The Black Garden (el Jardín Oscuro)

Prologo

 

 

 

 

 

— Una vez tengan el control del flujo del agua, podrán hacer lo que quieran con ella— En medio del salón de clases de control elemental del agua, el maestro, moviendo con precisión y cuidado sus manos hace que una corriente de agua pase alrededor de cada estudiante con gran velocidad sin apenas salpicar una gota. 

— ¿Maestro, hay algo que de verdad no podamos controlar?—se levanta una joven voz de entre los niños en medio.

— ¿Algo que no podamos controlar?—, el maestro levanta su mirada y la dirige hacía el estudiante— ¿Por qué la pregunta?—, se cuestiona por la particular naturaleza de la pregunta del pequeño, usualmente los estudiantes solo se concentran en jugar con el agua y crear formas de animales con ella pero esta chispa de curiosidad llama su atención.

— Mi madre suele hablar de que nuestras vidas están manejadas por personas gigantes que lo saben todo—responde el niño pero sus palabras se cortan brevemente por un par de risas de sus compañeros al oír la descripción de esas supuestas personas.

— Silencio—el maestro llama al orden levantando su mano y haciendo que sobre aquellos que se burlan caigan un par de frías gotas de agua como una pequeña lluvia—¿Te refieres a alguna clase de dioses?—pregunta amablemente continuando con la conversación. 

El niño asiente y en su boca se pinta una leve sonrisa al ver como las burlas se detienen y solo se oyen los quejidos por el agua— Sí señor.—contesta respetuosamente.

— Esa es una pregunta que nadie me había hecho antes—contesta el maestro y se acerca al puesto del niño— Oirás muchas cosas respecto a eso. Algunos dirán que sí, nuestro destino y lo que será de nuestra vida es como un libro ya escrito—, el profesor acerca su mano y toma el libro de texto del escritorio del muchacho—. A muchos no les agrada esta idea pero antes de que todos ustedes nacieran, nos interesaba mucho más intentar hablar con esas personas gigantes y saber qué pensaban sobre nosotros.

— ¿Entonces es mentira que nos abandonaron?—interrumpe el niño mientras mira a su maestro con un pequeño brillo en sus ojos, como si esta pregunta fuera algo que verdad quisiera saber y ahora tal vez pueda conseguir una respuesta.

El maestro abre un poco más sus ojos al oír eso y sonríe levemente— Muy dentro de mi corazón tengo el sentimiento de que no nos han abandonado pero ¿Quién te dijo que lo hicieron?.

— Había un soldado tirado en el suelo en medio del mercado el otro día, gritaba esas palabras, se veía muy triste... Tenía su armadura muy dañada y con partes quemadas.

—Ya veo...

su única reacción es ocultar un poco su rostro colocando la mano sobre su boca y da un pequeño suspiro sin saber qué contestar ante el origen de la pregunta.

El maestro deja el libro de vuelta sobre el escritorio y regresa a su lugar para continuar con la clase pero un estallido no muy lejos de la escuela hace que todos miren en la misma dirección.

—¿Qué fue eso?—pregunta el mismo niño para luego mirar al profesor buscando una respuesta de aquel que les ha enseñado todo lo que han aprendido hasta este día.

—Todos levántense y vayan ordenados a los refugios en el castillo de la reina—contesta el único adulto en la habitación mientras señala la puerta de salida, sus palabras suenan seguras y calmadas pero su rostro refleja un cambio de expresión menos tranquilo que hace un momento.

Los niños se levantan de forma ordenada y caminan en fila saliendo del salón de clases para buscar a sus padres pero tan pronto comienzan a cruzar la puerta, una luz naranja se ve reflejada en el suelo de los pasillos de madera. Todos dirigen su mirada hacia las ventanas y una bola de fuego impacta contra una de las paredes lanzando a todos por los aires sin poder defenderse a sí mismos de alguna forma.

El maestro sale con prisa y apuntando con ambas manos forma un muro con el agua que estaba usando para la clase apagando las llamas al hacerlo.

A las afueras de la escuela y mientras el fuego se extiende poco a poco por cada techo y pared, se ven formaciones de soldados con sus armas y brillantes armaduras que reflejan el color de las llamas a su alrededor.

—¡Todos arriba, salgan de acá y busquen a sus familias!—grita el maestro mientras sostiene esa posición protegiéndolos. 

Algunos niños se levantan y corren saliendo del lugar pero algunos no pueden levantarse por el dolor de la caída, otros simplemente han dejado de moverse pero el maestro intenta evitar verlos fijamente para mantener la compostura.

—M-maestro, ¿Qué está pasando?...—pregunta el niño que hace unos minutos estaba sosteniendo la conversación con él, levanta la mano en su dirección y se intenta mover pero su pierna está atrapada bajo los escombros de madera y piedra de su propia escuela.

Él lo mira y sin pensarlo dos veces corre a su ayuda, saca su pierna llevándolo en sus brazos para buscar a sus padres.

El niño apenas y puede quejarse por el dolor al intentar tomar su pierna con una mano pero aún así no llora, solo mira a su alrededor con los ojos bien abiertos.

—No te preocupes... Vamos a buscar a tus padres y van a refugiarse con los demás niños en el castillo—lo lleva a las afueras calmando al niño con sus palabras pero lo único que encuentran sus miradas es más de la mitad del reino en llamas. 

El niño intenta mirar pero su maestro le tapa los ojos y lo pega contra él un poco más fuerte—Deben estar por acá...—intenta no mostrar preocupación o miedo con el tono de su voz. Lo lleva corriendo a las puertas del castillo donde muchos más habitantes del reino de Hind buscan refugio. Solo se pueden oír los lamentos de los habitantes mirando hacía la ya destruida ciudad donde viven.



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En el texto hay: dioses

Editado: 03.03.2024

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