1998
Boston, Massachusetts
Tim había quedado bastante afectado por la noticia de Courtney Jones. Al principio Toni pensó que era simplemente porque ahora tenía que reconocer que no tenía oportunidad con ella –incluso aunque antes tampoco había demostrado el más mínimo interés por su persona–, pero cuando fue a buscarlo a su habitación para convencerlo de ver una película, Tim lo sorprendió:
–Ella ha pasado por mucho, Antonio –le dijo desde su cama, mordisqueando de mala gana las oreos que Toni le había ofrecido–. Hace años que escucho su música, tú lo sabes. Hace años que quiero conocerla, y no sólo porque sea hermosa, sino porque su música es increíble. Sus letras son poéticas y crudas… y quizás… quizás debí haber notado esto antes. Pero no es eso lo que importa. ¿La has visto?
Toni se dio cuenta de que, de hecho, no. Aquel día en que se había desatado el escándalo, ni bien terminó el concierto de Courtney, Morgan se la llevó aparte bajo la atenta mirada de todo el mundo. Nadie pudo ver su reacción en el momento en que le revelaron lo que había pasado. Desde entonces, apenas la habían visto además de en aquellos segundos previos al concierto. Permanecía en sus vestuarios privados, o encerrada en sus habitaciones de hotel, sin ver a nadie.
–No sé qué va a pasar –dijo Tim, y Toni vio que la preocupación en sus ojos era genuina. Tal vez había subestimado un poco su enamoramiento–. Shyla me dijo que ha estado reuniéndose con Carolina y Joshua casi a diario. Debe estar pasándola fatal.
Toni no dijo nada. El asunto de Courtney lo ponía de los nervios.
La otra noche, de hecho, había tenido una pesadilla bastante vívida en que era él a quien los paparazzi habían sacado del armario. Se había despertado jadeando y sudando de miedo, y había terminado despertando a Chris para que lo distrajera de sus temores. Todavía recordaba la sensación de pánico que se le había quedado en la piel, incluso varias horas después de haberse levantado. Porque no dejaba de ser una posibilidad. Era una amenaza constante si continuaban con esta locura.
–Supongo que sí –admitió en un hilo de voz–. Debe ser horrible.
Tim le echó una mirada de reojo, pero apartó la vista con rapidez y agarró otra galleta.
–Sé que pensabas que estoy mal porque ahora tengo que aceptar que lo mío con ella es imposible –murmuró, ruborizado hasta las orejas–. Pero la verdad es que nunca pensé que fuera a pasar. Ella es demasiado hermosa e inteligente. Nunca se hubiera fijado en mí, de todas formas.
–No digas eso –lo regañó Toni de inmediato–. Eres una de las mejores personas que conozco, Tim. Siempre estás ahí para quien lo necesite, eres amable y honesto y gracioso, y cualquiera tendría suerte de tenerte.
Las mejillas de Tim se tiñeron de escarlata, de una manera bastante notoria por su piel pálida, pero su amigo consiguió esbozar una sonrisa irónica.
–Y aun así me estás cambiando por Chris.
Toni recibió el comentario como un balde de agua helada.
–Yo no… Nosotros no…
Pero no pudo terminar la frase. Una parte de él quería meter alguna excusa y escapar de la situación; pero había otra… Tim era como su hermano, al fin y al cabo… ¿Sería tan catastrófico permitir que lo supiera?
–Es broma –le soltó Tim antes de que Toni consiguiera decir nada más. Puso los ojos en blanco–. No sé qué pasa contigo últimamente. Es verdad que siempre has sido un poco paranoico, pero ahora ya ni siquiera reconoces las bromas.
–No, no es eso. –Pero se quedó en silencio otra vez. ¿Por qué le costaba tanto decirlo?–. Es que yo…
Soy bisexual.
Me gustan los chicos también.
Tragó saliva. No pensaba que Tim se lo fuera a tomar mal, sinceramente, pero tampoco podía tener la certeza. Y a Toni siempre lo habían puesto nervioso las cosas sobre las que no tenía control. Su mente se llenaba de posibilidades.
No soportaría que cambiara la dinámica entre ellos sólo porque Tim descubriera que era bisexual. Eran como hermanos, se conocían hacía años. Y si Tim empezaba a actuar con cautela a su alrededor sólo porque a Toni le gustaban los hombres, no podría soportarlo. Si Tim empezaba a tratarlo distinto, si dejaba de ser tan cariñoso y efusivo con él como siempre había sido… Toni no podía perderlo. Era el mejor amigo que había tenido nunca.
Respiró hondo, tratando de calmarse. Tim no haría eso, Tim siempre era comprensivo y amable. Su mente simplemente estaba jugando con sus miedos, como hacía siempre. Aquello no era real.
Se dispuso a intentarlo de nuevo, pero entonces la puerta se abrió de golpe y entraron Ezra y Chris con los brazos llenos de golosinas.
–Se acabó el momento a solas, muchachos –soltó Chris con una sonrisa amplia, guiñándole un ojo a Toni–. Vamos a ver la película.
Toni torció el gesto, pero decidió abandonar el intento. Ya habría otra oportunidad. Le echó una última mirada a Tim antes de girarse hacia sus otros compañeros de banda.
–¿Qué vamos a ver?
Chris le mostró la portada del cd que traía en las manos.
–¿Titanic? –preguntó Toni con escepticismo.