Tiempos de Guerra

Capítulo 34 ~ 2011

 

2011

Los Ángeles, California

 

 

Hacía poco que había anochecido, pero Toni se sentía lo suficientemente exhausto para acostarse temprano. Se preparó un té de manzanilla con miel y se sentó al sofá de la sala, calentándose las manos con la taza y pensando qué película poner. Tenía ganas de algo que ya hubiera visto muchas veces y que no le exigiera mucha concentración.

Se acurrucó contra el sofá mullido y sopló el té. El vapor le hizo cosquillas en la cara. Toni se estremeció, el invierno se estaba adelantando.

Se arremangó el abrigo y tomó el control remoto, pero antes de que pudiera encender la televisión, lo sobresaltaron una serie de golpes bruscos en la puerta. Toni frunció el ceño y se levantó con cautela. ¿Quién podría ser? Morgan tenía su propia llave; Tim, Courtney y Ezra siempre llamaban antes de aparecer por su casa… Y la verdad era que Toni no mantenía contacto con muchas más personas.

Los golpes se repitieron, ahora con más insistencia, pero nadie habló desde el exterior.

Toni dejó la taza en la mesita de noche y caminó hasta la puerta. Echó un vistazo por la mirilla, y cuando lo hizo se quedó completamente mortificado en su sitio.

Retrocedió un paso.

Christopher Hughes estaba en su casa.

Christopher Hughes estaba en su casa y estaba tocando su puerta con insistencia.

¿Por qué?

Toni consideró –de verdad lo consideró– fingir que no había oído nada y encerrarse en su habitación hasta que se largara. Pero la curiosidad pudo más. La curiosidad y el anhelo.

Abrió la puerta, conteniendo el aliento, y lo contempló con ojos desorbitados.

No podía creerlo. De verdad era él. Chris Hughes, con su cabello rubio desordenado y sus ojos verdes intensos, envuelto en una chaqueta negra de cuero.

Era él, y estaba llorando.

Toni retrocedió otro paso, completamente asombrado.

Y entonces Chris alzó la vista y sus ojos se encontraron.

–T-Toni –farfulló, abrazándose a sí mismo. Entró a la casa tropezando y lo agarró de un brazo–. Tenemos que ir al hospital.

Pero Toni ni siquiera estaba prestando atención a sus palabras. El brazo le ardió allí donde los dedos de Chris se posaron, como si le hubiera prendido fuego. Se lo quedó mirando como un estúpido, con la mente en blanco.

Hacía siete años que no se tocaban. Desde aquel día fatídico en los premios.

Chris pareció notar entonces que lo había tocado sin permiso y lo soltó de inmediato, temiendo quizás que Toni reaccionara como había hecho la última vez. Retrocedió un paso y cruzó los brazos sobre el pecho, las lágrimas caían a raudales de su rostro hermoso.

–No puedo creerlo –musitó entre sollozos. Toni estaba totalmente paralizado–. No puedo creer que tú… que de verdad… no puedo creer que estés dispuesto a morirte sin volver a hablarme. No puedo creer que me odies tanto que… hablas con todo el mundo menos conmigo.

Dejó de hablar de golpe, esforzándose por calmar su llanto, y en esos segundos Toni tuvo tiempo para completar el rompecabezas.

–Tim te contó –dijo, incrédulo. Retrocedió otro paso–. Mierda.

Pero Chris lo siguió.

–Debiste decírmelo tú –repuso, aunque sus palabras apenas eran comprensibles entre las lágrimas–. Tenemos que ir al hospital ahora. No me importa cuánto me odies, no voy a permit…

–No te odio –lo cortó Toni sin pararse a pensar. Luego–: No es necesario.

–¡Claro que sí! –chilló Chris irracionalmente–. Tienes que hacerte exámenes. Tienes que hacer el tratamiento, tienes que estar bien, tienes que…

–Chris, calma.

–No puedes morir.

–Nadie va a morir –le aseguró Toni, conteniendo las ganas que tenía de secarle él mismo las lágrimas. Suspiró–. Me dieron negativo.

Chris se quedó quieto.

–¿Qué?

Toni tragó saliva.

–Fui al hospital después de la última visita de Tim. –Admitió, sin mirarlo a los ojos–. Tenía razón, no podía seguir huyendo de esto… Y resulta que no tengo el virus. Sólo soy alcohólico y depresivo, y aparentemente el estrés por la posibilidad de tenerlo me jugó en contra.

Se quedaron en silencio. Toni le dio la espalda mientras Chris digería sus palabras. Ahora que sabía que no corría peligro, ya no tenía nada qué hacer allí. Se iría.

Se iría, y Toni tendría que olvidar que aquello había pasado. Se iría, y Toni asesinaría a Tim por su traición.

Ya se disponía a volver a su sofá y recuperar su té, que seguramente se habría enfriado a estas alturas, cuando escuchó que Chris estaba sollozando. Se giró rápidamente y lo miró con estupefacción. No entendía, eran buenas noticias, ¿qué le pasaba ahora?

Hacía ocho años no hubiera dudado en correr a abrazarlo. Hacia ocho años lo hubiera sujetado, le hubiera limpiado el rostro con sus labios y le hubiera cantado hasta que se tranquilizase. Pero ahora no tenía la menor idea de qué hacer. No tenía la menor idea de cómo lidiar con una situación así, porque jamás se le hubiera ocurrido que se encontraría en una situación así.



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En el texto hay: musica, gay, lgbt

Editado: 18.04.2024

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