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— Tenías razón, hay alguien haciéndoles daño — sentencie enojado, Melissa me miró frunciendo el ceño.
— Lo sabía, ¿Ella está bien?
— Ella sí, pero el desgraciado golpeó a su hermano, es una maldita masa de músculos, deberías verlo.
— Maldito, espero que lo encuentres, pero no le hagas nada, solo tráelo ante mí, tengo una muy interesante idea, quiero probar algunas cosas que me regalo Alessandro.
— No me quiero ni imaginar que cosas raras te regalo, ¿Que planeas hacer?
— Tu solo complace a tu linda y amada hermanita — me dijo haciendo pucheros e hice una mueca de asco.
— Eso solo servía cuando estabas embarazada, tu encanto ya murió — dije señalando las cunas.
— Idio... Idiomas — la mire raro.
— ¿Qué? — Melissa a veces era muy extraña.
— No quiero usar malas palabras frente a los niños, he establecido una política de cero malas palabras — reí incrédulo.
— ¿Tu? Que hablas y maldices como camionero — hizo una cara rara que me causo mucha más gracia.
— Bueno, ya no lo haré, debo educar bien mis hijos.
— Suerte con eso loca — me acerque a tocar las regordetas mejillas de la pequeña Lía, era una cosita encantadora.
— Como sea, busca al desgraciado que hizo eso, y tráelo, vamos a divertirnos con él, le enseñaremos que nadie se mete con una mujer y sale ileso.
— Eso no tienes que decirlo dos veces, ya he mandado a investigar todo sobre la Demonio de Fuego, en cuanto tenga la información iré por el malnacido que hizo eso — me lanzó una almohada que golpeo mi rostro y cayo sobre la pequeña despertandola.
— Mala palabra — me señalo y bufé rodando los ojos.
— Aún no entienden una jodida mierda Melissa, haz eso cuando empiecen a hablar — cargue a la pequeña para calmarla, Melissa a veces se comportaba como niña.
— Eres un mal hermano.
— Y tú estás loca, con eso estamos a mano — no pudimos seguir hablando por el sonido de la puerta.
— Buenos días — Isabella entro a la habitación como si nada.
— Linda, ¿No deberías estar con tu hermano? — pregunto preocupada.
— No se preocupe Melissa, ya me han confirmado que todo está bien, así que puedo hacer mi trabajo sin problema — no les preste más atención deje a la pequeña más calmada en los brazos de su madre y salí de la habitación de Melissa rumbo a la del pequeño.
Cuando llegué al umbral de la puerta se encontraba sentado en su cama mirando por la ventana, era un joven delgado con cabello de zanahoria, pude notar desde antes que era muy bien educado y portado, no daba problemas.
— Hola pelos de zanahoria, ¿Cómo estás hoy? — el me brindo una enorme sonrisa en cuando me vio.
— Me siento mucho mejor gracias a ti, y gracias por el helado, estaba delicioso — sonreí caminando hacia la cama.
— Te prometí helado, ahora quiero hablar contigo — me senté frente a él y le extendí unos caramelos que llevaba en el bolsillo.
— No puedo decirte nada, le pueden pasar cosas malas a Isa, una vez intente protegerla, y le conté a mi maestra de a escuela lo que ocurría en la casa, ese tipo le hizo mucho daño a mi hermana y la maestra nunca más apareció, tengo miedo, te puede pasar lo mismo — aunque era notorio su leve retraso y su comportamiento parecía mas al de un niño a pesar de su edad, en momentos se comportaba de una manera muy madura y sensata.
— La Demonio de Fuego estará bien, además yo la protegeré — el me miró enarcando una ceja.
— ¿Demonio de Fuego? — asentí con la cabeza como si fuera obvio.
— Ya viste que se enoja y se pone como el demonio, y su pelo parece una llama viviente, es una Demonio de Fuego — ambos asentimos con la cabeza con mi lógica.
— Tienes razón, es endemoniada — exclamó tapando su boca, — ¿Estás seguro que vas a cuidarnos? No quiero que me alejen de mi hermana, y tampoco quiero que le hagan daño, todas las noches la escucho gritar y llorar hasta que me quedo dormido, y soy muy débil para ayudarla, no puedo hacer nada bien, solo le traigo problemas — agacho su cabeza y apretó las manos en su regazo, yo sabia perfectamente lo que era sentirse inútil y no poder proteger a los que amas, lo viví en carne propia con mi madre, a quien nunca pude proteger de los abusos de Massimo
— Te lo prometí por la garrita, de ahora en adelante nada les va a pasar, ni a ti, ni a tu hermana, yo los protegeré — aprete sus manos mostrándole mi apoyo, su mirada se conecto con la mía y pude ver el debate mental que estaba teniendo.
— Hace un año que papá murió y nos dejó solos, mi hermana se deprimió mucho y yo también, para ese entonces ese hombre estaba con nosotros y la ayudo, al principio era bueno con ella y conmigo, teníamos un lindo apartamento donde vivíamos bien, y tenía un perro, todo estaba bien — suspiro mirando por la ventana, como si recordar aquello le causara mucho dolor