2003
Los Ángeles, California
La luz entraba a raudales por la ventana abierta para el momento en que Chris se despertó, sobresaltado por la alarma. Parpadeó, aturdido, y se dio cuenta de que estaba solo en la cama. El espacio a su lado estaba frío; hacía mucho que Toni se había levantado.
No era algo que le sorprendiera demasiado. A Toni le costaba dormir en sus malos días y solía ir a tocar en el salón de música para relajarse.
Bostezó y se levantó, estirando los músculos. No escuchaba nada, pero tal vez Toni se había quedado dormido sobre el piano. No sería la primera vez.
Fue hasta la cocina y se dispuso a preparar café, pero vio que Toni se le había adelantado. Había una nota sobre la barra, junto a la cafetera.
“Salí temprano. Tengo reunión con management. Nos vemos en el ensayo.
Te quiero.”
Chris frunció el ceño. ¿Una reunión repentina con Carolina? Aquello no sonaba nada bien.
¿Que podrían querer de él? Chris ya les había dado lo que querían. ¿Qué más pretendían arrebatarles?
A menos… A menos de que hubiera sido Toni el que organizaba la reunión. A menos de que fuera él quien quería discutir.
Chris se bebió el café con amargura, con una creciente sensación de malestar en el pecho. Perdió demasiado tiempo echándole miradas fulminantes a la nota que le había dejado Toni, así que ya era tarde cuando se fijó en el reloj de la cocina. Había olvidado el ensayo.
Se vistió rápidamente y se metió al auto con una tostada humeante entre los dedos. Para cuando llegó al estudio, Tim y Ezra ya lo estaban esperando.
–¿Toni no viene contigo? –le preguntó Ezra con perplejidad al verlo llegar solo.
Chris se encogió de hombros.
–Tenía reunión con Carolina.
Tim y Ezra intercambiaron una mirada inquieta.
–Supongo que… no te dejaron muchas opciones con el tema de Sam, ¿no? –dijo Tim, con expresión apenada.
Chris sacudió la cabeza. La sola mención de aquello le producía dolor de cabeza.
–Para mañana seguramente todas las revistas estarán hablando sobre mi inminente matrimonio.
No pudo evitar el gesto de repugnancia. Era demasiado, incluso para Carolina.
Ezra se mordió el labio.
–No creerás que Toni está tratando de hacerla cambiar de opinión, ¿o sí? –Echó una mirada alrededor, como si temiera que Carolina fuera a aparecer de pronto tras ellos–. ¿Te dijo el motivo de la reunión?
Chris tragó saliva.
–No lo hizo… Creo que fue algo espontáneo. –Las miradas de preocupación en los rostros de Tim y Ezra le confirmaron que todos estaban pensando en lo mismo–. Él… bueno, no se lo tomó muy bien.
Tim se despeinó el cabello con nerviosismo.
–Mierda –susurró–. Va a hacer algo estúpido.
A Chris le hubiera encantado poder contradecirlo, pero él también sospechaba que lo que fuera que hubiera llevado a Toni a reunirse con Carolina Hernández, era imposible que saliera bien.
La puerta del estudio se abrió y los tres alzaron la cabeza de golpe, esperando ver a Toni, pero era Shyla, la directora de coreografía, acompañada por Morgan y por Mariel, su entrenadora vocal.
–Buen día, muchachos –resopló Morgan, con los lentes empañados por el vapor del café que sostenía entre las manos–. ¿Comenzamos?
La gira comenzaba en menos de una semana, así que los ensayos eran diarios, largos y muy intensos. Ninguno estaba descansando bien.
–Toni no está –se apresuró a decir Chris, pero Shyla desdeñó su comentario con un gesto.
–Lo sé, lo sé. Carolina me avisó de que se uniría más tarde. –Y les hizo un gesto para que ocuparan sus posiciones en la enorme plataforma que hacía de escenario durante las prácticas.
Chris siguió a sus compañeros, pero el nudo en su pecho no hacía más que crecer. Trató de establecer contacto visual con Morgan, trató de preguntarle en silencio de qué iba aquello, pero su agente parecía muy interesada en el café que estaba bebiendo.
Eso solo lo preocupaba más.
Shyla notó de inmediato que algo no iba bien. No hacía falta ser muy perceptivo, la verdad; era difícil pasar por alto el hecho de que Chris no conseguía atinarle a ninguno de sus movimientos. Él solía ser el primero en aprenderse las coreografías, así que su súbita ineptitud debía resultar especialmente llamativa, pero Shyla no lo regañó, tan solo frunció el ceño.
Chris se esforzaba por concentrarse, por seguir los pasos en el orden y tiempo adecuado, pero su mente no dejaba de preguntarse de qué estarían hablando Toni y Carolina.
–Lo siento –jadeó la tercera vez que tropezó con sus propios pies–. Lo siento, no volveré a equivocarme.
Shyla forzó una sonrisa.
–Está bien, Chris –repuso, con un optimismo injustificado–. Sé que te lo sabes. Seguramente solo estás cansado.
Shyla era una de sus personas favoritas en la industria de la música.