Capítulo 28:
Hay que seguir el juego
—¿Qué significa esto? —pregunta Enzo viéndonos a las tres.
—Enzo, vete —le suplico.
—Creo que las cosas se acaban de poner más interesantes —murmura Katherine y, en un segundo, ella está a lado de Enzo.
Estoy punto de acercarme, pero Elena me detiene.
—Eres muy guapo, es una lastima que tenga que matarte. —Katherine acaricia el pecho de Enzo.
—Él no tiene idea de nada, déjalo en paz —le pido.
—Espero que reciban el mensaje —murmura Katherine y, sin pensarlo, le saca el corazón a Enzo.
—¡NO! —grito con todas mis fuerzas.
Cuando Katherine se va, Elena se desmaya, así que me agacho en el suelo para tratar de ayudarla, pero no funciona. Mi vista se posa en la mano de Enzo y me doy cuenta de que tiene un anillo Gilbert. Una sonrisa amplia se dibuja sobre mis labios, sabiendo que él volvería a la vida.
Siento como una mano se posa sobre mi hombro, así que giro y veo a Elijah. Su mirada me denota una paz extraña, es agradable lo que me hace sentir.
—Ayuda, por favor...
—¿Qué necesitas?
—Llévatelo, pon un cadáver en su lugar... borra mis pensamientos de ti. No quiero tener ninguno. De ningún Mikaelson...solo cosas buenas. Por favor, Elijah.
—¿Cómo sabes quién soy?
—En la casa Mikaelson hay cuadros, fotos y más...
—¿Estuviste en la casa Mikaelson?
—Soy la novia de Kol Mikaelson, he estado allí...
Elijah asiente y me mira a los ojos.
—Recordarás cuando sea el momento perfecto. No robaré tus recuerdos por siempre. Cumpliré con mi palabra y me llevaré a este chico, también haré que todos crean que murió.
La imagen de lo sucedido con Enzo se repite en mi cabeza más de una vez. No puedo respirar. Lo único que sé es que debo seguir con el juego; no le puedo decir a Valentín que su primo está vivo. Él no puede saber la verdad. Tiene que irse de aquí antes de que termine muerto, después de todo, él no tiene el anillo Gilbert.
—Lo siento —murmuro—. Nunca quise que nada de esto pasara.
—Ahora entiendo todos esos artículos de internet que Enzo visitó —murmura—. Él lo sabía. Entonces, ¿yo soy el doble de tu tío?
—No, yo nunca le dije nada. Quería mantenerlo a salvo, pero no lo logre —le explico.
—¿Quién fue el vampiro que lo mató? ¿Fue Stefan o Kol?
—Ninguno de los dos —respondo rápidamente—. Ella ya está pagando por todo lo que hizo, Kol se encargó de eso.
Él asiente y se queda callado por varios segundos. Creo que está tratando de procesar el hecho de que hay vampiros en Mataderos y que Enzo fue asesinado por uno de ellos. No pude decirle que él tenía el anillo que lo traería de regreso.
—Creo que deberías irte —dice levantándose del sofá.
—Sé que es mucho que procesar, pero necesito pedirte que no digas nada —le pido—. O Kol vendrá aquí y...
—¿Me matará? —pregunta y yo niego.
—Te hará olvidar todo y nunca sabrás la verdad sobre la muerte de Enzo.
—Necesito pensar —me pide—. ¿Podemos hablar mañana?
—Está bien, pero, por favor, no le digas a nadie —le pido de nuevo y, después de unos segundos, asiente.
—No diré nada —dice y yo asiento.
Tomo mis cosas y salgo de su casa dejándolo solo en la sala. Bajo las escaleras del porche y camino hacia mi auto. Estoy a punto de abrir la puerta cuando siento a alguien detrás de mí. Veo el reflejo de Kol en la ventana y volteo a verlo.
—¿Es hora de borrarle la memoria y obligarlo a irse? —pregunta con su bate en las manos.
—No, no vas a hacer nada. —Lo miro seria—. Él no va a decir nada.
—¿Y le crees? —pregunta enojado.
—Sí, así que déjalo en paz.
—Te importa mucho lo que le pase y tan solo lo conoces de días.
—Mira, Kol, solo déjalo en paz. Él no va a decir nada. —Abro la puerta del auto, pero él la cierra y me obliga a verlo.
>>¿Qué es lo que quieres? —pregunto cansada—. ¿Quieres que se vaya? Pues, no lo hará, además no te afecta en nada que esté aquí, yo te aseguro que no dirá nada.
—No es eso —gruñe.
—Entonces, ¿qué es? —Me alejo de él—. ¿Es porque sabía que Elijah me dejaría morir? —No espero a que responda—. Lo siento, Kol. Siento que todos ustedes no puedan entender lo que hago, pero si quieres que luche por vivir, lo haré. —Me doy por vencida—. Pero tú me prometerás no hacer nada que tenga que ver conmigo sin decirme.
Me mira fijamente y asiente.
—Está bien —murmura.
Asiento y trato de abrir la puerta de mi auto, pero él vuelve a detenerme.
—Pero si Valentín o Enzo empieza a ser un problema, no te preguntare si te parece que me deshaga de ellos...
—No lo serán —le aseguro antes de subir a la camioneta e irme.
No sé si lo serán o no, pero trataré de que todo salga bien. Tengo que ver a Elijah y pedirle la dirección de Enzo. Tengo que verlo, ¿por qué no ha venido? ¿Dónde lo tiene? ¿Realmente estará bien?
Me mira desde la ventana y la golpea para que baje el vidrio. No lo dudo por mucho tiempo y lo hago. Miro directo sus ojos y sé que está enojado por lo sucedido: no le agrada nada de lo que pasó.
—Step, si sabes que te amo, ¿verdad?
Su pregunta hace que millones de dudas aparezcan en mi cabeza, pero solo asiento. No tengo voz para responderle. La verdad, no sé de dónde saco la fuerza y decido responder con mis palabras a su pregunta.