Tiempos de Guerra

Capítulo 1 ~ 1998

 

1998

Miami, Florida

 

 

Toni se acomodó la mochila sobre los hombros y soltó un suspiro agotado. Sólo tres meses más de clases y sería libre del colegio para siempre. Sólo tres meses más y podría dedicarse por completo a escribir todas esas ideas de canciones que tenía anotadas en su cuaderno. 

Cruzó las puertas del colegio y miró alrededor en busca del auto de su padre, pero no estaba por ningún lado. Se había retrasado otra vez.

–¡Hey, Antonio! ¡Espera! –chilló una voz por detrás. Toni se dio la vuelta en el mismo instante en que Tim colapsaba contra él. Ambos tropezaron, y Toni soltó un bufido cuando de repente cayó sentado sobre el piso y el pantalón se le llenó de tierra. Un par de chicos que pasaban entonces por ahí se lo quedaron mirando. Tim se echó a reír y le ofreció la mano para levantarlo.

–¿Tienes que ser tan torpe? –masculló Toni, incorporándose sin su ayuda y sacudiéndose el polvo de encima.

–No te enfades, ¡tengo buenas noticias! –Y agitó un periódico arrugado frente a sus narices.

Toni enarcó las cejas.

–¿Aprendiste a leer?

–Qué gracioso –Tim puso los ojos en blanco y le mostró el anuncio de la página que tanto le interesaba–. Joshua Rey está convocando audiciones para formar una banda.

–¿Quién?

–Toni, ¿es en serio? –Tim soltó un gemido de frustración y sacudió el periódico con énfasis–. ¡Joshua Rey! ¡El dueño de una de las disqueras más importantes del país! ¡Es el representante de Courtney Jones! ¡De Sweet Talk!

Toni se volvió a acomodar la mochila sobre la espalda y lo miró con confusión.

–¿Y por qué te interesa tanto? Ni siquiera te gustan las canciones de Sweet Talk.

Tim chasqueó la lengua.

–Hoy estás más lento de lo normal –dijo sacudiendo la cabeza–. ¡Hay que presentarnos a la audición!

–¿Qué? –exclamó Toni con los ojos muy abiertos–. ¿Por qué? ¡No!

Tim se detuvo en seco y lo miró casi dolido. Sus dedos se cerraron con fuerza sobre el trozo de periódico, que ya de por sí estaba bastante destrozado.

–¿Por qué no? Es una oportunidad única, Antonio. Podría cambiarnos la vida.

Toni frunció los labios.

–Si este Joshua Rey es una persona tan importante como dices, entonces seguramente se presentarán un montón de chicos. ¿Por qué habrían de elegirnos precisamente a nosotros de entre todos?

Tim bufó.

–¿Por qué tienes que ser siempre tan pesimista? –Lo pensó por un momento–. En realidad creo que es una buena idea. Ya sé que te encanta regodearte en tu miseria, pero en serio cantas bien, Toni. Es verdad que no tenemos mucha experiencia, ¿pero qué perderíamos intentándolo?

¿Nuestra dignidad? Se preguntó Toni vagamente, pero no lo dijo. Suspiró.

–No lo sé. Sólo me parece muy improbable que seamos de los elegidos. Sería tener mucha suerte.

Tim se encogió de hombros.

–Lo sé, pero podría pasar. Y si no, bueno, podemos seguir con nuestras presentaciones regulares en el restaurante de la tía Anna. Pero no entiendo por qué desperdiciar la oportunidad sólo porque quizás no nos elijan.

Toni frunció el ceño, sus manos se cerraron con fuerza la una sobre la otra, como siempre que estaba inseguro, tratando de encontrar un punto de apoyo. En realidad tenía sentido lo que decía Tim, lo sabía, simplemente… ¿Y si no los elegían? ¿Y si se permitía emocionarse sólo para que los rechazaran?

¿Y si Joshua Rey decía que no podía cantar? Él era un experto, aparentemente, él debería saberlo. ¿Y si no le gustaba? ¿Y si le decía que la música no era lo suyo?

Toni no sabía si podría soportarlo.

Se humedeció los labios, eternamente resecos, y se volvió hacia Tim con mirada crítica.

–Lo pensaré. No lo sé, quizás sí sea una buena idea. –Los ojos de Tim resplandecieron como los de una caricatura–. No he dicho que sí, Tim. Además, odio las filas. Y ésta seguro será eterna.

La sonrisa de Tim era gigante.

–No te preocupes, me aseguraré de que estemos cómodos. Voy a llevar comida y mantas, y mamá estará allí por si necesitamos algo más.

Toni tuvo que contenerse de esbozar una mueca. Ya empezaba a arrepentirse.

–Maravilloso. –En aquel momento sonó la bocina del auto de su padre unos metros por delante. Antonio Morales sacó la mano por la ventana y lo llamó con un gesto–. En fin, nos vemos mañana. Ya te diré luego qué decido.

Tim asintió, seguía demasiado sonriente para su gusto. Le entregó el papel con el anuncio.

–Quédatelo, quizás te inspira un poco.

Toni rodó los ojos, pero aceptó el periódico. Se despidió con la mano y cruzó la calle hasta donde lo esperaba su padre.

–¿Qué es eso? –le preguntó cuando vio el papel arrugado en su mano.



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En el texto hay: musica, gay, lgbt

Editado: 18.04.2024

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