Capítulo Cuarenta y Uno
Cinco años después
Año de 1721
Noah Garcia
- ¿Cuánta más, General?- pregunta- ¿Cuánta sangre más necesita derramar para saciar su venganza, su renconr contra sus padres por hacerla ser un monstruo en vez de una princesa? ¿Cuántos más debemos pagar con nuestras vidas para que usted encuentre paz?- la espada se clavó en su corazón, quitándole el aire que le quedaba.
- Todas las ratas de los nidos en los que te criaste Salvatore, hasta que no quede ni uno solo existente- dije y le saqué la espada, su cuerpo cayó como ser un saco y yo me coloqué un mechón de cabello detrás de la oreja, por desgracia me manché el cabello con sangre y maldije por enésima vez en el día.
A mi lado saltó un poco de sangre y vi a Darian con la espada clavada en un hombre que estaba a punto de atacarme sino fuera por la defensa de Darian. Decidí otorgarle una oportunidad y pasé los últimos cinco años para que se vuelva General y ayude a Nicholas dirigiendo otra academia, así también iba a deshacerme de Xavier de una forma mucho más... sutil.
- Has destacado en estos últimos meses Darian, te felicito por todo el esfuerzo que das y los frutos del mismo- dije y le di la espalda.
- Gracias, General- contesta de manera automática, aunque me trata como tal: sé que tanto él como su padre no respetan mi lugar dentro de la jerarquia militar ni mucho menos la mundial.
No le contesté y me fui a otra habitación. Estabamos en una de las bodegas de un enemigo que había surgido en los últimos dos años: Salvatore Romano, necesitaba deshacerme de él de inmediato y lo he hecho pues a mi nadie se me escapa de las manos y desde la muerte de Bianco y Dubois, todos los de mi lista han ido cayendo un por uno hasta quedar como más cadáveres detrás de mi camino de sangre.
En la siguiente habitación encontré a Nicholas, recientemente se había unido a mis misiones y que decir de su desempeño. No lo digo solo como madre pero Nicholas ha demostrado ser un soldado auténtico, obediente y sabe que en el campo de batalla es su vida la que está en juego solo para devolver la calma al resto de personas que viven ajenos a nuestra realidad.
- General, hemos descubierto varias bodegas alrededor de los puertos de L.A que envian y reciben la droga de Italia- me informa Nicholas, frente a los soldados yo no soy su madre: soy su General y él es mi soldado leal.
- Excelente sigue buscando que quiero saber hasta donde se esconden las ratas en este lugar, ponlo de cabeza si es necesario pero lo quiero todo.
Nicholas asiente y yo continuo registrando el lugar, un caballo llega al lugar y pronto tengo a mi lado a Dimitri.
- General, tenemos a varios hombres de Salvatore que han decidido hablar, algunos de ellos han querido comentar sobre algunos de los contactos de Salvatore- me comenta y se baja del caballo.
- Que hablen, corroboren la información y luego enciérrenlos en las cárceles de La Academia- ordené con decisión y entré a la que parecia la oficina de Salvatore.
- A sus órdenes, General- Dimitri se despidió con una reverencia y comencé a rebuscar por todo el lugar.
Encontré varias cosas que me servian como mapas, rutas, varias armas tanto de caza como de colección y la dirección de bodegas de varios aliados suyos. Sonreí ante tal información pero tampoco me precipité pues debo estar segura de que esta información es verdadera o es una mera trampa.
Al terminar salí de ahí con una parte de mi equipo donde, claramente, estaban Nicholas y Darian. Volvimos a La Academia y comenzamos a corroborar la información recibida, la mayoría fue verdadera pero también teniamos pistas que terminabamos en puntos muertos del camino. Afortunadamente dividimos la información y solo nos quedamos con lo que realmente nos sirve.
Darian quedó a cargo de investigar sobre los lugares donde se escondian los aliados y enemigos según la información de Salvatore mientras que Nicholas quedó a cargo de buscar en los puertos cuáles son los lugares escondidos e identificar quienes estaban cuidando la entrada de estas bodegas.
La noche cayó al igual que yo y terminé rendida sobre mi cama después de tomar mi ducha y arreglarme, estaba a punto de dormir cuando escuché que alguien entraba, entreabrí los ojos y vi a Santiago con una pequeña sonrisa, no le dije nada y tampoco lo hizo él hasta que sentí un peso extra en la cama y alguien acariciando mi cabello. Volví a entreabrir los ojos y lo vi otra vez con su sonrisa mientras seguias acariciando el cabello.
- ¿Qué hiciste?- le dije y Santiago solté una pequeña risa.
- Te prometo que nada, solo te miraba- dice y evito su mirada.
- Tu romanticismo me abruma- comenté.
- Cualquier sentimiento te abruma- dice él cauto.
Cambié de posición para tener la mirada hacia el techo, eso no evitó que Santiago siguiera tocando mi cabello y antes de que lo pudiera detener: me atrajo hacia él y me dió un beso en la sien. Me dejó muy intrigada y lo miré, él soltó una carcajada al ver mi expresión.
- Te ves tan rara al expresar una emoción- comenta y arrima su mentón a mi cabeza.
- Porque tampoco es común en ti darme un beso y mucho menos abrazarme- dije, le coloqué una mano encima de su brazo en la cintura para quitarla pero con su otra mano me abrazó más fuerte.
- Es verdad, pero al final del día estamos juntos en las buenas y en las malas, en la salud y la enfermedad hasta que la muerte nos separe- dice y me recuerda el día de la boda.
- Sabes que no debemos cumplir eso al pie de la letra, ¿verdad?- contesté, por alguna razón estas situaciones siempre me hacian enojar, puede que el rencor de lo de Eleanor siga vivo muy en el fondo de mí.
- En realidad lo hacemos, porque cada que estamos en un mal momento solo debemos ver hacia un lado y encontramos al otro: sea solo por preocupación o trabajo, siempre estamos juntos- menciona y recuerdo varias veces que eso fue verdad como lo del secuestro de Nicholas.