The Dynasty Garcia

Listo para liderar

Capítulo Cuarenta y cinco

Dos semanas después

Sol Garcia

- Hola, llegaron antes de lo que pensé- dice mamá y y papá se acerca para darle un beso.

- Nos desocupamos antes de lo que creimos- le explica papá y yo me tiro al sofá.

- Estoy exhausta, creo que necesito irme a la playa para relajarme- comenté y ambos soltaron una carcajada.

- Eso no pasará sol mío, mejor ve a dormir- me dice papá y tomo su consejo.

Bostezaba a cada rato y solo podia pensar en lo delicosamente cómodo que sería tirarme de bruces en mi cama y quedarme dormida hasta el amanecer. Mas ese pensamiento quedó en el olvido cuando vi la puerta de La Habitación Garcia, asegurándome que nadie me viera corrí hacia la puerta e hice que me registrara el rostro mientras colocaba el código de acceso, se me dió el mismo y entré con rapidez.

Sentí electricidad por todo mi cuerpo al entrar y volví a mirar el cuadro de La General Noah, me reverencié ante la pintura y pasé a la siguiente que era la del General Nicholas I Garcia, ahí estaban los lentes y decidí a echar un pequeño vistazo a su vida. Ajusté los lentes hasta el día de la muerte de su madre y me los puse.

Aquí vamos.

17 de Marzo de 1725

Nicholas Garcia

Se había ido, se había ido para siempre…

En mis manos tenía el cuerpo de la mujer que me dio la vida, la mujer que me había criado sola, la que tuvo que soportar todo tipo de dolores y sufrimientos tan solo para que yo, su hijo, tenga una vida decente y servicial a los demás. Se había ido y nunca pude demostrarle cuánto la adoraba ni cuanto tiempo pasé preparándome para asumir su Dinastía de la mejor manera.

Estaba muerta, apuñalada por la espalda y aún salía sangre de su herida pero su cuerpo se encontraba inerte en mis brazos, ya no podía sostener ni su cabeza ni la mano que tenía en mi mejilla. La escuché soltar su último suspiro antes de irse de este mundo, dejándome solo y con el dolor de haberla perdido en mi regazo. Estaba muerta y aunque quería llorar no podía, estaba en medio de una misión y en este momento ya la estaba liderando.

- ... Cien de ustedes se quedaran aquí para terminar la misión, Delanttre tú vas a la cabeza- dije y le quité un mechón a mi madre, ya no tenía una sonrisa ni podía ver sus bellos ojos azules, su nariz no se movía y se estaba poniendo pálida.

- Nicholas... No me pidas continuar con esto, no cuando a tu madre...- iba a decir pero le di una mirada asesina mientras lo interrumpo.

- Yo no te estoy pidiendo nada Delanttre, es una orden- le dije y me levanté con mi madre en brazos, su cabeza cayó hacia atrás- Quiero al responsable de esto, lo quiero vivo para yo poder ejecutarlo con mis propias manos.

- Nicholas...

- ¡¡No me desobedezcan, quiero al responsable con vida y me lo van a traer!!- advertí- Confío en ti Harry, hazlo por ella...

Harry miró el cuerpo de mi madre y las lágrimas se le salieron, asintió y comenzo a liderar a todos los cien para que lo acompañaran. Mande a treinta más a buscar a quien había corrido en cuanto mi madre fue atacada y con los diecinueve restante volví a La Academia, no sin antes asegurarme de llevar la espada de mi madre. Creo que fue el camino más tortuoso de mi vida, nunca me imagine estar montando caballo mientras tenía el cuerpo de mi madre en brazos.

Mientras llegaba más gente se espantaba al verme y lo entendía, estaba repleto de sangre y tenía a su General, a su líder en brazos totalmente inmóvil. Pedí que trajeran algo para acentar el cuerpo de mi madre cuando entré a La Sala de Las Cinco Dinastías, ahí se encontraban Thomás Sanchez, mi padrastro Santiago White, León Castillo, James Evans y mis hermanos Enrique y Eleanor. Todos se espantaron al verme.

- Nick...- comenzó Santiago y aclaré la garganta.

- La misión iba normal, yo iba a investigar cuando escuché un ruido y luego... La espada atravesaba su cuerpo, yo... No pude salvarla- dije y llegaron con una camilla donde coloqué su cuerpo- No me dejó ayudarla, de verdad quería volar hasta acá pero no pude...- escuché a alguien acercarse y me di cuenta de que Enrique estaba a mi lado, sus ojos azules llorosos y me repetí que no debía llorar, necesitaba ser tan fuerte como...

Como ella...

- No es cierto Nick, no es cierto...- pide con los ojos llorosos, no pude hacer más que señalar la herida de mi madre y él se incó a llorar.

Algo cayó y miré a Eleanor en el suelo mientras comenzaba a hiperventilar, algunas sirvientas fueron a ayudarla. Santiago corrió y tomó la cara de mi madre, buscando alguna señal de vida la cual obviamente no encontró. Los hombres de Las Dinastías estaban quietos en su lugar mientras comenzaban a soltar lágrimas. Solté un suspiro y volví mi vista hacia Enrique, saltó para tratar de ver a mi madre pero lo detuve.

- ¡¡Suéltame, quiero verla, déjame!!- exige pero tenía mucha más fuerza que él así que no iba a ceder.

- ¡Promete que no te vas a caer Enrique!- le pedí y me miró con una mezcla de tristeza y rabia.

- ¡Caeré tan hondo como quiera, suéltame!- vuelve a decir.

- Ella me lo pidió- dije y me mira, solo podía ver dolor en sus ojos- Me dijo que te protega Enrique, no puedo dejarte caer: somos familia y eres mi hermano menor, lo más importante para mi. Solo prométeme que vas a colaborar, que si vas a llorar que sea en silencio y que no me ocultes nada. Mírala si quieres pero debes resistir Enrique, tienes que...- le dije y asintió, tomó todas sus lágrimas y se levantó con tranquilidad para ver a mi madre.

Santiago seguía tratando de despertarla, como si fuera solo un mal sueño y él quería ser la primera persona que ella volviera a mirar, mas mi madre no iba a abrir los ojos nunca más y eso era algo que todos en esta sala debíamos aceptar. Fui rápido hacia Eleanor que parecía peor cada segundo que pasaba.




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