Tiempos de Guerra

Capítulo 19 ~ 2011

 

2011

Los Ángeles, California

 

 

El ruido insistente de su celular en la mesita de luz acabó por despertar a Toni, que se incorporó de golpe,  desorientado, y se frotó los ojos.

El teléfono vibraba tercamente a su lado, emitiendo luces de colores que lo mareaban.

–¿Hola? –atendió con voz ronca.  

–¡Toni, al fin! –exclamó su padre al otro lado de la línea, y Toni arrugó el rostro ante el ruido fuerte–. ¡Lore! Lore, ven aquí, Toni contestó.

Toni oyó los pasos apresurados de su madre corriendo hasta el teléfono. Soltó un bostezo.

–Toni, mi amor –saludó ella con su voz cantarina–. Nos tenías preocupados. Hace un buen rato que te estamos llamando.

Toni continuó frotándose los ojos con la mano libre, somnoliento y aturdido por la resaca. No le sorprendía no haber oído el teléfono, en realidad; se había bebido una botella entera de vodka él solo anoche y había colapsado poco después. La verdadera sorpresa era que siguiera vivo, especialmente tomando en cuenta el par de copas de vino tinto que había tomado antes en los AMA’s.

La cabeza le palpitaba como si le hubiera crecido un nuevo corazón en el cerebro mientras dormía.

–Oh… –dijo simplemente, omitiendo cualquier explicación incómoda–. Pues hola.

Carraspeó y tosió. El alcohol le había dejado la garganta seca. Le ardía.

–Cariño, muchas felicidades por los premios de anoche –exclamó su madre con dulzura.

Toni asintió vagamente, pero se arrepintió cuando la cabeza empezó a darle vueltas.

Vaya, sentía que había pasado mucho tiempo desde los AMA’s. Había sido una noche larga.

–Nos encantó tu discurso, por cierto –comentó su padre–. A tu madre se le salieron las lágrimas cuando te vio en televisión.

Se oyó un golpe sordo de fondo, y luego una risita suave.

–No le hagas caso a tu padre. Es solo que hace mucho que no te veía –replicó su madre, pero se detuvo de pronto, como si hubiera recordado algo más–. ¡Toni! ¡Estás tan delgado! ¿Estás seguro de que estás comiendo? ¿Descansas bien? Estabas pálido.

Toni decidió que lo mejor sería no decirle que lo único que había en su nevera eran unas pizzas rancias y latas de cerveza.

Se acomodó sobre el borde de la cama, preparándose para una conversación que requeriría de varias mentiras.

–Sí, mamá. Estoy bien. Simplemente he estado ocupado con el nuevo álbum, así que no he dormido demasiado… Pero tranquila, todo va bien.

–Hace días que tenía la sensación de que algo te pasaba… –siguió su madre, como si no hubiera dicho nada. Así era ella; soñaba con él y despertaba aterrada de que algo pudiera pasarle. Nunca funcionaba explicarle que sus sueños no eran proféticos.

En otra ocasión, a Toni le hubiera causado gracia. Ahora, en cambio, suspiró con fastidio.

–Estoy bien, mamá, de verdad. –Luego recordó lo del otro día, cuando había sentido que su estómago iba a explotar. Cuando se le había nublado la vista del dolor y se había echado a llorar en el baño, lleno de pánico y náuseas, convencido de que iba a morirse y nadie se enteraría–. Estuve un poco enfermo, pero ahora me siento mejor. Puede ser que haya adelgazado.

–¿Estás seguro de que estás bien? –inquirió su padre entonces, y Toni sintió la preocupación en su voz normalmente tan calmada–. No suenas muy bien.

No, Toni suponía que no.

Le costaba mucho más mentirle a su padre. Su madre iba a agobiarse dijera lo que dijese, siempre pensaría que Toni sólo podía estar bien si estaba a su lado. Su padre, por otro lado… Él siempre veía a través de todo.

–Podríamos ir a visitarte unos días, ¿qué dices? –dijo su madre entonces, y eso lo salvó de tener que responderle a su padre, pero lo metió en una nueva situación incómoda, quizás incluso peor que la otra.

Era imposible. Si sus padres vieran cómo vivía… y no era sólo por las fiestas, esas eran lo de menos. No, si sus padres lo vieran a él, a Toni, y supieran cómo se encontraba realmente… Dios. Hacía varias semanas que no cambiaba las sábanas de su cama, había ropa por todo el suelo… Y botellas. Muchas botellas de alcohol vacías. Y todavía más llenas.

Su casa era un caos. Su vida era un caos.

No, ni siquiera podía imaginarlo. Si su madre fuera a visitarlo insistiría en que hicieran cosas todos juntos, y Toni no podía hacer eso. Había días en que no podía levantarse de la cama. Físicamente se sentía incapaz. Había días en que no conseguía hallar dentro de sí la energía suficiente para vivir ese día. Así que se la pasaba echado, mirando el techo en la oscuridad, perdiendo el tiempo en el celular e ignorando las llamadas de Morgan. A veces no se levantaba en todo el día. No comía, no se duchaba, sólo dormitaba en medio de sus sábanas mugrientas, con la cabeza embotada y la vaga idea de que nada tenía mucho sentido.

Si sus padres lo vieran, se horrorizarían.

–Oh, no creo que sea una buena idea –respondió al fin, con cautela. No le gustaba mentir, nunca le había gustado, pero la verdad no era una opción–. Estoy muy ocupado con el álbum que estamos produciendo. Casi no estoy en casa. De hecho, tengo una canción que terminar ahora mismo.



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En el texto hay: musica, gay, lgbt

Editado: 18.04.2024

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