2003
Los Ángeles, California
Chris llegó de vuelta a los camerinos justo en el instante en que aparecía el asistente para indicarles que ya era hora de comenzar con la entrevista.
Se cruzaron en la puerta. El asistente, delgado y serio, con una carpeta entre las manos. Chris, despeinado por la carrera y con el corazón galopándole a toda velocidad por la charla que acababa de tener con Morgan.
Chris se sostuvo del marco de la puerta y tomó una bocanada de aire. El asistente alzó una ceja en su dirección, pero no hizo ningún comentario.
–El señor Hider ya los está esperando –anunció hacia el interior del vestuario, al resto de los chicos–. Acompáñenme, por favor.
Chris todavía estaba tratando de arreglarse el cabello cuando sus compañeros de banda aparecieron ante él. Ezra por delante, envuelto en su camisa oscura y con expresión seria. Tim y Toni justo detrás, Tim con los mechones de pelo en todas las direcciones y con un brazo sobre los hombros de Toni, que parecía que acababa de despertarse.
Toni bostezó y halló a su novio junto a la puerta.
–¿Dónde estabas? –le preguntó con curiosidad, mirándolo de arriba abajo–. Pareces enojado.
Así que Chris se esforzó por relajar la expresión. Entre los comentarios desagradables que les había oído decir a Adira y Jared hacía un rato y la mirada de culpabilidad de Morgan diciéndole que no sabía si podría darle lo que necesitaba, Chris suponía que no debía parecer muy contento.
Sacudió la cabeza, obligándose a sonreír.
–Sólo fui al baño –le dijo con naturalidad, encogiéndose de hombros mientras seguían al asistente por el pasillo–. Pero no vi la hora, casi me quedo atrás.
Y soltó una risita, como burlándose de su propia torpeza.
Quizás no era una buena idea volver a mentirle a Toni tan pronto. Pero en realidad no tenía sentido contarle nada sobre lo otro aún, sobre todo porque ni siquiera estaba seguro de que fuera plausible. Joshua podría simplemente decir que no, y adiós a sus vacaciones. No, no valía la pena alterarlo por nada. Se lo contaría cuando supiera a ciencia cierta que había esperanzas.
Además, Toni tenía la horrible costumbre de ser demasiado duro consigo mismo, y si Chris iba y le soltaba directamente que sabía lo mal que la estaba pasando y que estaba tratando de hacer algo al respecto, Toni no iba a apreciarlo. Sólo se sentiría peor. Toni odiaba parecer débil, odiaba sentirse pequeño, odiaba necesitar el cuidado de otros porque para él eso siempre implicaba ser una carga. Si Chris le decía que estaba tratando de ayudarlo, lo único que conseguiría sería que se retrajera aún más, que se esforzara más por fingir que todo estaba bien.
Toni entrecerró los ojos con suspicacia, pero dejó pasar la mentira. Ninguno de los dos quería ponerse a discutir otra vez. Especialmente no en el trabajo.
El asistente se detuvo ante una última cortina y esperó hasta que Rudolph Hider anunció a sus invitados para dejarlos pasar. The Milkshake Club salió al aire en medio de un caos de luces y chillidos de emoción. El público gritaba y aplaudía de pie mientras los chicos se acercaban a saludar a Rudolph con un abrazo cortés.
En ese mismo instante, mientras Chris esperaba su turno para saludar al entrevistador, fue plenamente consciente de lo que significaba la ausencia de Carolina Hernández aquel día.
Podría sentarse junto a Toni.
Es decir, técnicamente no tenía permitido hacerlo. Sus representantes siempre les estaban recordando que no podían interactuar en público, pero Morgan estaba a cargo aquel día y ella no le había dicho nada. Chris podría hacerse el desentendido fácilmente y dar alguna excusa inocente después.
Pero cuando vio que Toni se sentaba a una de las esquinas con una sonrisa tímida hacia el público, y los brazos fornidos de Rudolph Hider le dieron un par de palmaditas en la espalda, decidió que no valía la pena arriesgarse.
Quería estar en buenos términos con ellos. Quería mantener su favor. Jamás le concederían unos días libres si no se comportaban. Y tampoco podía permitirse perder el apoyo de Morgan, no podía comprometerla en otra situación desagradable. Así que en lugar de sentarse junto a su novio, como quería, fue hacia el otro extremo del sillón junto a Ezra.
Se dejó caer con elegancia y suspiró, saludando a sus fans con una sonrisa bastante falsa. Estaba agotado y de mal humor. No tenía ganas de estar allí, en lo más mínimo. Quería volver a casa y envolverse con Toni entre las mantas, mirando alguna de esas comedias románticas que tanto le gustaban. Quería abrazar a Toni y asegurarse de que seguía allí, de que todavía podía hacer algo por él. Quería mirarlo a sus ojos negros y ver las estrellas en ellos, en lugar del vacío asfixiante de los últimos días.
Y es que los últimos días habían sido demasiado intensos; Chris no había tenido nada de tiempo para descansar o procesar nada. Parecía que las cosas no hacían más que empeorar. Después de la explosión de Toni durante la rueda de prensa, la cita caótica con Sam y la pelea de ayer, lo único que Chris quería era dormir. Dormir y olvidar todo el drama, las palabras de los fotógrafos, la duda en la mirada de Morgan, las advertencias de Tim, que no paraban de rondarle por la cabeza. Necesitaba que las cosas se calmaran un poco.