Capítulo 5: Cartas a…
Capítulo 5: Cartas a…
DIANA
Dos semanas han pasado de la coronación y de mi salida con Justin.
Intercambiamos números ese día por la noche que fue cuando llegamos a su casa. Vive a diez minutos del castillo, pero yo diría al lado porque solo nos separa el inmenso jardín del palacio, el muro y su patio mediano.
Hoy mi hermana Meghan viene de visita sin su novio ya que este tiene asuntos pendientes.
- ¡Hola Hermanita! – me saluda mi hermana mayor con el desayuno entrando a mi cuarto.
- Buenos días.
Murmuro, estoy más dormida que despierta.
- Alguien no ha amanecido – ríe entre dientes la muy loca.
Algo que siempre ha persistido en la diva de mi hermana es: el levantarse temprano y ser muy simpática y chistosa.
Pero el payaso andante tiene tres años y no se deja vestir.
- No – moviendo mi cabeza de lado a lado mientras revuelvo mi café con leche.
- ¿Cómo has estado?
- Bien, no salgo desde el día en que mi padre decidió eso y no he vuelto a salir, estudio todo el día. Veo series, juego con mi hermano y hablo con Hailey.
- Ella me cae bien.
- Es súper estar con ella… Entonces… ¿Chad eh? – la codeo.
- Lo conocí a finales de mi último año de preparatoria. Al principio fuimos amigos con derecho a roce. Luego él tuvo problemas y se fue apenas nos graduamos… volvió hace tres años y me dijo que estaba enamorado de mí, que se había ido porque necesitaba meditar sobre muchas cosas. Mientras estaba en Oxford él estudiaba y trabajaba para reunir dinero. Yo también, necesitaba ganar algo por cuenta propia. Ese mismo día que se me declaro fue a hablar con papá sobre si tiene permiso de que él salga conmigo y dijo sí. Fue… romántico Di, hermoso.
- Qué bueno hermana, tú pudiste salir adelante y conseguiste tu propio cuento de hadas. Una de nosotras tenía que salir de acá.
- Di tú también puedes.
- No Lara… no puedo. Toda mi vida en este castillo sin salir, bajo normas y reglamentos. Luego esto… es una condena.
- Diana, al abuelo le gustaría que vivieras tu vida pero que seas feliz. Por algo decidió que tú guíes al pueblo.
- No lo sé hermana… Me gustaría ser normal por un minuto.
- Te digo algo – la miro a los ojos azules que la caracterizan ni tanto. Di, la vida es más dura allá afuera, tienes que estudiar y trabajar para mantenerte y mantener a una familia.
- Lo sé, pero quiero intentar algo más…
- Viaja.
- ¿Qué? ¿estás loca?
- No, hazlo Diana. Sal vive tu vida, claro espera unos meses y luego le dices a papá. Que se haga cargo esos meses y cuando vuelvas ¡boom! Todos somos felices.
- No es fácil Meghan – comento ya terminando mis medialunas.
- ¡Por Dios Diana! ¡Vive tu vida! Haz estado toda tu vida encerrada, ¿Cuánto tiempo? ¿doce años?
- Meghan…
- ¡No Diana! ¡Debes vivir tu maldita vida!
- No puedo – ataco mirándola a los ojos.
- ¡Si puedes Diana! ¡Solo que Mia te metió esa estupidez en tu cabeza!
- Calla Meg.
- Haz lo que quieras pero habla con papá, él te ayudara que hacer. Pero piensa ¿Qué te habría dicho el abuelo?
Y su pregunta me rondo en la cabeza como un disco rayado.
[…]
Aún sigo pensando sobre lo que me sucedió con Justin.
Que mis mejillas se pongan rosadas no es normal.
No para mí.
¿Qué falta? ¿Las mariposas? ¿El zoológico?
No lo creo. Nunca me he enamorado.
JUSTIN
- ¿Solo eso paso?
- Si, solo eso.
- ¿Más nada?
- No Axel, ¿Cuántas veces tengo que decirlo?
- Muchas Justin, conozco tu historial pero ella no. Recuerda que es tu reina.
- Ja Ja Ja. Que chistoso.
- Esto es serio Just.
- Lo que te digo también.
¿Por qué tanta desconfianza?
Yo no he hecho nada.
Si es cierto que tengo un historial con chicas. No las invito a citas como hice con Diana. Solo es puro revolcón y ya.
Nada más. Pero no soy imbécil como para hacerle eso a la reina.
¿Y si me bota del país?
Joder. Sacado de Reino Unido porque le rompí el corazón a la reina.
Eso sí es malo.
[…]
- ¿Está bueno?
- Mucho – su sonrisa es hermosa, limpia, sincera. Sus dientes bien alineados y blancos, como perlas bien pulidas. Sus labios rosados, carnosos que a veces me provoca besarlos.
- ¿Qué tal con el parlamento?
- Agotador, no me imagine que mi padre tuviera tanto trabajo y luego se dedicara a su familia – su risa. O por dios. Su risa es una melodía para mis oídos.
- Yo tampoco que imagine que ser duque fuera tan difícil.
- Pero la diferencia es que tú estás aprendiendo. Yo lo estoy realizando* me codea.