Capítulo 26:
La noticia menos esperada
Elena
Damon detiene el auto frente a la casa del lago y todos los recuerdos que vivimos todos juntos me llegan de golpe. Me duele saber que no hay modo de volver el tiempo atrás. No puedo creer que haya dejado a mi hija sola sabiendo que está en peligro; no debimos hacer eso.
—¿Estás bien? —me pregunta Damon y yo asiento.
—Estoy bien. Solo que no había vuelto aquí desde antes... —suspiro y él toma mi mano con fuerza.
No había podido regresar aquí, donde todo lo que podía recordar son sonrisas, juegos, diversión y a mi familia completa. Sin embargo, también tenía recuerdos más actuales como la vez que vinimos con Stefan y descubrimos toda la locura de vampiros aquí.
—Elena, escucha. Solo dilo y volveremos por la autopista e iremos a cualquier otro lugar —me asegura.
—Siempre me ha gustado venir aquí y quiero que siga siendo así, solo estaba recordando —lo tranquilizo—. Quiero nuevos recuerdos buenos, Damon.
—De acuerdo.
Bajamos y lo ayudo a bajar las maletas. Busco las llaves en mi bolso y abro la puerta. En cuanto entro el olor familiar a madera me inunda. Respiro hondo y dejo mis cosas sobre el sillón. Volteo y veo a Damon afuera y decido aligerar el ambiente y dejar la melancolía a un lado.
—No tienes que esperarme afuera. Estoy bien —le aseguro—. Ayer mejore…
—Tenía miedo de que algo te estuviera pasando… Ya van más de cinco días que estás medio enferma —dice y yo evito sonreír.
—Por Dios. No estoy enferma, Damon —me pongo seria.
—No va a ser un fin de semana muy romántico, a menos que sepa que ya te sientes bien.
—Damon, no puedo decirte que me sentiré bien, pero ahora lo estoy —miento.
—¿Qué? —me mira confundido.
—Mira, Damon, hay algo que he evitado decirte… Creí que lo mejor era hacerlo aquí para tener nuevos y bonitos recuerdos —confieso con seriedad—. Sin embargo, ahora lo mejor será desempacar y… —Hago una pausa—. No es el momento de hablar sobre eso, ¿sí?
—Estas bromeando, ¿verdad? —me pide y sin poder evitarlo sonrío.
—Damon Salvatore, tengo muchas cosas que decir, pero ahora no quiero decirlas. —Río y él me mira sin creerlo.
—Eres una mentirosa —me acusa antes de entrar y tomarme en brazos para subirme a la barra de la cocina y besarme.
Acaricio sus hombros mientras sus manos se pasean por toda mi espalda.
—¿Teniendo otro momento? —pregunta Damon detrás de mí.
Me rodea con sus brazos y besa mi mejilla mientras miramos el lago. Me recargo contra él y suspiro.
—Jeremy se rompió el brazo saltando de este muelle cuando tenía 6 años —murmuro—. Mi papá nos enseñó a pescar justo allí. —Señalo la orilla del muelle—. Tantos recuerdos que me invaden...
Me abraza con fuerza y vuelve a besar mi mejilla haciéndome sonreír.
>>¿Alguna vez piensas en nosotros? ¿Cómo será nuestro futuro, nuestros recuerdos?
—Creo que hay conversaciones largas que debemos tener acerca de nuestro futuro, acerca del tipo de vida que podríamos tener juntos —murmura.
Sé a que se refiere. Ahora somos humanos, ¿cuánto tiempo va a pasar para morir? Nuestra hija tiene 18 años y no sabe toda la historia que hemos vivido, ya que tenemos miedo de hablar. En algún momento, tendremos que abrir la boca, ya que los recuerdos empezaran a desaparecer. Y lo he pensado. Sé que él amará la noticia que tengo para darle, pero creo que ahora no podría ser peor. Estamos en medio de una guerra, siempre es lo mismo, ¿por qué duele tanto? A veces, extraño ser vampiro… ¿Quién lo diría?
Siempre quise tener por lo menos dos hijos y verlos crecer y ser cómo mamá, pero si aceptó vivir esta vida ese sueño desaparecerá y una parte de mí no quiere eso. Como otra parte de mí no quiere dejarlo ir nunca.
Es difícil darse cuanta de que nada es comi lo que uno pensó. Al volvernos humanos, pudimos cumplir nuestro sueño, pero… también somos más propensos a morir. Me alegra saber que, en algún momento, Stephanie tendrá que contarles nuestra historia a los pequeños que cargó ahora en mi vientre.
—Prefiero no hablar de eso ahora y solo estar aquí y disfrutar del momento —le pido.
—¿En dónde tu marido te susurra cuanto te ama? —pregunta y yo sonrío.
—Sí. Justo en ese instante de la vida.
—Te amo... Y mucho —susurra.
Aprieto con fuerza sus brazos alrededor de mí y sonrío.
Veo a Damon picar las verduras en la cocina mientras sostengo mi copa de vino. Me mira y yo sonrío.
—Mi papá también hacia toda la comida.
—¿Y tu mamá? —pregunta.
—Se sentaba aquí y observaba. —Río—. Ella tampoco podía cocinar.
Miro el fuego de la chimenea empezar a apagarse. Dejo mi copa sobre la mesa antes de levantarme del sillón.
—El fuego se está apagando —le digo a Damon—. Iré por más leña.
—No, no. Está frío afuera —dice dejando las verduras y caminando hacia mí.