Capítulo 35:
Quizás es el adiós
Nueve meses después
STEPHANIE
—Hoy hay luna llena. Debemos asumir que Klaus está listo para romper la maldición —dice Elijah.
—Step dijo que la maldición del sol y la luna es falsa. Y que, en realidad, se trata de un sacrificio para que a Hope no la agarren los Ancestros brujos —dice mamá un poco confundida con todo lo que le conté anoche.
—Klaus quiere salvar a su hija de los Ancestros. Si él me mata, Hope podría estar bien… Yo soy la única y última doble, por eso los Ancestros me quieren tanto como la quieren a Hope. Pero si él la mata... Hope será capturada por los Ancestros —le explica Elijah y ella asiente.
Papá acaricia la espalda de mamá para que se tranquilice. Sé que está nerviosa por mí y por Josie. Incluso, ayer hablamos con ella y con papá para explicarles el plan y todo lo que Elijah me contó.
—Entonces, ¿por qué le permitimos hacer ese tonto sacrificio? Podemos matarlo hoy con Josie —Papá entra a la estancia.
—Damon —le pide Kol.
—No, Josie no puede usar todo ese poder sin morir —dice mamá.
—Le voy a escribir un gran elogio —dice papá.
—No es una opción, papá. —Lo miro y él me fulmina con la mirada.
—¿Puedes explicarnos cómo usaremos el elixir? —le pide Stefan y Elijah asiente.
—Lo conseguí unos quinientos años atrás para Katerina. —Lo saca de la caja y nos lo enseña—. Tiene propiedades místicas de resurrección.
—Entonces, ¿mi hija va a morir? —pregunta mamá.
—Y luego volverá —dice Elijah.
—¿Ese es tu plan? —pregunta papá—. ¿Una poción mágica de brujas sin fecha de vencimiento?
—También podríamos usar el anillo de John —dice Lizzie.
—Esos anillos solo funcionan con los humanos. La doble es un acontecimiento sobrenatural. El anillo no funcionara —dice Elijah.
Lizzie me mira preocupada.
—¿Qué pasa si esto no funciona? —me pregunta.
—Moriré... —murmuro—. Pero mi mejor amiga estará bien. Hope estará bien…
Y ella aprieta sus labios con fuerza para evitar llorar. La abrazo y veo a Kol irse.
—Desapareciste —digo entrando a la habitación de Kol.
—No quiero escuchar más —dice sin apartar la vista de la ventana.
—Necesito que entiendas porque estoy haciendo esto.
—¿Por qué? —Voltea—. Claramente no te importa lo que piense.
—Voy a estar bien, Kol. Voy a beber el elixir, Josie matara a los Ancestros, y entonces todo esto habrá terminado.
—Si funciona… —me recuerda.
—Va a funcionar.
—Piensas que va a funcionar. Quieres que funcione —me corrige—. ¿Por qué soy el único que está convencido de que no va a funcionar? Tiene que haber otra forma.
—No la hay —le aseguro.
—Y vas a morir, Step. —Camina hacia mí.
—Y luego volveré a la vida.
—Ese no es un riesgo que esté dispuesto a tomar. —Me señala y yo tomo su mano.
—Pero yo sí. —Acaricio su mano—. Es mi vida, Kol, y mi elección.
Entrelaza sus dedos con los míos.
—No puedo perderte. —Me acerca a él.
—No lo harás —le aseguro con una gran sonrisa.
Suelta mi mano y se aleja de mí. Respiro hondo y estoy a punto de salir de su habitación cuando aparece frente a mí.
—Hay otra forma. —Bajo sus ojos se empiezan a crear esas líneas extrañas que aparecen cuando tiene hambre y muerde su muñeca y me obliga a beber de su sangre.
Trató de alejarlo de mí, pero no puedo. Tiene su mano en mi nuca para que no me aleje. Cuando siento que me ahogo, no hay forma de evitar que beba de su sangre. De repente, se aleja de mí y yo caigo al suelo. Escupo su sangre y siento unos brazos rodearme.
—¡¿Qué has hecho?! —Escucho la voz de papá.
Rebekah me refugia en sus brazos mientras sollozo.
—Salvé su vida. —Lo empuja Kol—. Estás tan empeñada en morir, al menos, de esta forma sé que volverás.
Lo miro con odio.
—¡Como un vampiro! —le grita su hermana.
—¡De todas las personas, tú le quitas el derecho a decidir! —papá golpea a Kol alejándolo de él.
—¡No te acerques! —grito, al mismo tiempo, que me abrazo más a Bex.
—¿Qué pasa? —Escucho a Jer preguntar.
No quiero esto. No quiero ser un vampiro. Yo no... No puedo serlo.
—¿Step, estás bien? —pregunta Jer y yo volteo a verlo.
Kol ya no está.
—No, no quiero estar aquí —sollozo.
Me alejo de Rebekah y de él cuando me levanto del suelo. Salgo de la casa lo más rápido que puedo. Limpio la sangre de Kol de mi rostro. Antes de empezar a caminar sin rumbo.
—Step… —Volteo y encuentro a Stefan.
—No quiero estar ahí. —Señalo la casa de los Mikaelson—. Dijo que no quería perderme, pero lo acaba de hacer.
—Cariño, tranquilízate —me pide y yo niego.
—¿Por qué lo hizo? ¿Por qué me hizo esto? —sollozo y él me abraza.
—Acompáñame —me pide y yo lo miro a los ojos.
—¿A dónde?
—A un lugar donde podremos hablar —dice—. Un poco lejos de aquí.