso te cuesta decir. Eres un pervertido.

—¡Oye, no lo soy!— DIje.

—Te llevaré a mi casa —asiente sin dudarlo.

Y antes de que pueda decir algo más, se sube a su auto como si fuera su copiloto de toda la vida.

—Vámonos —Digo subiendome en su auto

...

...

...

—¡Ma, ya llegué!

—Ay, qué bueno hijo... —no terminó de decirlo porque vio a la chica que cargaba, que ya se había dormido.

—¿Quién es ella? —dice, apuntando a Aliz.

—Es una amiga.

Ja, esa ni tú te la crees.

—Mmm... ¿y qué hace aquí tu AMIGA? —dice, resaltando la última parte.

—Se quedará a dormir... bueno, si tú quieres.

—Claro, hijo. Los amigos de mi hijo son bienvenidos —dice con una gran sonrisa.

La subí a mi cuarto y la dejé en la cama.

Pero cuando ya iba a salir... me dijo algo que no esperaba.