No miró hacia atrás en ningún momento, su figura terminó por desaparecer entre las personas que pasaban por enfrente del lugar. Un montón de gente desconocida que caminaba con un destino claro, pero que ni siquiera sabían por qué lo habían decidido así.
El aire era muy frío aunque aún no daba inicio el invierno, apenas eran los inicios de noviembre y ya era necesario usar bufanda. Los del clima afirman que la primera nevada será este fin de semana.
Miré a mi alrededor buscando el sitio donde me esperaban mis amigos y mi novio Ian. Había una mesa para cuatro al final del lugar desde donde se apreciaba la vista hacia las calles de la ciudad iluminada ya con sus coloridas luces nocturnas.
— Oye Elizabeth no crees que tardaste mucho? — preguntó mi mejor amiga, Elaine, y la que siempre me mete en problemas.
Llevaba un vestido color blanco de mangas largas y cuello de tortuga, es común ya que detesta el frío y trata por todos los medios enfrentarlo. A su lado se encontraba Max, su novio con un estilo casual, una chaqueta color rojo vino con unos letreros en blanco y unos jeans ajustados. Por otro lado mi chico llevaba un abrigo cuello de tortuga y unos pantalones negros. Sonreí ante la tontería que pasó por mi cabeza en aquel instante.
Sabes que eso sí puede ser una posibilidad, de todas formas no sabes que intenciones esconden las personas dentro de sí mismas.
Cierto, pero no tengo las fuerzas suficientes para imaginar que mi mejor amiga y mi novio puedan ser capaces de algo así. De cualquiera lo espero menos de ella.
Solo rodé los ojos y la ignoré, ignoré la voz de mi sexto sentido alertándome. Me senté junto a mi novio y nos dimos un beso casto. Ambos sonreímos al separar nuestros labios.
— Hola amor que bueno que llegaste ellos me estaban torturando — se queja de mis amigos — Creo que hablan demasiado. No sé cómo los aguantas.
Me limité a reír, no hay de otra y eso es cierto.
— Ian no sé de qué te quejas si no nos quieres puedes irte — contesta Max y Elaine le da un codazo.
— Si sales con Elizabeth debes comprender que somos parte del paquete — aclara mi chica favorita.
— Es verdad, ellos son mis amigos — nos chocamos las manos.
El sonrió y dirigió su mirada hacia Elaine, lo ví en sus ojos. Tal vez ellos no se daban cuenta pero sus miradas compartían el mismo sentir, como en un juego. El juego de los traidores.
Y otra vez lo ignoré, no por el bien de ellos sino por el mío. Qué ganaría al pelearme de ellos ahora? De todas formas no tengo a nadie más que a ellos, si los dejo atrás solo yo saldría perdiendo.
Todos disfrutamos de nuestra reunión de grupo para estudiar (cita doble) y salimos alrededor de las siete treinta del restaurante. Discutimos un poco sobre el tema de nuestro proyecto de español —no tomó treinta minutos — y seguimos con lo que de verdad haríamos. No eran más que planes para el fin de semana. Queríamos repetir la cita y disfrutar de la primera nevada todos juntos. Luego un paseo por el parque antes de despedirnos.
— Bueno llegó el momento de decirnos hasta mañana porque Max y yo nos vamos de fiesta — comenta Elaine tomando a Max del brazo — Sé que ustedes son diferentes y no les gusta el espectáculo así que no perderé el tiempo invitándolos. Nos vemos en la escuela mañana.
Ian y yo los despedimos con la mano y continuamos nuestro camino. . Tomamos asiento en unas sillas del lado de afuera de un pequeño establecimiento de comida, no me detuve a mirar su nombre. Pedimos un taxi mientras disfrutábamos de la vista nocturna. Hacía frío, mucho frío. Ian entró al local por unos cafés para ambos, unos minutos después apareció frente a mí con un vaso en cada mano.
— Toma, te ayudará a calentarte un poco — tomé el vaso y le dí un sorbo, tenía un sabor dulce y estaba bien caliente.
Sentí el líquido bajar por mi garganta hasta mi estómago, un calor exquisito me cubrió las entrañas. Ian tomó asiento al lado mío en una de las sillas, y dió un trago largo a su café.
— Es nuestra primera cita bajo la luz de las estrellas desde que estamos juntos. ¿No te parece romántico este momento? — su pregunta me hace sonreír y ni siquiera intento responder.
Siento unos segundos después su mano sobre la mía mientras me va dejando pequeñas caricias hasta mi cuello. Sus dedos eran como cuchillas que iban dejando pequeños cortes en mi piel, unos invisibles pero dolorosos cortes. Entonces sentí la necesidad de hablar, de decir algo sin levantar la voz, sin parecer desesperada y darle a entender algo que no quería.
— Dime, puedo preguntarte algo sencillo? — no se detuvo y me dió un pequeño beso en la espalda como muestra de asentimiento — Si ya llevamos más de tres meses juntos y aún no hemos tenido sexo, como has logrado no acostarte con otra?
No me dí la vuelta para ver su rostro, no necesitaba ver su expresión. Porque al instante se detuvo, no dijo nada, no protestó por mis palabras, no dejó salir un suspiro, no pidió que repitiera lo dicho. Pero las cosas que no dijo, y aún las que no hizo fueron suficientes para responder a mi pregunta. Estaba más que claro, si lo había hecho, ya había llevado a otra a su cama. Pudo haber sido a Elaine o a otra, pero sin duda yz lo hizo.
El taxi llegó justo en ése momento. Me levanté y tomé mi bolso del espaldar de la silla, agarré su mano y la entrelacé con la mía.
— Ven conmigo hoy, quiero que me lleves hasta mi casa.
Eran solo las nueve cuando llegué a mi tranquilo, glamuroso y vecindario para ricos; así lo llama Ian. Ya que él y yo no tenemos la misma posición social, mis padres no saben de nuestra relación. Y probablemente si estén al tanto, solo que no le han dado mucha importancia. Solo llevamos unos meses juntos, y a veces siento que nos conocemos desde hace tiempo. Él no es el chico popular o el nerd de la preparatoria Wilson Carter, él es simplemente un chico normal y eso fue lo que más me gustó de él. Al principio ni siquiera había notado que existía y a pesar de que nunca nos habíamos encontrado, una tarde cualquiera se acercó y me invitó a salir. No le respondí, pues estaba sorprendida, entonces solo me agarró y me besó. Fue algo brusco para un primer beso, luego me volvió a preguntar si quería salir con él o debía besarme de nuevo para que estuviera segura.