Capítulo 19:
El secuestrador
Micaela
Abro mis ojos lentamente mientras siento mi cabeza dar vueltas. Veo cómo el piso se mueve y tardo unos segundos en darme cuenta de que alguien camina conmigo en su hombro.
Trato de moverme, pero mis manos y mis pies están atados.
Me siento débil y confundida.
—Déjenlas ahí. —Escucho la voz de una mujer a lo lejos.
Siento como me sientan sobre algo suave.
Veo que estoy en un sillón y cuando siento a alguien a mi lado, volteo encontrándome con Stephanie dormida.
—Déjenla —les pido.
El hombre frente a mí me suelta las manos y los pies. Y el otro hombre con traje elegante hace lo mismo con Stephanie.
Me asusto cuando veo sangre en su cabello.
»Step... —Trato de acercarme, pero mi cuerpo no se mueve.
—Desaste de él, Landon. —Miro al frente.
Veo a una mujer un poco mayor que yo, de cabello oscuro corto y ojos de color.
—Penélope —la llama el chico que estaba al lado de Step—. Tenemos que llamar a Elijah.
—Ya me encargué de eso —le responde Penélope.
¿Quién es Elijah? ¿Y qué quieren con nosotras?
Siento mi cabeza dar vueltas antes de que todo se vuelva negro de nuevo.
Stephanie
Siento que mi cabeza va a explotar. Toco donde más me duele y cuando veo mis dedos manchados de sangre me asusto.
Trato de despertar a Micaela y ella tarda un poco en abrir sus ojos.
—¿Step? —pregunta desconcertada.
Le pido que no hable y la ayudo a levantarse sin hacer mucho ruido.
Escucho voces hablar a lo lejos, pero no logro escuchar muy bien lo que dicen.
"¿Cómo están?..." "No puedes dejarte llevar por a quien se parece, Landon..." "Lo llamaste?..." "¿Le diste o no el mensaje a Elijah?"
¿Elijah es... ¿Es el hermano de Kol? ¿Será ese mismo?
—Step... —Micaela señala la puerta.
La ayudo a caminar hacia esta, pero cuando trato de abrirla no se puede.
—¡Ustedes! —Volteamos y vemos a una mujer y un hombre frente a nosotros.
Cuando ella llega hasta nosotras, en un segundo, me doy cuenta de que son vampiros.
—Si piensan que van a salir de esta casa, están tremendamente equivocadas —me amenaza—. No hay nada alrededor de aquí, nadie podrá ayudarlas. Nadie podría arriesgarse a tanto por ustedes, bueno... —Me mira directo a los ojos—. Quizás por ti. Eres mucho más importante que tu amiguita.
¿Tiene que decirlo frente a su cara? ¿Qué clase de persona es esta? La respuesta es obvia: ella no es humana.
—¿Quién es Elijah? —pregunto y ella me fulmina con la mirada.
—Es tu peor pesadilla. —Se aleja de mí y camina junto al otro chico a la sala.
—Estoy bien —murmura Micaela parándose bien—. Step, estás sangrando —dice ella viendo mi herida en la cabeza.
—Estoy bien —miento.
Ella camina lentamente hacia donde los vampiros fueron. Vemos como toman cortinas y cajas para evitar que la luz del sol entre.
—¿Por qué estamos aquí? —les pregunta Mica.
Dudo que le respondan.
»Mira, no podemos ir a ningún lado y lo menos que pueden hacer es decirnos qué quieren con nosotras.
—Yo no quiero nada de ustedes, solo soy un servicio de entrega.
—¿Y a quién nos vas a entregar? ¿A Elijah? —pregunto alzando ambas cejas.
—Dos puntos para ti. —Me mira antes de seguir con lo que estaba haciendo.
—¿Quién es él? —pregunta Micaela—. ¿También es un vampiro?
—Es uno de los vampiros, de los originales.
—¿Los originales? —pregunta sin entender.
¿Por qué el hermano de Kol nos querría?
—¿Los Salvatore no les han enseñado nada sobre los vampiros? —pregunta
—¿Conoces a Stefan, Damon, Elena, Caroline y Step? —pregunta Micaela.
—No conozco a Elena, Caroline y Step.
—¿Quiénes son los originales? —pregunta de nuevo.
Solo quiero saber porqué estamos aquí y qué quieren con nosotras.
Deja de hacer lo que está haciendo y voltea a verme.
—Landon y yo llevamos escapando quinientos años. Estamos cansados y vamos a usarlas para que nos saquen de un viejo problema —evade la pregunta de mi amiga—. Supongo que ustedes no saben nada al respecto.
—Pero ¿por qué nosotras? —pregunto con seriedad.
—Porque tú eres la doble de las Petrova. Queríamos a Elena, pero tu madre no estaba al alcance —me responde con sinceridad—. Una de ustedes es la llave para romper la maldición.
—¿La Maldición?
—La maldición del sol y la luna... —murmuro.
—Así que sí conocen su historia.
—¿Qué quieres decir con que una de nosotras es la llave para romper la maldición? —pregunto sin saber al respecto—. La piedra lunar es lo que rompe la maldición.
—No. La piedra lunar es la que une la maldición —nos aclara—. El sacrificio es lo que la rompe.
—¿El sacrificio?
Todo esto es muy confuso y la verdad es que no estoy muy segura si debemos confiar en lo que ella dice.