Tiempos de Guerra

Capítulo 32 ~ 2011

 

2011

Los Ángeles, California

 

 

Cuando Morgan llamó a Tim y le pidió que se encontrara con ella al día siguiente en su oficina, pensó que era obvio que quería hablar a solas con él. Así que cuando lo vio llegar a la hora indicada, acompañado por nada menos que Chris Hughes, tuvo que contenerse de perder los estribos allí mismo.

En lugar de gritarle a la cara al estúpido mejor amigo de Toni, sonrió y los invitó a ambos a tomar asiento. Les ofreció café y galletas. Y deseó urgentemente que Chris dijera que tenía algo más que hacer y se fuera de allí, pero pasaban los minutos y no lo hacía.

Al menos Chris tenía la decencia de parecer tan confundido como ella por su presencia en aquella oficina. Estaba encogido en su silla, sonriendo incómodamente y tratando de hacerle conversación, fingiendo que no veía la ira con la que Morgan miraba a Tim.

–Me alegro mucho de verte, Morgan –le dijo cuando se sentó, pescando una galleta de la caja–. Ha pasado mucho tiempo.

Y aunque Morgan también se alegraba de verlo, no realmente. No era el momento adecuado. No se suponía que él estuviera allí.

–Ha pasado mucho tiempo, sí. –Admitió, acomodándose en su propia silla tras el escritorio–. Tim no mencionó que también vendrías.

–A mí tampoco –replicó Chris, sonriendo con algo de vergüenza–. No sabía que veníamos aquí hasta que llegamos a la puerta.

Morgan enarcó las cejas. Le echó una nueva mirada furibunda a Tim.

–¿Ah, sí?

Tim se hizo el desentendido. Bebió un sorbo de su café y se encogió de hombros con inocencia.

–Pensé, ¿por qué no? Supuse que querrías verlo. Hace mucho que no coincidimos.

–Por supuesto.

Chris carraspeó.

–De todas maneras, si tienes que hablar algo en particular con Tim, puedo irme. –Ofreció, porque evidentemente notaba la tensión en el ambiente–. No quiero entrometerme.

Morgan estaba a punto de decirle que, de hecho, sí que apreciaría un momento a solas con Tim; pero ni siquiera había llegado a abrir la boca cuando Tim sacudió la cabeza con determinación, echándole un vistazo agudo a Chris.

–Tranquilo, Chris. No te hubiera traído si no pensara que debías estar aquí.

Y con eso dejó perfectamente claras sus intenciones.

Morgan respiró hondo. Necesitaba controlarse.

Chris todavía parecía perplejo y algo asustado, pero se acomodó en su asiento.

–De acuerdo –susurró, esforzándose por actuar como si todo aquello fuera absolutamente normal. Le dedicó una sonrisa a Morgan–. Bueno, ¿y cómo va todo? ¿Mucho trabajo?

Morgan se encogió de hombros. Era evidente que ya no podrían tener la conversación que ella quería tener.

–Como siempre. Pero dirigir una compañía discográfica no es muy sencillo. –Suspiró, resignada. No podía creer que de verdad había terminado atrapada en su propia oficina con Chris Hughes, charlando sobre temas que no interesaban a nadie–. ¿Qué hay de ustedes? ¿Cómo va la grabación de su álbum?

–Agotador. –Soltó Chris con una risita. Ya había recuperado la compostura y su carisma de siempre–. Pero está casi listo y creo que es muy bueno, lo cual es genial.

Morgan lo observó. La sonrisa encantadora que ella conocía muy bien, esos ojos verdes capaces de fascinar a cualquiera. Chris Hughes era hermoso, siempre lo había sido, pero tampoco él había salido ileso. Por debajo del brillo de sus ojos, Morgan veía las grietas, veía la tristeza y el dolor que guardaba sólo para sí. Por debajo de aquella máscara, Morgan veía perfectamente al chico que llamaba cada mes para preguntarle cómo estaba Toni.

Y aunque odiaba a Tim por haberlo llevado hasta su oficina, no podía evitar estar de acuerdo con que probablemente debería estar allí.

–Me alegro, no dudo que será increíble. –Pero, por mucho que Morgan apreciara a Chris y supiera cuánto se preocupaba por Toni, no pensaba simplemente ir y traicionar a Toni sólo porque lo tenía en frente.

Chris agarró otra galleta de la caja y se echó para atrás en su asiento, dedicándole una sonrisa sagaz.

–No sabía que Tim y tú eran de reunirse para charlar casualmente.

–No lo somos –replicó Tim, bebiendo un nuevo sorbo de café para ocultar su cara–. Sólo recientemente.

–Ah. –Dijo Chris, enarcando las cejas. No agregó nada más, pero la pregunta flotaba en el aire, clara como el agua.

¿Por qué? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué estoy yo aquí?

Morgan carraspeó.

–¿Cómo va el asunto del contrato, Chris? –preguntó, tratando de parecer casual–. ¿Hay noticias?

Chris se encogió de hombros vagamente, aceptando el cambio de tema.

–No aún, pero espero que las haya pronto. –Se humedeció los labios, pensativo–. Es un proceso largo.

–Sí, ya me imagino. –Repuso Morgan, y volvieron a quedarse en silencio. Chris seguía picoteando de sus galletas, Tim bebía café y todos fingían que aquello no era absolutamente incómodo. Morgan sentía que podría explotar en cualquier momento, pero se forzó a sonreír con amabilidad–. Felicidades por tu compromiso, Tim. Me alegro mucho por ustedes.



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En el texto hay: musica, gay, lgbt

Editado: 18.04.2024

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