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Tomando en cuenta el capítulo anterior, sólo quiero reiterar que este libro acaba bien. Así que tranquilos, disfruten y ojalá les guste.
(Si es así, agradecería que lo compartan con amigos, comenten y esas cosas. Siempre se agradece).
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2003
Los Ángeles, California
–Tim, ¿podrías inclinar la cabeza un poco hacia la izquierda? No, un poco menos… Así, perfecto. –Adira frunció el ceño, examinando a los otros chicos–. Toni, ¿podrías fingir algo de alegría, por favor?
Toni ladeó el rostro y le dedicó una sonrisa sarcástica.
–Fingir es definitivamente la palabra correcta.
Adira suspiró.
–Vamos, chicos. Prometo que no falta mucho. Tienen que cooperar conmigo. –Y le hizo un gesto exagerado a Toni para que estirara los labios.
Toni puso los ojos en blanco, pero sonrió de forma creíble. No era una sonrisa de verdad, claro, aunque ellos tampoco podrían notar la diferencia. Chris había tenido el placer de ver sus sonrisas genuinas de cerca y sabía cómo se sentían. Eran imposibles de pasar por alto, eran implacables y abrumadoras.
Los flashes resplandecieron con múltiples fotos, cegándolos desde todos los ángulos. Adira continuó dándoles indicaciones; cómo mirar, cómo sonreír, cómo pararse, qué expresiones poner, qué gestos hacer.
Las sesiones de fotos siempre se hacían largas.
A Chris ya comenzaban a dolerle las piernas por estar tanto tiempo en pie, cuando finalmente Adira dio un único aplauso fuerte al aire y las cámaras se apartaron de ellos al instante.
–Listo, muchachos. Acabamos con este grupo. Ahora vamos con los nuevos trajes.
Chris soltó un largo suspiro y empezó a estirar las piernas con gesto aliviado. Mientras Marisol se ocupaba de retocar el peinado de Tim, que ya por entonces se había venido completamente abajo, y Biv ayudaba a Ezra a elegir entre las chaquetas que tenía disponibles, Chris trotó hasta Toni, al otro lado del camerino, donde éste forcejeaba con los pantalones oscuros que Biv había seleccionado para él.
–Apretan demasiado –se quejó, todavía tratando de abrocharlos.
Chris le sonrió.
–Pues a mí me parece que te quedan perfectos.
El hecho de que a Chris le encantaba ver a Toni con pantalones ajustados no era ninguna novedad para nadie. Y Biv siempre elegía los mejores, algún día le enviaría flores.
Toni negó con la cabeza ante el comentario, pero una sonrisa tenue apareció en sus labios. Continuó forcejeando, intentando doblar las rodillas y mover las piernas con algo de fluidez. Frunciendo los labios, se acercó al espejo y empezó a girar sobre sí mismo con ojo crítico.
–Mis piernas no respiran –musitó.
–Díselo a Biv –sugirió Chris, quitándose su propia camisa para ponerse la nueva. Era una de seda color verde oscuro, y cuando Biv hizo que se la probara, se había mostrado complacida al verificar que era del color exacto de sus ojos–. Seguramente tendrá otros más cómodos.
Hacía poco que Bian Nguyen se había unido a su equipo de diseñadores, pero se había ganado el corazón de todos los chicos inmediatamente. Era excelente en lo que hacía, siempre les conseguía los trajes más adecuados para cada uno. Tomaba en cuenta sus personalidades, su tono de piel, sus ojos, el aura que irradiaban –como lo llamaba ella–, y de alguna manera siempre los hacía lucir de maravillas. Diseñaba la ropa específicamente para cada uno de ellos, así que siempre era perfecta.
Chris estaba enamorado de toda la ropa que había hecho para Toni. Era arte puro, y de verdad iría a agradecérselo en persona si no fuera muy extraño.
–No quiero otros, me encantan –replicó Toni, aún girando frente al espejo, ahora con el pecho desnudo y una camisa azul marino entre las manos. Chris se echó a reír, y Toni se volvió hacia él, sonriendo de verdad.
Cuando lo vio en su nueva camisa verde, enarcó una ceja y se acercó a él, examinándolo de arriba abajo, rondándolo como un depredador. Chris estaba demasiado fascinado por la súbita sonrisa de Toni como para hacer algo al respecto. Por la sonrisa, y por los jeans, y por el hecho de que lo tenía medio desnudo frente a él.
–La verdad es que el gusto de Biv es impecable –murmuró Toni en su oído, con su sonrisa felina, y lo sujetó de la pechera de la camisa. Antes de que Chris pudiera entender lo que estaba pasando, Toni le desabrochó los tres primeros botones y se apartó para verlo bien–. Así está mucho mejor.
Chris tragó saliva, haciendo un esfuerzo consciente por no abalanzarse encima de Toni en ese mismo instante. Toni lo miró con ojos deslumbrantes, mordiéndose el labio de manera sugerente. Su mano seguía sobre el pecho abierto de Chris, sintiendo los latidos acelerados de su corazón.
Chris carraspeó.
–¿Cuánto tiempo más crees que tengamos? –susurró, echando un vistazo de reojo hacia Mirasol, que seguía luchando contra el cabello de Tim–. ¿Crees que se den cuenta si desaparecemos por unos minutos?