Capítulo Veintiocho
Dos días después
Martes, 19 de Enero de 1700
Noah García
Algo con lo que no contaba y realmente me volví paranóica fue con los regalos que recibí por mi ascenso como General.
Primero fue el de Thomás Sánchez: cinco sillas con 5 símbolos diferentes, un fénix, un águila, un lobo, un león y una pantera. Cada una tenía un significado.
El fénix me representaba o mejor dicho representaba a mi Dinastía, un símbolo de fuego que según el señor Sánchez: representa el renacimiento de las cenizas que habían quedado de mi familia, enseñando ahora una majestuosa ave hecha de fuego y más fuerte que nunca.
El águila era el símbolo de su familia: significaba para ellos realeza y lealtad, un ave que mostraba elegancia y fortaleza.
El lobo representaba La Dinastía White: tiene como significado el ser un buen guía durante un mal camino, mostrando poder y respeto en cuanto se encuentra con el mismo tal y como ocurre con la familia White.
El león le pertenecia a La Dinastía Castillo: muestra poder, fuerza y dignidad, además que en el fondo se que tiene que ver con el nombre del líder de La Dinastía, entre esos dos se entienden.
Y la pantera mostraba protección, que era algo que James Evans me había prometido: me había prometido protección y confianza hacia mi y Las Dinastías y esperaba que así fuera.
Las cinco sillas fueron llevadas a un salón único para las 5 Dinastías, una sala de reunión para cinco personas y aquellos que deseen algo de nosotros.
El segundo obsequio podríamos decir que fue una continuación del regalo del señor Sánchez solo que de parte de León Castillo: unos retratos de los mismos cinco animales hechos en vidrio, cada uno con colores característicos.
El fénix estaba hecho con colores amarillos, naranjas y rojos. El águila con tonos grises y blancos. El lobo de colores oscuros como el gris oscuro y el negro. El león con tonos naranjas y cafés. La pantera en colores cafés y negros. Pero cada animal era bordeado por un color oro, mostrando majestuosidad a cada símbolo de Las Dinastías.
El tercero fue un regalo que me abrió los ojos, como si me hubieran hechado un balde de agua y me recordaba que aunque yo ahora era General y líder del mundo: debía seguir haciendo lo que me ordenaran.
Y en este momento, lo que la familia White y El Ejército me ordenaban era contraer matrimonio con Santiago White.
James Evans nos envió unos bellos anillos matrimoniales con las iniciales de ambos grabados en el mismo y la fecha de la boda: 27 de Enero del 2024.
Y tantos problemas que teníamos ahora.
No sabía dónde estaba Santiago, yo en este momento estaba hablando con Máximo acerca de mi primer ataque contra Acindino Vanetto y todo iba muy bien, Máximo y yo coincidíamos en varias tácticas para atraparlo fácilmente y estábamos a punto de terminar cuando Santiago entró.
- Finalmente, ¿Dónde estabas White?- dije, deje un plano en la mesa y me acerqué a él, estaba algo decaído- No puedes dejarme sola entre tantos problemas, tienes que estar conmigo- le dije pero solo me vió, estaba a punto de llorar.
- Noah, mi padre... - dijo y me puse tensa al instante, Máximo al escuchar eso también se acercó- Está muy mal, no creo que pueda ser posible que venga a la boda: no sabemos si va a sobrevivir la noche- dice y Máximo se reverencia.
- Mis disculpa General, pero debo ir a ver al General White- dice, asentí y se retiró. En cuanto se fue hice algo que no había hecho en años, al menos no con alguien que no sea de mi familia: abracé a Santiago.
Me devolvió el abrazo y traté sentirme tan cómoda como me sea posible, nunca hacía esto y me sentía extraña.
- Gracias- dijo- Supongo que esto es normal, y es un perder-ganar para mí: pierdo a mi padre, ganó una esposa- dice, lo miró con algo de sorpresa y desprevenida: me toca el vientre- Y un hijo, una familia.
Una familia...
Había olvidado lo que esa palabra significaba, cuando cumplí 15 años me consideré una mujer solitaria.
Mi padre y mi hermano habían muerto.
Mi madre podría estar tan viva como muerta y yo no lo sabría.
Mi otro hermano estaba demasiado ocupado para prestarle atención a su hermana en una academia militar.
Estaba sola.
Pero ahora estaba a punto de casarme y en este momento mi cuerpo estaba creando una pequeña versión de mi.
Parecía irreal que esto estuviera pasando, y no sabía si sentirme feliz de finalmente pertenecer a alguna parte, a una familia.
O sentirme abrumada de tantas emociones.
Mire a Santiago y le di una pequeña sonrisa.
- Podemos tratar de adelantar la boda si deseas que él esté ahí- dije y él soltó una risita.
- A mi padre no le queda más que unos dos días, a menos que logremos hacer una boda para mañana: dudo que esté conmigo ese día- dijo y ambos tuvimos la misma idea, solo fue vernos para saber que el otro pensaba lo mismo- ¿Una boda apresurada? ¿Estás segura?- preguntó y asentí.
- Mañana mismo podemos si organizamos bien- dije, Santiago iba a decir algo pero un soldado entro sin avisar.
- General, Sub-General: deben venir inmediatamente a la habitación del General White- nos informó, era obvio para que.
Santiago y yo fuimos corriendo y al entrar debo admitir que me rompió el corazón, ver al General White en su lecho de muerte después de básicamente criarme en el mundo militar, defenderme de hasta su propio hijo y otrogarme tantas oportunidades para que demuestre quien era me rompió el corazón.
Nos acercamos pero yo mantuve una pequeña distancia de la cama mientras que Santiago se sentaba a un lado de la misma. El General Adam tenía los ojos cerrados pero se veía como su pecho subía y bajaba, significaba que al menos aun seguía con vida.