1998
Miami, Florida
–Toni, cariño, ¿podrías poner la mesa? –dijo su madre desde la cocina, pasando cuidadosamente las tortillas de verde del sartén al plato–. El desayuno está listo.
Pero Toni no se levantó. Sus ojos no podían despegarse de la televisión encendida, como si hubiera quedado hipnotizado por sus luces. Y un poco así era, porque The Milkshake Club estaba en pantalla. Estaban hablando de ellos en las noticias.
Sí, de acuerdo, era uno de esos absurdos programas matutinos que sólo veían las señoras mayores, pero igual, era un comienzo.
Se vio a sí mismo, totalmente incrédulo, cantando y bailando en el video musical que habían lanzado hacia una semana. Su primer video musical.
Habían sido dos días completamente agotadores. Se la pasaron grabando desde temprano en la mañana hasta altas horas de la noche, metidos en un hotel elegante que REY Records había transformado para la ocasión.
Los habían maquillado, vestido y entrenado en coreografías complejas. Habían probado con todo tipo de luces, cámaras y bailarines. Había sido una experiencia fascinante y abrumadora a partes iguales.
Pero el video estaba listo y había sido publicado ante el mundo. Para que cualquiera pudiera verlo. Y, sorprendentemente, estaba funcionando. Su primer single estaba teniendo un gran éxito, gracias a la publicidad de REY Records. Algunos cantantes muy famosos incluso habían hablado de ellos en entrevistas, alabando su debut en el mundo de la música.
A Toni casi le había dado un ataque cuando se enteró de que Kylie Minogue había dicho en una entrevista que eran la próxima gran boyband del mundo. Aquel día, en el ensayo, Tim no paró de repetir incansablemente que Kylie sabía de su existencia y que su vida estaba finalmente completa.
Precisamente, era de aquello de lo que estaba hablando el presentador en aquel momento. Apareció brevemente en pantalla el rostro de Kylie, charlando animadamente con el entrevistador y diciendo que The Milkshake Club definitivamente tenía futuro en la industria. Toni no pudo evitar la sonrisa de tonto que se le formó en la cara al oírla de vuelta.
–Sin embargo, no todas las críticas han sido favorables para este nuevo grupo juvenil –dijo entonces el presentador, un hombre pálido y entrado en años, con voz seria–. El polémico cantante Declan Holway, cuyo nuevo álbum See ya later fue lanzado hace un mes, ha hecho fuertes declaraciones sobre algunos de los miembros de The Milkshake Club.
Y entonces en la pantalla apareció un fragmento de entrevista. En primer plano estaba Declan Holway, rubio y con ojos celestes fríos, sonriendo irónicamente.
–Quiero decir, no puedo creer que ahora nuestras disqueras le estén dando voz a gente que no es estadounidense, ¿me entiendes? Nuestras industrias son nuestras industrias. No me siento cómodo sabiendo que gente que probablemente esté aquí ilegalmente pueda firmar un contrato musical con una empresa tan importante como REY Records. –Soltó una risa tensa que le heló la sangre a Toni–. Y es que sólo hace falta ver a esos chicos para saber que no pertenecen aquí. Que estén aquí ilegalmente es lo de menos, cuando es tan evidente que son todos unos desviados sexuales. No sé tú, amigo, pero a mí me preocupa el mensaje que puedan estar dando, ¿no crees? Yo no dejaría que mis hijas se encariñaran mucho con ellos.
Justo cuando Toni sentía que no podría soportarlo más, el clip acabó y volvió el presentador, cuyo rostro serio denotaba una gesto de disgusto apenas perceptible.
–No es la primera vez que Holway hace comentarios por el estilo –dijo entonces, y a su lado apareció un cuadrado pequeño que mostraba a una chica asiática cantando en algún video musical–. El año pasado insultó públicamente a la cantante de ascendencia china, Mayleen Tzeng, en el show de Ryan Coleman. –Suspiró y negó lentamente con la cabeza–. Sobre The Milkshake Club, las declaraciones de Holway han sido recibidas con muchas críticas. Varios artistas han defendido al grupo musical y condenan la actitud racista y homofóbica que Holway ha demostrado en distintas ocasiones. Sin embargo, también hay quienes están de acuerdo respecto a esta preocupación sobre la imagen de la banda y a qué clase de chicos están idolatrando sus hijos…
–Toni, ¿no me oíste? –insistió su madre, arrancando a Toni de su ensimismamiento. Llevaba el delantal puesto y traía el plato con las tortillas en la mano. Cuando su vista se desvió al programa de noticias y descubrió lo que su hijo estaba viendo, su rostro se tensó–. Apaga eso.
Pero Toni negó con la cabeza, nuevamente absorto en lo que el presentador tenía para decir.
–No –replicó vagamente–, quiero ver.
Su madre le devolvió una mirada dura, pero no hizo más comentarios. Se sentó a su lado, con la espalda recta y la mandíbula rígida, y dejó el desayuno sobre la pequeña mesa de centro.
Por supuesto, Toni sabía que no todas las críticas iban a ser buenas. Se lo había repetido incansablemente el día antes de que el video saliera a la luz.
Siempre habrá alguien a quien no le guste, se decía una y otra vez, pensando en lo que había dicho su padre. Y a veces vale la pena tomar riesgos.