Héctor
Mientras avanzaba con Nadia, pude sentir cómo Lucas nos seguía de cerca sin dejarla sola, algo que comenzaba a fastidiarme más de lo normal.
—Podés largarte —pedí amablemente, manteniendo a Nadia junto a mí.
—¿Y dejar a Nadia sola con vos? No, gracias —respondió sonriéndome, haciendo que mi sangre hirviera. No lograba entender cómo Nadia podía tener algún tipo de relación con él, era simplemente inaceptable para mí.
Quería creer que su distanciamiento, se debía a cualquier otro tipo de situación, algo mucho más grave, o nuestra última discusión. Sin embargo, descubrí que era por Lucas; y me hizo preguntarme porqué estaba con él.
No cabía en mi cabeza que algo así pudiera llegar a pasar, más bien, creía que Nadia era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta que ese tipo no era alguien con quien relacionarse. Lucas era un chabón con demasiado historial, tanto dentro como fuera de la escuela, llegando a ser bastante conocido en colegios distintos. Y aumentaba considerablemente mi preocupación con respecto a Nadia.
Quería, o intentaba, entender la postura de Nadia entorno a su decisión de alejarse; sin embargo, las cosas que sentía mientras la observaba con ese estúpido, me hacían responsable sobre ella. Ya que una parte de mí, odiaría bastante saber que salió lastimada por culpa del imbécil.
Sí, me estaba comportando como un maldito hipócrita, pero aún así, siempre había observado a Nadia desde la distancia; esperando poder coincidir con ella en algún momento de nuestro recorrido escolar. Era bastante estúpido si me lo ponía a pensar bien, sin embargo, valía completamente la pena.
Nadia era alguien que lograba sacarte de un mal día, o situación. Ella era esa persona que buscaba solucionar las cosas antes de dejarlas ahí, porque no podía permitirse dejar un hueco sin resolver.
—¿Héctor? —La voz de Nadia me saca de mis pensamientos, trayendome otra vez a la realidad y situación.
—¿Qué pasa? —pregunté, observándola por encima de mi hombro.
—Estamos parados en el medio del lugar hace como 10 minutos —respondió, bastante sería, provocando una sonrisa en Lucas. Al parecer, también me había olvidado de la compañía innecesaria que nos venía siguiendo.
—Perdón, me perdí por un momento.
—¿Mirando a la nada misma, mientras apretabas el brazo de Nadia? —Miré la mano con la que sostenía a Nadia, y se podía notar la marca de mis dedos. La solté, sintiéndome culpable por haberla lastimado sin quererlo.
Mis ojos se posaron en ella, viendo como se sobaba la zona rojiza del brazo. Mi mano por inercia viajó a su brazo, pero se vió interrumpida por otra mano bastante molesta.
—Soltame —murmuré con rabia, observando a Lucas.
—¿Para qué? ¿Para que la sigas lastimando?
—¡Vos no sabes nada! —bramé soltando mi mano de su agarre.
—¿No? Ilumíname. —Detestaba cómo se comportaba al estar frente de Nadia, era como quisiera hacerse ver delante de ella, tratando de tener su atención solo para él. Era molesto, frustrante y me hacía sentir horrible.
Tampoco quería caer ante sus provocaciones, más conociendo como él era, pero eso no dejaba de frustrarme. Porque no sabía cómo reaccionar sin que Nadia terminara más enojada conmigo.
Busqué una manera de responder, sin embargo, la voz de Nadia interrumpió.
—¿Habrá algún día en que se lleven bien? —Su pregunta me chocó de una manera horrenda—. Son peor que los pendejos de primaria cuando pelean por unas estúpidas figuritas.
—No creo que eso sea…
—No me interesa, Lucas, pero me tienen podrida con sus berrinches patéticos.
Con eso, Nadia nos dejó ahí, sorprendidos por su reacción. Literalmente, nos había mandado a la mierda por nuestras actitudes y comportamientos. Suspiré con resignación, y me alejé de Lucas, ya había sido demasiado el tiempo que lo aguanté, y lo que había provocado.
En mi camino me encontré con Ailén, no obstante, mi cabeza no estaba para aguantar sus boludeces. Comencé a sentirme más frustrado que antes, notando que no había avanzado nada en “recuperar” ni relación con Nadia.
Mi enojo era tanto, que francamente, decidí no darle más importancia a ese asunto, y dejar que las cosas sigan su rumbo. Sentía que ya era demasiado, y que quizás, el tiempo me daría la razón más adelante.
Eso no quería decir, que no me molestaba saber que Nadia había decidido cortar algo que empezó bien, pero sabía que debía respetar eso por más que no me gustara en lo más mínimo.
Entendí, a mi pesar, que esto sería lo mejor, aunque rompiera por completo mi ser.
Nadia
Estaba realmente furiosa, con ganas de putear a cualquiera que se me cruzara delante de mí. Sin embargo, intentaba calmarme y respirar.
Me resultaba difícil entender todo esto, el porqué Lucas y Héctor no eran capaces de llevarse bien; no es como si antes hubieran cruzado palabras, pero aún así, pensaba que podían hacerlo aunque fuese por mí. Me daba repugnancia saber que no era así.
Pensé en buscar alguna solución para esto, algo que me dijera como hacer para que esos dos no quisieran matarse. No obstante, resultaba bastante difícil, demasiado complicado de lidiar para mi pobre mente. Ya era suficiente con mi cabeza recordándome los errores.
El asunto comenzaba a hostigarme, haciéndome pensar en las posibles salidas que tendría que hacer a futuro.
Comprendí, entonces, que estaba entre la maldita espada y la pared; lo que debía ser una broma de mal gusto. Esta situación comenzaba a cansarme, y estresarme; sin embargo, lo único que debía hacer era respirar profundo y no dejar que esto me sobrepase.
Decidí que lo mejor sería pensar fríamente, antes de empezar a decir algo de lo que me arrepentiría después. No obstante, mi mente no me dejaba en paz, reclamándome que me haya comportado como una idiota con esos dos. Debía decir que sí, tal vez me pasé un poco, pero las emociones en ese momento pudieron más conmigo, y dejé que mi enojo se descargara de la peor manera posible; importando muy poco donde me encontraba o las personas que podrían haber llegado a escuchar.