The Dynasty Garcia

Familia y Poder

Capítulo Treinta y Uno

Cuatro años después

Agosto de 1704

Noah García

- Eso quiere decir que esa fue la primera vez que me cruze con la muerte, ¿Verdad mamá?- me dice Nicholas mientras termino de arreglar el cuello de su camisa.

- Si, podriamos decir que fue la primera vez- le dije y lo tomé del mentón- Eres un guerrero: yo no hubiese sobrevivido a eso recién nacida- le dije y lo levanté en brazos, llevándolo a la cama y sentándolo ahí.

- Es porque soy el hijo de la persona más fuerte que existe: nos salvamos porque soy tu hijo- me dice, le doy una sonrisa y me coloco mi anillo matrimonial- ¿Pero cómo nos salvamos?- pregunta y recuerdo la caótica noche del nacimiento de Nicholas otra vez.

Un nuevo trauma a mi lista.

- Nos salvaron- le dije y me coloqué el anillo del General White.

- ¿Quién?- pregunta.

- Papá, por supuesto- dice Santiago saliendo del armario y se acerca para darme un casto beso en los labios- Veo que ya se lo has contado- dice y le di una sonrisa.

- Dijo que también quería saber lo que se sentía estar al borde de la muerte y le conté como ya lo había estado- dije y tomé su medalla.

- ¿Cómo lograste salvarnos, papá?- pregunta Nicholas mientras yo le pongo la medalla a Santiago.

- Verás...- comencé de nuevo la historia.

Cuatro años antes

4 de Octubre de 1700

Noah García

Abri los ojos y apreté a Nicholas para que dejara de llorar.

El olor a sangre llegó a mis fosas nasales pero podía sentir como aún respiraba, como el cuerpo de mi bebé estaba completo, en llanto pero sin que nada lo cubriera.

La sangre me cubria a mi, pero no era mi sangre.

- ¡¡Noah!!- levanté la cabeza y vi a mi salvador.

- ¡¡Santiago!!- dije con una felicidad enorme, me dió la mano y la tomé, con un poco de fuerza me levanté e inmediatamente me aferré a su cuello con mi brazo derecho mientras sostenía a Nicholas con el izquierdo- ¡Dios mío, gracias!- dije y comencé a llorar.

- Creí que los perdí- me dice y me saca del lugar, me siento y me abraza más- Están a salvo, gracias a Dios están a salvo.

- Gracias- le dije y le sonreí con sinceridad- Nunca en toda mi vida había tenido tanto miedo- me sinceré y me dió un casto beso que le recibí con gusto.

- Creo que aún hay algunos rebeldes, debo ir a controlar la situación- dijo- Nada va a pasarles, lo juro- dice y asentí.

- Déjame un arma- le pedí, me entregó su pistola, beso mi cabeza y la del pequeño Nicholas y se fue.

Suspiré aliviada y vi a mi pequeño bebé con los ojos llorosos.

- Tranquilo, papá nos ha salvado- le dije y levanté la mirada.

A un lado del esondite, se encontraba el cuerpo sin vida de Acidino Vanetto. Según la información que me brinda mi cerebro: Acidino escapó, logró tener un buen equipo y vino en mi busqueda cuando supo que estaba más vulnerable. Al parecer su plan iba perfecto y estaba a punto de matarme cuando llega Santiago y antes de que cualquiera pudiera reaccionar, lo ejecuto en un instante.

- Eso te pasa por tratar de asesinar a mi hijo, gran hijo de p*ta- susurré y miré el cuerpo con desdén- Enviale saludos cordiales a mi padre de mi parte- dije y ahora me centré en lo que sea que pasara por la puerta del armario mientras Nicholas se relajaba.

Antes muerta, que dejar que toquen a mi hijo.

Actualidad

- ¿Y qué pasó después?- pregunta Nicholas mientras los tres salimos de la habitación y nos dirijimos hacia La Sala de Las Cinco Dinastías. Santiago y yo teniamos un día largo ahí.

- Tu padre se encargó de acabar con el resto de esas ratas- terminé.

- Y por eso, mamá y tú siempre tienen guardias a su alrededor- dice Santiago.

- Mamá, si yo llego a ser General ¿También tengo que proteger a mi esposa e hijo cuando estén al borde de la muerte?- pregunta.

- Si Nicholas, será tu deber velar por la seguridad de tu familia, la de La Academia y la del mundo- le expliqué y llegamos a la entrada del lugar. Máximo y Arturo se encontraban ahí.

- General, Sub-General- saluda Máximo y hace una reverencia, Arturo solo hace la reverencia.

- Máximo, ¿tenemos el paradero de Dubois?- pregunté.

- Nuestros infiltrados ya están enviando esa información: tendremos su ubicación en menos de setenta y dos horas- explica y sonreí.

- Perfecto: que todos sigan en sus posiciones, no es momento de revelar traiciones- dije y él asintió, me devolví hacia Nicholas- Hijo, ve a tus entrenamientos de espada- le ordené y asintió.

- ¿Algún día seré tan bueno como tú, mamá?- pregunta y le acarició la cabeza como lo hago desde que nació.

- Puede ser- le dije- Ahora obedece- dije y me hizo una pequeña reverencia, se giró hacia Santiago e hizo lo mismo y después de la reverencia de Arturo, ambos se fueron a empezar las lecciones de espada que Nicholas tenía tres veces a la semana. Máximo también se retiró.

- Parece que fue ayer cuando nació- dice Santiago y asentí.

- Parece que fue ayer cuando trataron de matarlo- dije- Ese niño es fuerte- comenté y abrieron las puertas. Ingresamos y subimos las pocas gradas que habían, Thomás, León y James ya estaban ahí y nos recibieron con una reverencia- Señores- saludé y Thomás se levantó antes de León y James debido a que él era una Dinatía mayor a la de Santiago y no le debía tanto respeto.

- General, Sub-General: bienvenidos- dice Thomás, León y James se levantan y todos nos sentamos en nuestros respectivos puestos, las sillas eran las mismas que Thomás Sánchez me había regalado después de mi ascención como General, algo que fue hace ya cuatro años.




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