2003
Los Ángeles, California
Chris bostezó audiblemente por tercera vez en menos de cinco minutos. Jack, el camarógrafo, lo miró con las cejas enarcadas y soltó un suspiro de frustración. Ambos echaron un vistazo al director del video, que por entonces ya echaba chispas.
–Chris –le dijo, tratando de sonar paciente y amigable, pero apretaba tanto los dientes que pareciera que se estaba conteniendo de echarle un mordisco–, sé que estás cansado. Todos estamos cansados. Llevamos todo el día aquí filmando, así que mientras más rápido terminemos con esto, más rápido todos podremos irnos a casa a dormir. Pero para eso necesito una buena toma, una en la que parezca que la estás pasando bien, no que quieres pegarte un tiro.
Difícil, pensó Chris con rencor, estoy muy lejos de pasarla bien en este momento.
El director debió leerle la mente, porque gruñó y dijo:
–Cinco minutos de descanso. Después de eso, espero que la toma sea perfecta. –Y se alejó, dando grandes zancadas, al puesto de bebidas.
Sam, a su lado, le apretó la mano cariñosamente. Ella también debía estar cansada, pero era muchísimo mejor actriz que él, así que la sonrisa en su cara era tan deslumbrante y natural como si fuera el mejor día de su vida. Como si en verdad estuviera teniendo un momento romántico con su novio de hacía cinco años en lugar de estar fingiendo todo para el video musical, desde la espontaneidad del momento hasta el tipo de relación que los unía.
Pero Joshua había pensado que sería una buena idea hacer que Sam participara del video, que a las fans les parecería tierno y un lindo toque. Especialmente tomando en cuenta que la canción la había escrito Chris, y que había rumores al respecto. Rumores que había que eliminar.
Así que allí estaban.
El resto de los chicos habían terminado sus tomas hacía ya un par de horas, Chris y Sam eran los únicos que quedaban en el set todavía. Lastimosamente, Chris era el que más tiempo tenía en escena. Gajes del oficio.
–Chris, tranquilo –le dijo Sam, que seguía sosteniendo su mano con suavidad–. Ya es la última escena. Sólo tenemos que sobrevivir a esta última escena.
Hablaba con dulzura, con ligereza. Como si realmente la estuviera pasando bien con él. Chris se sintió culpable.
–Lo siento –le dijo en voz baja–. Por mi culpa tienes que quedarte hasta tarde filmando un video que no te interesa.
Sam le sonrió.
–Me pagan por hacer esto, así que no te preocupes, vale la pena. –Pero cuando vio la expresión exhausta de Chris, la sonrisa se le borró–. ¿Estás bien? Llevas todo el día bastante distraído.
Chris se llevó una mano a la nuca, nervioso. Miró a su alrededor. Nadie les prestaba atención.
–Sólo estoy… estoy preocupado por Toni. Estaba muy callado hoy. –Sacudió la cabeza–. Es decir, en general no habla demasiado, pero estaba extraño. Malhumorado.
Sam se mordió el labio.
–Bueno, supongo que no debe hacerle mucha gracia que yo esté aquí. No puedes culparlo.
Chris suspiró. Se pasó la mano por el cabello de forma inconsciente.
–Lo sé. Se hace el fuerte, pero sé que… sé que le afecta tener que ver estas escenas. Por eso me alegro de que se haya ido. –Tragó saliva–. Pero ya hace algún tiempo que tiene unos humores bastante impredecibles. Está bien y de repente se pone fatal, se enoja o se pone triste. Se encierra con su piano y se la pasa días allí metido, sin ver a nadie. Y no me habla, no lo entiendo, no me deja ayudarlo. No sé qué hacer.
Sam volvió a apretarle la mano, tratando de reconfortarlo.
–Dale tiempo. Esto es difícil para todos. Sólo asegúrate de que sabe que estás ahí para él.
Chris torció los labios.
–Eso intento. Es decir, él siempre ha… Ya sabes que él siempre ha sido un poco particular. –Suspiró, indeciso. Era difícil de explicar–. Es muy volátil, hay días en que despierta de mal humor y se niega a hacer nada, pero siempre que le pregunto al respecto, dice que ya se le pasará y que no me preocupe… El problema es que cada vez hay más de esos días.
Chris sabía que Toni no era precisamente la persona más alegre del mundo. Nunca lo había sido, ni siquiera cuando eran adolescentes tontos con todo un futuro por delante. De hecho, la primera vez que Chris lo había visto, Toni estaba frunciendo el ceño. Así como la segunda, la tercera y la cuarta vez. No sonreía a menudo, pero desde hacía algún tiempo que lo hacía aún menos. Cada vez parecía más molesto, más triste, más inaccesible. Y Chris se estaba quedando sin ideas.
Antes de que Sam pudiera pensar algo sensible que responder, el director los llamó de vuelta. Miró a Chris con intensidad, dejándole en claro que no le quedaba mucha paciencia.
A Chris tampoco.
La escena era sencilla, consistía simplemente en Chris y Sam caminando de la mano por la playa. Se detendrían en el punto señalado, y Chris se acercaría para cantarle el coro de la canción mirándola a los ojos, con las frentes juntas. La toma cortaría justo antes del beso.