Te seguiré a donde vayas

Mi chofer

ELIZABETH

Hay ocasiones en nuestras vidas en las que pensamos que todo es perfecto, que nada podría irnos mejor, y es ahí cuando tú sexto sentido se activa y te manda la señal más peligrosa "Algo no anda bien aquí". Pues era cierto, en cuanto tuve ése delicioso desayuno junto a mis padres en la mañana, supe que halgo pasaría y así fue. Era una de las cosas que más odiaba de las familias prestigiosas, tener un "GUARDAESPALDAS". ¿Qué pasaría a partir de ahora con mi vida? Ya no puedo ser una chica normal como siempre, y lo peor de todo es que este hombre llamado Lucien conoce cosas sobre mí, me ha visto en mis peores momentos y por si fuera poco es súper atractivo. Al menos me consuela que no dirá nada porque su contrato exige total discreción sobre la vida privada del cliente, o sea, no podrá revelar nada de lo que ha descubierto sobre mí.

— Hola. Es un gusto conocer por fin el nombre del hombre que me ha salvado la vida — contesto con voz tranquila y el responde con una pequeña reverencia — Hoy es fin de semana y quiero salir un rato a disfrutar de la mañana — comento y miro a mi padre con una amplia sonrisa — Puedo hacerlo papá?

El se sorprende un poco al ver mi reacción, pero luego de una mirada fugaz hacia mí guardia, termina asintiendo con la cabeza.

— Está bien, no hay ningún problema. Lucien es un experto, por tanto no tienes nada de que preocuparte, estarás segura junto a él — carraspea su garganta y le da un sorbo a su jugo de naranja — Es hora de irme a trabajar, los jefes como yo no tienen descanso. Ya lo sabrás cuando lleves las riendas de nuestra empresa.

Mi padre se despidió con un pequeño toque en mi hombro, no me esperaba que dijera eso, no después de tanto desprecio que me ha mostrado todos estos años. Pero siento que algo cambió, de pronto creo que algo de lo que aún no soy capaz de percibir está pasando en mi familia. Observo todo a mi alrededor, todo se vé diferente, ya no hay peleas entre nosotros y mis padres me tratan como a alguien de su sangre, ya no soy más la cara de la deshonra en mi familia, por el contrario ahora me ven como su heredera.

— Hija, quiero que me acompañes esta noche a una cena con mis amistades, es a las ocho. Solo irán las familias más influyentes del país así que seremos un grupo bastante reducido, no creo que te sientas incómoda — esto me volverá loca, no sabía que la reina de hielo podía mostrar interés por mi estado de ánimo.

— No te preocupes mamá estaré allí para acompañarte, después de todo hace mucho tiempo que no tenemos tiempo en familia — veo como mi madre desvía la mirada hacia mis espaldas y frunce un poco los labios antes de volver a sonreír — Me iré a cambiar de ropa.

Di una última mirada al escenario y me detuve en un solo punto, las sonrisas, pero no en cualquiera, sino en las que ocultan siempre algo detrás de ellas.

Subí hasta mi habitación por un cambio de look, hacía mucho frío y para hoy se esperaba la primera nevada. E de admitir que Cristal Frost es un lugar encantador donde puedes ver pasar las cuatro estaciones, aunque creo que el invierno es la más hermosa de todas. Así que no me queda más remedio que vestir lo más abrigada posible, ante la llegada del frío invierno, que parece haberse olvidado que aún no ha llegado su momento. Tomo mis botines negros, unos que me quedan por encima de las rodillas, para luego colocarme un abrigo de lana color azul de cuello alto. Decidí quedarme con la falda que traía, aunque es un poco corta y deja un espacio de piel expuesta del largo de una mano. Agarré mi cartera de mano en la que solo caben mis tarjetas de crédito y mi Samsung, le dí unos retoques a mi maquillaje y todo listo.

Bajé las escaleras con elegancia, no es que me vaya creyendo la reina del mundo, pero considero que la elegancia es una virtud que toda mujer debería tener. Mi guardaespaldas estaba parado en firme al pie de las escaleras, miraba su reloj con detenimiento como si contara los segundos para algo importante, pero en cuanto reparó en mi presencia se quedó absorto. Sus labios apretados ante la tensión de su mandíbula, quería permanecer inexpresivo, pero se notaba en sus ojos ese brillo encantador como cuando el león tiene en su mira a una presa. Pasé junto a él con la mirada seria y mi ceja izquierda ligeramente arqueada, no puedo creer que se atreva a mirarme así siendo el solo alguien con la obligación de protegerme, salvo para eso no debería siquiera atreverse a observarme. Pero él solo me sonrió con un ligero bufido, ni que fuera un millonario enmascarado. Voy hasta la entrada donde me espera el chófer junto a mí auto, es la primera vez que lo uso desde mi cumpleaños hace tres meses.

— Yo seré el nuevo chófer de la señorita Elizabeth a partir de hoy — agrega mi guardia tras dar los buenos días — Son las órdenes de su padre.

— Está de acuerdo señorita? — cuestiona Philips a lo que respondo con un ligero asentimiento.

— No hay problema. Este hombre será mi guardaespaldas a partir del día de hoy, el ha salvado mi vida antes y por eso se encargará de seguirlo haciendo hasta que uno de los dos muera — comento sin mucha energía.

Lucien abre mi puerta y me siento con el celular en la mano dejando mi cartera a un lado para buscar la ubicación en él.

— Hacia donde quiere ir señorita Elizabeth? Para mí será un placer llevarla — alega mi guardia y la verdad solo de escuchar la forma en que me habla me da taquicardia, es como si jugara con las palabras en su boca.

Tengo un poco de curiosidad por saber si se encuentra bien después de haberse lanzado a una piscina conmigo en brazos. Muerdo mis labios con fuerza antes de atreverme a preguntarle, me da algo de vergüenza por lo que evito mirarle aunque esté de espaldas a mí.

— Cómo te sientes? No tuve la oportunidad de quedarme en la mansión hasta que despertaras, quería darte las gracias antes de irme — comienzo a hablar y siento como las palabras se me agolpan en la garganta, pero no puedo decir más.




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