15 de Septiembre 2015, San José, Entre Ríos
Había pasado un tiempo de mí última salida, una que fue bastante decepcionante para mí corta etapa adolescente. En ese entonces, y a la corta edad de 13 años, creía mandarme sola, sin ningún tipo de preocupación.
Sin embargo, mis padres fueron una gran reflexión durante estos dos años. Por ende, esperé paciente la respuesta que iban a darme; había aprendido que todo llevaba su tiempo y calma.
Cuando tuve la aprobación de ambos, llamé a mis amigas para organizarnos. Esta sería mí primer salida real, una fiesta de primavera hecha por la promoción de nuestro colegio y otros más. La temática del baile era de disfraces, por eso, y a mi pesar, le pedí ayuda a mí mamá con respecto al disfraz que usaría.
Decidí ir por algo sencillo y fácil de hacer, Minnie. Calza negra, pollera roja con lunares, remera negra y zapatos rojos junto con las orejas, y el moño.
Un disfraz de lo más básico, aunque repetitivo.
Ese día, por alguna razón, me sentía extrañamente motivada. Como sí fuera a pasar algo interesante.
Nunca le daba importancia a ese tipo de cosas, porque al final terminaba siendo una decepción; sin embargo, ésta vez decidí hacerle caso y esperar.
Con mis amigas habíamos planificado juntarnos en mí casa, ellas se cambiarían ahí y después nos iríamos al club. No obstante, ya tenía la negativa de una cancelación a último minuto; nunca se sabía con esas dos.
No quise darle tanta vuelta al asunto, y procedí a buscar lo que me pondría. Saqué del ropero la remera, calza y pollera; había pensado en acompañar el disfraz con un poco de maquillaje, pero creí que sería algo excesivo.
Con el tiempo algo en contra, y esperando alguna señal de mis amigas, me encaminé al baño para poder ducharme. No lo necesitaba, ya lo había hecho con anterioridad, pero en esta ocasión lo precisaba.
Mientras estaba en el baño, mí madre me gritó que las demás ya habían llegado. Me tomé mí tiempo dentro de la ducha, necesitaba un poco de espacio antes de salir hacia el alboroto que eran esas dos.
Estuve pensando por un par de minutos, hasta que decidí salir. Había sido tan relajante el momento, que casi estaba a nada de quedarme dormida.
Sin embargo, envolví la toalla alrededor de mí cuerpo y fui camino a mí habitación. Agradecía tener un baño privado.
Al salir, mis amigas ya se encontraban sentadas en mí cama. Las miré, volviendo a pensar cómo llegué a tenerlas en mí vida.
Ailén y Malena eran completamente diferentes a mí, lo cual, hacía que nuestro trío fuera único.
Ailén era alocada, extrovertida y fiestera.
Malena era más sería, introvertida y tranquila.
En cambio, yo era un poco de ambas; y amaba eso. Nos hacía especiales de alguna forma.
Arrastrando mis pies, agarré la silla más cercana y me senté. Miré a mis amigas con cierta pereza y tiré mí cabeza hacia atrás soltando un pequeño suspiro.
—¿Ya estás cansada? —La voz de Ailén resuena en mí oído como una leve caricia.
—No —respondo con pesadez—, solo quería estirar un poco el cuello antes de cambiarme.
—Ajá —murmuró Male—. No creo que cerrar los ojos forme parte de ese estiramiento.
—Sí, bueno, no todas podemos darnos el lujo de contratar un personal trainer.
Nos quedamos un momento en silencio hasta que la risa de Ailén se escuchó en toda la pieza. Era bastante estúpido reclamar eso, más sabiendo el tipo de personal trainer que Male tenía.
Sin embargo, sabía que no lo iba a dejar pasar por nada del mundo.
—¿Estás celosa porque tengo un viejo sabroso? —pregunta Malena, mientras dirige su mano hacia su pecho como sintiéndose ofendida.
—Baboso, querrás decir —corrige Ailén con diversión.
—¡Claro que sí! —exclamo de manera dramática—. Yo también quiero uno como vos tenés, y me parece injusto eso.
Fingí una mueca de tristeza mientras me levantaba para abrazar a Ailén. Cada vez que podíamos, las tres nos burlábamos del pobre viejo. Lo hacíamos sin ningún tipo de maldad, solo mera diversión.
Teníamos 15 y 16 años, algo normal en nuestro comportamiento.
Nos reímos por un largo rato, era tranquilo estar así, en paz. Sin exámenes, maestros o algún otro tipo de preocupación.
Lentamente, empezamos a levantarnos, había sido demasiada diversión por estos pocos minutos. Necesitábamos estar listas.
—Deberíamos cambiarnos —dije caminando a mí cama—. A pesar de que aún nos queda algo de tiempo, somos mujeres, vamos a tardar.
—En eso tenés razón —secunda Ailén.
—¿Tienen todo? —pregunta Male.
—Sí —contesto poniéndome la ropa interior—. Aunque, aún estoy indecisa sobre el tema del maquillaje.
—Por eso estamos acá, mí amor, para ayudarte.
—Son lo más —hablé con una sonrisa.
—Lo sabemos, y es por eso que, en el próximo SR, vamos a disfrazarnos igual.
Miré a Malena con cierto miedo, y ambas observamos a Ailén como sí se le hubiera zafado un tornillo.
—¿Vos estás segura? —cuestioné nerviosa—. O sea, no es mala idea, pero creo que es…—hice una pausa y volví mí mirada a Malena—, ¿mucho?
—Puede que tengas razón, pero será divertido —contesta con una sonrisa—. Además, no es como que vayamos a tener muchos más SR de disfraces. Quiero decir, nos queda el año que viene y el que hagamos nosotros cuando seamos promo.
—Cierto —afirma Malena—. Son dos SR los próximos que tenemos, y uno de esos es el nuestro.
»No obstante, tampoco apresuremos las cosas, estamos con demasiado tiempo. Sabremos qué hacer.
—Veremos que pasa en estos dos años que nos quedan, por ahora, vamos a disfrutar de hoy.
Malena y Ailén me abrazaron con fuerza, eso ocurría cuando algo bastante importante salía de mí boca.
Siempre tuvimos altos y bajos, pero aún seguíamos juntas, esperaba que siguiera así en un futuro.
Después de risas, pequeñas discusiones y mucho maquillaje, las tres nos encontramos listas.