Tiempos de Guerra

Capítulo 11 ~ 2003

 

2003

Los Ángeles, California

 

 

I’m burning through the sky, yeah. Two hundred degrees, that’s why they call me Mr. Fahrenheit…

La voz de Freddie Mercury se derramaba sobre la cocina a todo volumen, contagiando su entusiasmo a Chris y todos los utensilios que tenía cerca. Se movía de un lado a otro, meneando las caderas y los hombros mientras le daba forma a la enorme masa de plátano aplastado que tenía entre las manos.

Silbando la melodía de Don’t stop me now, estiró la mano en busca del envase de mantequilla y agregó una cucharada más a su mezcla, luego continuó amasando. A estas alturas tenía los brazos y el delantal cubiertos de plátano rallado.

Se trataba de una receta que había aprendido de la madre de Toni hacía un par de años, la primera vez que había pasado Navidad con su familia. Era un plato ecuatoriano, y en general se comía como desayuno, no como cena, pero no importaba. Chris sabía que era la comida favorita de Toni.

Aquella Navidad, cuando Lorena García-Morales lo había metido en su cocina y le había enseñado cómo preparar tortillas de verde, había guiñado un ojo y le había confiado que eran el secreto para levantarle el ánimo a Toni en sus malos días. Lo hacían sentir en casa, lo ayudaban a centrarse, y a encontrar un punto de apoyo cuando se sentía perdido. Así que allí estaba, preparando tortillas de verde para alegrar el humor de su novio tras la espantosa rueda de prensa de aquel día.

Después de la conversación tan incómoda que habían tenido en aquel pasillo gris, durante el receso, Toni había salido a fumarse un cigarrillo con Ezra. Chris se había quedado en los camerinos, charlando con Tim y esforzándose por ignorar las miradas fulminantes que Carolina le echaba desde el otro lado de la sala.

Como si fuera su culpa. Chris la había advertido del mal humor de Toni; si de alguien era la culpa, era de ella. Chris podría haberlo calmado, podría haber estado allí a su lado, tomándolo de la mano y dejando que se la apretara.

Además, ¿de dónde sacaban a esos entrevistadores tan intrusivos? ¿Por qué siempre querían invadir su privacidad? ¿Por qué siempre insistían en emparejarlos, en buscar errores y deslices, en inventar escándalos?

Sí, quizás Toni no debería haber gritado, pero tenía todo el derecho del mundo a estar molesto. Él no tenía por qué darle explicaciones a nadie. El mundo no tenía por qué interrogarlo, por qué acorralarlo y obligarlo a hablar.

A ninguno de ellos.

Chris no estaba seguro de cómo, pero cuando Toni y Ezra regresaron a los camerinos habían conseguido una botella de vino tinto de las reservas del hotel. Incluso tenían copas. Toni se bebió tres bastante llenas en los pocos minutos que quedaban del descanso, y cuando tuvieron que retomar la entrevista se sentía ligeramente más contento.

En general, Chris no aprobaba que bebiera para tranquilizarse después de un día difícil, pero tenía que admitir que incluso él sentía que lo necesitaba aquella noche.

Así que destapó una de las latas de cerveza que tenían en la nevera y bebió un trago largo y refrescante. Terminó de dar forma a las tortillas pronto, bailando al ritmo de Another one bites the dust, y las colocó sobre el sartén para que se frieran.

Le estaba dando vuelta a una de ellas cuando oyó las pisadas de Toni bajando por las escaleras y éste entró a la cocina de improviso. Tenía el pecho desnudo, tan sólo lo cubría a medias la toalla que tenía alrededor de los hombros, sobre la cual caían enormes gotas desde su cabello empapado por la ducha. Estaba descalzo y tenía el teléfono pegado al oído.

Sonrió al ver a Chris, con ese brillo especial en sus ojos negros. Sus pestañas resaltaban por la humedad. Resplandecía.

–Sí, aquí está, preparando la cena –dijo al teléfono.

Chris enarcó las cejas en una pregunta silenciosa, aunque sospechaba quién sería. “Mamá”, articuló Toni con los labios. Se apoyó contra la nevera y oyó lo que Lorena García-Morales decía al otro lado de la línea. Chris no llegó a entenderlo, pero Toni se echó a reír.

Y por un breve instante, Chris se quedó sin aliento. Observándolo, simplemente. La forma en que las comisuras de sus labios se curvaban y sus ojos se entrecerraban. La comodidad, la naturalidad de su risa moderada. El brillo de sus ojos.

No debería pasarle eso. Llevaban saliendo cinco años, debería estar acostumbrado a él.

Aunque, en realidad, no había forma de acostumbrarse a las risas de Toni. Siempre llegaban de repente, sin previo aviso, y eran suaves, puras y genuinas. Toni no sonreía a menudo, pero cuando lo hacía su rostro se iluminaba de una forma increíble y contagiosa.

Chris sacudió la cabeza para reprimir la sonrisa tonta que se le había formado en la cara y se acercó a Toni, apoyándose junto a él en la mesada.

–Lore, ¿cómo estás? –saludó por encima del teléfono. Toni lo apartó de su oreja y puso la llamada en altavoz.

–¡Chris! ¿Cómo estás tú? Hace mucho que no hablo contigo, cariño. ¿Cómo estuvo tu día? –La voz cantarina de Lorena era siempre alegre y cálida. Chris no pudo contener la sonrisa; la extrañaba.



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En el texto hay: boyxboy, drama, gay

Editado: 18.04.2024

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